Por Luis Fuenmayor Toro
Una reciente decisión presidencial otorga formalmente a Padrino López la primacía sobre el resto de los ministros. Esto ratifica la certidumbre de muchos, de que el ya Ministro de la Defensa y Comandante Estratégico Operacional de la FANB es en realidad el hombre fuerte del Gobierno de Nicolás Maduro. Uno se pregunta para qué tenemos a Aristóbulo Istúriz como Vicepresidente Ejecutivo, si los ministros tienen hoy otro jefe. Padrino ha tratado de minimizar el impacto negativo de la noticia en la opinión pública nacional e internacional, señalando que se trata de poner un poco de orden en la distribución de alimentos y medicinas, problemas usados como excusa para su designación como “Presidente adjunto”, si es que el adjunto no es el propio Maduro y Padrino el Presidente verdadero.
No estamos en presencia de un gobierno cívico militar, como lo planteó Chávez, principal causante de todo lo que hoy ocurre; ni siquiera es un régimen militar cívico como otros han señalado, dada la preeminencia actual de los militares en cargos ejecutivos nacionales y regionales, sino es un gobierno netamente militar, que mantiene a unos civiles en cargos ejecutivos, entre ellos a Nicolás Maduro, para evitar repercusiones negativas internas e internacionales. Me recuerda mucho esta situación, en relación a quien es el jefe verdadero, a la del Chile del presidente Allende con el general Pinochet como ministro y jefe de las fuerzas armadas, quien terminó dando el golpe y asesinando al Presidente constitucional chileno, electo por el soberano de aquel país.
¿Pero qué significa este cambio de mando en términos de eficacia en la solución de los problemas actuales? ¿Es que ahora la “eficacia militar” venezolana va a “poner orden”, como lo dice el propio Padrino López? Para responder esta interrogante no hay sino que echar un vistazo a las ejecutorias de la FANB, bajo el mando del nuevo Presidente de los venezolanos. No voy a referirme a las promesas ni a los discursos mentirosos, me referiré a hechos puntuales muy concretos, verificables, que han sido señalados como problemas a ser resueltos por el propio Gobierno. El primero: la inseguridad existente en el país, en cuyo control la FANB ha dejado de ser auxiliar para convertirse en eje de las acciones contra la delincuencia. “Patria Segura” y las “OLP” son programas esenciales de la FANB. ¿Han sido exitosos? ¿Han controlado la delincuencia organizada? No. Ni siquiera la han reducido. Las bandas desafían y se enfrentan con los cuerpos de seguridad, controlan extensos territorios en varias regiones y sus crímenes se han incrementado. Total fracaso de la FANB.
El contrabando de combustible es otro caso donde la acción militar ha sido preponderante. ¿Se redujo acaso la extracción de combustible? Las cifras oficiales lo que señalan es que ni siquiera recuperan el uno por ciento de los 150 mil barriles diarios de combustible que se llevan del país. Fracaso total. El cierre de la frontera con Colombia, el cual es instrumentado por la FANB, no ha reducido el contrabando de alimentos y otras mercancías hacia allá, pues hasta las bolsas de los CLAP se venden del otro lado de la frontera, lo cual lo dice todo. La FANB no ha impedido nunca que grupos armados, guerrilleros o paramilitares uribistas, ingresen al país y, a través de esa frontera, sigue pasando droga colombiana al territorio nacional, para luego ir a su mercado final europeo y en EEUU. De nuevo fracaso total.
La mitad de los estados venezolanos están en manos de gobernadores militares. ¿Hay alguna diferencia entre la situación de estos estados y las del resto de los mismos? Ninguna. Igual o mayor desorden, las mismas carencias, la misma o mayor corrupción, la misma inseguridad, los mismos pésimos servicios, la misma arbitrariedad. Fracaso total comprobable. El control de puertos y aeropuertos está en manos de la FANB, hoy en forma más directa que en el pasado. Todos tienen un jefe militar. ¿Funcionan mejor que antes? ¿Mejoraron las aduanas en lo que respecta a rapidez y ausencia de corrupción? Los casos de las escandalosas pérdidas de alimentos, medicinas y otras mercancías son un claro desmentido de que ésa sea la situación. La FANB es la única institución en el país que produce y compra armas y municiones. Es harto conocido que las mismas terminan en manos del hampa común. ¿Complicidad? Fracaso total de nuevo.
La FANB custodia bodegas, supermercados, expendios de medicinas, y ahora participa más directamente en la distribución de alimentos y medicinas, dizque para poner orden. ¿Se han reducido las filas en búsqueda de estos rubros? Nooo. Cada vez son más numerosas y con más gente. ¿Han logrado garantizarle a la gente una distribución suficiente y oportuna de víveres? En absoluto. Es más, ante una población que, desesperada por el hambre de sus hijos, se lanza a las calles en búsqueda de comida, su respuesta ha sido el matraqueo, la represión, la colaboración con los colectivos armados organizados por el chavecismo, en una actuación que vulnera los derechos civiles. Más que fracaso: actuación inconstitucional, deshonesta, criminal y agravante de la situación.
En los territorios mineros, todos bajo su control: ¿Reina la ley y el orden? ¿Se respeta la naturaleza? ¿Se protegen los intereses de la nación? ¿Se evita el contrabando de minerales: oro, coltán, diamantes, bauxita y otros? Nooo. Se permite la contaminación mercurial de las aguas y la destrucción de la selva, se participa en el contrabando, se accede al dominio de las minas por la delincuencia colombiana y brasileña. Fracaso total. ¿Acaso la FANB cuida las fronteras? Ésta es una de sus tareas primordiales. Si lo hicieran no existiría el contrabando, ni el ingreso de grupos irregulares a nuestro territorio, ni Guyana ocuparía la salida atlántica que nos corresponde por Delta Amacuro. Con gran dolor debemos aceptar que la FANB es hoy un total fracaso.
La Razón, pp A-7, 17-6-2016, Caracas.
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