Universidad Central de Venezuela
Facultad de Ciencias Económicas y Sociales
El domingo 3 de marzo falleció el líder indígena Sabino Romero, víctima de una cruel emboscada. ¿Muerte anunciada? ¿Dónde están las múltiples alertas que ya se habían emitido ante la implacable persecución no sólo de este importante líder, sino de la comunidad que él dignamente representó? ¿Por qué no hubo respuestas contundentes ante la situación del despojo sistemático de las tierras, ante esta voz que se alzó en defensa de su pueblo y de su territorio?
Los pueblos indígenas están de luto, pero no sólo ellos, sino también todos los invisibilizados, los excluidos, los que luchan por su derecho a la tierra, a la diversidad. Y todos los que apoyamos esta lucha. Con la muerte de Sabino Romero, no estamos ante la muerte de un hombre, sino ante un crimen contra todo un pueblo. El querer callar esta voz es querer callar la voz de quienes con sabiduría ancestral vienen reclamando lo que por derecho les pertenece.
La violencia contra los pueblos indígenas marca con sangre la historia americana y de Venezuela. Una historia violenta que no termina, aun cuando leyes y constituciones reafirman el derecho de estos pueblos a su cultura, a su tierra y a su vida. ¿Hasta cuándo tanta impunidad?
Después de un mes de este vil asesinato, el actual Canciller de la República Elías Jaua informa que en los próximos 60 días se les entregarán las tierras a los hermanos yukpa. En este sentido, nos preguntamos: ¿en qué condiciones?, ¿bajo cuáles preceptos?, ¿teníamos que esperar la muerte a mansalva de uno de sus líderes para reivindicar lo que por derecho constitucional les corresponde? A la par funcionarios del CICPC vienen intimidando, a aliados naturales, defensores del pueblo yukpa. Tal es el caso del profesor Lusbi Portillo, miembro de la ONG Sociedad Homo et Natura, cuyos miembros desde hace décadas luchan al lado de los pueblos indígenas. Alzamos nuestras voces para denunciar este atropello.
La Escuela de Antropología se pronuncia ante esta situación vivida por nuestro pueblo hermano, tanto la pérdida física del líder Sabino como la persecución de algunos de los defensores de la causa indígena en nuestro país. Manifestamos no sólo en nuestra condición de antropólogos sino sobre todo como ciudadanos, exigiendo enérgicamente aplicar a los responsables intelectuales y materiales por la muerte de Sabino todo el peso de la ley. Reclamamos el cese al hostigamiento de nuestras comunidades indígenas. Exigimos el derecho a sus tierras ancestrales.
¡Basta de mancillar nuestra Constitución!
Hacemos un llamado al gobierno a que reconduzca la política indígena, a que demuestre que efectivamente se respeta el derecho a la vida digna y el bienestar de los pueblos indígenas, por lo tanto, que enfrente con contundencia los intereses de los terratenientes, las oligarquías, y más aún, del mismo Estado, cuyos megaproyectos de desarrollo con empresas internacionales comportan acciones de violencia genocida, etnocida y ecocida hacia estos pueblos.
Hay un solo medio para acabar con las violaciones de los derechos de los pueblos indígenas y con la violencia diaria contra sus líderes y comunidades: demarcar sus tierras y respetar sin ambigüedad los derechos reconocidos en la Constitución y en otras leyes aprobadas durante este gobierno. No sólo está en juego el destino de estos pueblos, sino la idea misma de una Venezuela respetuosa de la diversidad sociocultural y que hace de ella su más preciado bien.
Sabino no ha muerto en nuestros corazones y en su nombre la lucha continúa.
En la Ciudad Universitaria de Caracas, a los tres días del mes de Abril de dos mil trece
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