Por: María Esperanza Hermida
El gobierno de Venezuela pretendió exhibir como un gran logro el aumento en la cantidad de organizaciones sindicales. Eso fue entre 2002 y 2006, aproximadamente, en pleno auge del paralelismo impulsado por el Estado. ¿El resultado? Más sindicatos pero menos contratos colectivos. Otra engañosa publicidad que se ofreció al mundo fue el cooperativismo y la expropiación de empresas. ¿Qué pasó? Menos empleo.
El paralelismo sindical muy lejos de garantizar la democracia en las organizaciones de los trabajadores, auspició una insana competencia entre representantes de los partidos políticos apoyados por el gobierno nacional y los tradicionales sindicalistas. Insana porque la dirigencia oficialista tiene el respaldo del Ministerio del Trabajo para aparentar ventaja y porque el costo que fueron obligados a pagar los sindicalistas no oficialistas para dejar el terreno limpio en esta competencia, fue el despido o la jubilación anticipada.