Daniela Damiano
Amnistia Internacional
En Venezuela existen varios problemas en cuanto al disfrute de los derechos sociales, económicos y culturales, pero hay uno en especial que transversaliza y agrava más la situación: la contaminación del agua potable y la falta de gestión en esta materia por parte del Estado. En los últimos meses buena parte de la ciudadanía se ha quejado del extraño color turbio y olor putrefacto del agua que sale de los grifos de sus hogares, sin embargo, esta es la cara superficial de un problema con un trasfondo mucho peor. Organizaciones no gubernamentales e individuos como las y los activistas de Amnistía Internacional Venezuela, no solo han denunciado en reiteradas ocasiones la mala calidad del suministro regular y la insalubridad del agua que está saliendo por los grifos venezolanos, sino la falta de información sobre la gestión de este servicio de primera necesidad que impide que se lleven a cabo los planes y trabajos pertinentes para que se resuelva esta problemática.
Según expertos como Germán Benedetti, ex Legislador del Consejo Legislativo del Estado Carabobo en el período del 2009 al 2012, el agua potable que llega a los hogares venezolanos del centro y región capital del país contiene grandes cantidades de excremento, materia orgánica en descomposición y peligrosos agentes químicos. ¿Las razones? El desvió de causes contaminados con aguas negras hacia los embalses de Pao Cachinche y Camatagua, la falta de mantenimiento de los canales hídricos y el deficiente y hasta inexistente tratamiento de las aguas para el consumo humano. Originalmente, estas aguas negras desembocaban en el Lago los Tacariguas también conocido como Lago de Valencia, -que además es receptor natural de 22 ríos y más de 300 millones de metros cúbicos de aguas residuales de origen industrial y doméstico al año- pero la paralización del riego de cultivos de la zona y la época de lluvias provocó que el lago se desbordara y pusiera en peligro a cientos de familias que se han asentado a su alrededor en las últimas décadas.