"El Universal" 26/02/2012
Venezuela es un país
atípico por muy diversas razones. Su riqueza petrolera, parece ser principal,
pero no la única. Las excentricidades de sus gobernantes le ponen la guinda a
la crema chorreante de la corrupción salpicada de jalabolismo y otras
complicidades.
Esa atipicidad es lo que motiva
que desperdiciemos, semana tras semanas, una enorme e incuantificable cantidad
de horas-hombre, tiempo mediático, conversaciones interpersonales, lenguaradas
de personeros públicos y hasta estrés con lágrimas y sonrisas hablando
pendejadas de un cáncer en el cuerpo del presidente Hugo Chávez. ¿Y si
resultara ciego, como Joaquín Balaguer, el anciano presidente dominicano? ¿O
pa-ralítico como el estadounidense Franklin Delano Roosevelt?
La payasada colectiva que vivimos
en torno a la enfermedad del presidente Hugo Chávez no tiene precedentes en la
historia universal, si se le pondera en horas-lágrimas o tiempomuerte, según
sean casos de partidarios u opositores del atípico gobernante.
Venezolana de Televisión se lleva
las palmas por su increíblemente avasalladora adulancia. Los historiadores del futuro tendrán material
de sobra para rescatar y considerar en su contexto tales desmesuras colectivas
en las que destacan los noticiarios oficiales, las especulaciones mediáticas y
las escasas informaciones sobre el cáncer que aqueja al mandatario venezolano.
En cobertura mediática y
especulaciones internacionales no alcanzan al caso venezolano, juntos, los
episodios similares de otros gobernantes y destacados dirigentes suramericanos:
Dilma Rouseff (Brasil), Fernando Lugo (Paraguay), Cristina Fernández de
Kirchner (Argentina) y el archiconocido brasilero Luiz Inacio Lula Da Silva. En
todos los mencionados e importantes casos, ha sido noticia de primera página,
por supuesto, con el debido informe médico, pero sobre todo sin lágrimas, exagerados
rezos y malacrianzas políticas de sus detractores partidistas.
Aquí, en esta Venezuela
saudita-socialista-capitalista-salvaje, corrompida e incompetente, para más
señas, todo ha sido escándalo, medias verdades, cerrojo informativo,
especulaciones y una hilaridad colectiva que nos denuncia como mediocres e
incivilizados. ¿A quién interesa tal grado de insensatez colectiva? ¿A quién
beneficia esa tremenda irresponsabilidad?
E.D.E
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