No puede juzgarse a una nación por la manera en que trata a sus
ciudadanos más ilustres, sino por el dispensado a los más marginados: sus
presos” Nelson Mandela
Por. Esperanza Hermida.
Cuando todavía
están frescos los recuerdos del Retén de Catia, símbolo de la muerte y
violación a los derechos humanos en las cárceles venezolanas, se levantan
altivas y desafiantes las más terribles realidades en los centros
penitenciarios del país, reproduciendo los dantescos escenarios de uno de los períodos
recientes de la historia contemporánea nacional, denominado “puntofijismo”.
Según las
cifras del Observatorio Venezolano de Prisiones, en 2009 ya los índices de peligrosidad
de los penales venezolanos competían en atrocidad –lamentablemente- con México
y Perú, países que ostentaban la dudosa reputación de contar con las cárceles
más peligrosas en el subcontinente. Más de 35.000 personas suman la población
penal de Venezuela actualmente, distribuida entre los 17 Internados Judiciales,
9 Centros Penitenciarios, 1 Instituto
Femenino, 1 Centro Experimental, 1 Penitenciaria y 1 Cárcel Nacional: REGION
CENTRO OCCIDENTAL: Cárcel Nacional
Maracaibo, Centro Penitenciario Centro Occidental (DUACA), Internado
Judicial Falcón (Coro), Centro Penitenciario Los Llanos (Guanare). REGION
CENTRAL: Internado Judicial Valencia (Tocuyito), Internado Judicial Carabobo
(Mínima), Centro Penitenciario Aragua (Tocorón), Internado Judicial Yaracuy (San Felipe), Internado Judicial San
Juan de los Morros, Penitenciaría General de Venezuela, Centro Experimental de
Reeducación y Reinserción de Jóvenes Adultos. REGION ORIENTAL: Internado
Judicial Anzoátegui, Internado Judicial Monagas (La Pica), Centro Penitenciario
Región Insular (Porlamar), Internado Judicial Carúpano, Internado Judicial
Sucre, Centro Penitenciario Región Oriental (El Dorado). REGION CAPITAL:
Internado Judicial Capital (Rodeo I), Internado Judicial Capital (Rodeo II),
Centro de Reeducación “El Paraíso” (La Planta), Centro Penitenciario Región Capital
(Yare I), Centro Penitenciario Región Capital (Yare II), Instituto Nacional de Orientación
Femenina (Los Teques), Internado Judicial Los Teques. REGION ANDINA Centro
Penitenciario Región Andina (Mérida), Internado Judicial Trujillo, Centro Penitenciario
Occidente (Santa Ana), Internado Judicial Barinas (Sabaneta), Internado Judicial
San Fernando de Apure. De esta lista, los más peligrosos son el Rodeo I y II, Tocuyito,
la Cárcel Nacional de Maracaibo, la Penitenciaría General de Venezuela, Tocorón,
Sabaneta, La Pica y La Planta.
Según
datos de PROVEA y Observatorio Venezolano de Prisiones, en 1999 hubo 390
muertos y 1.695 heridos (2.085 personas). En el año 2000, 338 muertos y 1.255
heridos (1.593 personas). En el año siguiente, 300 muertos y 1.285 (1.585
personas). En el 2002, 244 muertos y 1.249 heridos (1.493 personas). En el año
2003, 250 muertos y 603 heridos (1.153 personas). En 2004, 402 muertos y 1.428
heridos (1.870). En 2005, 408 muertos y 727 heridos (1.135 personas). En el año
2006, 412 muertos y 982 heridos (1.371 personas). En 2007, 498 muertos y 1.023
heridos (1.521 personas). En 2008, 422 muertos y 851 heridos (1.276 personas) y
2009, 366 muertos y 635 heridos (1.001 personas). Lo que totaliza hasta el año
2009 las espeluznantes cifras de 4.030 muertos, 2.030 heridos y 16.069 personas
afectadas. Dicho de otra forma, el 50% de la población penal del país hace 2
años, resultó muerta o herida.
En Junio 2011, estos números son
mínimos ante la barbarie de “El Rodeo”. Sin embargo, al análisis de las causas
de la violencia presente en este penal, deben agregarse otras cifras. En
diciembre de 1996, este penal tenía una población de 1.173 internos, de los
cuales el 98% estaba procesado y sólo un 2% eran penados. Cinco años después,
esta cifra se mantiene pues el 92% de los presos no está sentenciado. La Directora
de Prisiones señalaba en 1996 que “... se tiene que ordenar el traslado de 170
hombres a diario a diferentes tribunales. En el internado hay dos autobuses,
cada uno tiene 32 puestos y sólo pueden ir 22 reclusos por salida, ya que hay
que guardar asientos para los vigilantes de Prisiones y los efectivos de la
GN”. Esto indica que ya hace 15 años, sólo había capacidad para atender a un
25% de las solicitudes de los tribunales.
Pero una vez que entró en vigencia el
Código Orgánico Procesal Penal y aumentó el número de tribunales penales, la
cantidad de unidades de transporte para trasladar a los internos, no se
incrementó. Los nuevos juzgados de control, juicio y superiores penales, que
empezaron a funcionar mayoritariamente en Caracas, se establecieron en los
mismos edificios donde estaban los antiguos tribunales, con las mismas
limitaciones de espacio para albergar a los detenidos mientras esperan ser
atendidos por los jueces. No se aumentó proporcionalmente a las nuevas
necesidades del sistema penal, el número de alguaciles, ni de asistentes de
tribunal. Al contrario, fue sacado de la administración de justicia, a través
de improvisados decretos de “emergencia judicial”, el personal adiestrado para
implantar el COPP. Dada la evidente escasez de recursos humanos, la Dirección
Ejecutiva de la Magistratura mantiene en condiciones laborales tercerizadas,
sin disfrute de convención colectiva, ni aumentos salariales a un importante
porcentaje de trabajadores judiciales que no cuentan con insumos para responder
ante la demanda de celeridad procesal: no hay papel, ni tinta, ni electricidad,
ni aire acondicionado, ni pago de horas extras.
El ingreso de procesados a “El Rodeo” ha
aumentado en la misma proporción que la criminalidad. Los retenes policiales no
cuentan con la infraestructura necesaria para albergar personas con medidas
privativas de libertad. El crecimiento indetenible de la población de Caracas y
zonas aledañas, los nulos efectos sociales de los supuestos programas de
masificación educativa, el aumento del desempleo y del empleo precario, y en
síntesis, los estragos del empobrecimiento generalizado del pueblo, inciden de forma
determinante en el incremento de una población penal cada vez más hacinada,
envilecida, viciada y por tanto, capaz de las peores atrocidades. Asesinatos crueles
y numerosos, cementerios internos, esclavitud, tortura física y psicológica, capos
dotados del mejor arsenal, controlando el mercado interno y externo de drogas, licor,
cigarrillos, armas, sexo, comida, joyas, atención médica, teléfonos celulares y
uso del baño, son algunas de las características resaltantes de la vida en “El
Rodeo”…
A ello se suma la complicidad, cobardía
y corrupción de los cuerpos de seguridad del Estado, tanto en la Guardia
Nacional como en el Ministerio del Poder Popular para las Relaciones Interiores
y Justicia, responsables en primer término de la situación interna en los
centros de reclusión penitenciaria. El reciente secuestro del personal de “El
Rodeo” y la incapacidad absoluta de la Guardia Nacional para rescatarlo, evidenció
la dimensión de la crisis por la que atraviesa la “autoridad” gubernamental.
Pero además, las declaraciones irresponsables y desesperadas del actual
Ministro de Interior y Justicia, la Defensora del Pueblo, la Fiscal General de
la República y la Presidenta de la Sala Penal del Tribunal Supremo de Justicia,
demuestran que hizo aguas, nuevamente, todo el andamiaje de la administración
del justicia en Venezuela.
Resulta inadmisible, desde una
perspectiva razonable y lógica, que como respuesta a la masacre cometida por
los presos contra los presos y ante el rechazo social que generó la
intervención del penal por parte de los cuerpos de seguridad del Estado,
atentando también contra los presos, hoy mismo puedan estarse estudiando y
hasta decretando por vía de emergencia, más de 3.000 medidas especiales, entre
sobreseimientos, libertades condicionales y regímenes de presentación, que
estarían destinadas a solucionar el hacinamiento y brindar celeridad procesal a
la población recluida en “El Rodeo”.
¿Qué estudio precede a cada una de
estas medidas? ¿Cómo sabemos si la administración de justicia está dejando en
libertad a un asesino que incrementó su potencial criminal o a una persona
capacitada para reinsertarse en la sociedad? Seguramente, esta salida que
encontraron los capos del sistema penal venezolano, tan o más delincuentes que
los procesados de “El Rodeo” (dadas las dimensiones de su responsabilidad
institucional en esta crisis), contribuirá con el aumento de la inseguridad
ciudadana, pero también será uno más de los pañitos calientes con los que suele
atender el Gobierno los estallidos sociales que tienden a generalizarse en un
país lleno de caos.
Denunciamos responsablemente que la
verdadera vocación de todas las autoridades penales venezolanas, es proseguir
la masacre. Quizá se atenúe su cantidad o sea menos perceptible y más
silenciosa. Pero una vez que cese la atención pública sobre “El Rodeo” e independientemente
del mecanismo que usen los cuerpos de seguridad del Estado, tanquetas, requisa,
traslado de penal en penal, desaparición o fusilamiento, este recinto
penitenciario y las demás cárceles, seguirán llenándose de hijos e hijas del
pueblo pobre, marginados, excluidos, envilecidos por la droga y el alcohol,
sedientos de venganza y convertidos en parias. Ese es el resultado del
capitalismo salvaje que se sostiene en Venezuela. Las cárceles son una vitrina
al mundo de la pobreza y del deterioro
de las condiciones de vida en nuestro país.
Esperanza Hermida
Ex
Presidenta Sindicato Unitario Organizado Nacional de Trabajadores Administración
de Justicia (SUONTRAJ 1998-2006)
Miembro de C-CURA
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