Tomado de Insurrectas y punto
Podría parecer una historia de terror, fruto de la imaginación de un escritor misógino y cruel, pero no existen ficciones capaces de competir con la realidad en el ámbito del sufrimiento humano. Por eso, lo que voy a contarles no es un cuento. Yo lo conocí gracias a José Manuel Devesa, un médico español que viaja todos los años a Madagascar para intentar reparar, en la medida de su abnegación y sus capacidades, una tragedia oculta, la “herida innombrable” que arruina para siempre la vida de varios millones de mujeres africanas –más de dos, dicen algunos; más de tres, calculan otros–, tan jóvenes que apenas han llegado a merecer ese nombre cuando se convierten en unas apestadas.