Por: Niles Williamson
Traducción para Rebelión por
Diana Rodríguez González
El mundo ha contemplado con horror cómo el brote de ébola en África Occidental se ha transformado rápidamente en una catástrofe humanitaria. El brote actual, que se concentra en Guinea, Sierra Leona y Liberia, ya ha infectado a más de 8000 personas.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la situación en África Occidental “sigue empeorando, con una transmisión [del ébola] extendida y persistente”. La OMS también ha informado de que no hay evidencia alguna de que la epidemia se esté conteniendo y de que el reciente descenso en el número de casos registrados se debe a “un deterioro en la capacidad de los servicios de emergencia, que se encuentran desbordados, para registrar datos epidemiológicos precisos”.
El miércoles tuvo lugar la primera muerte por ébola en Estados Unidos. Thomas Eric Duncan, quien contrajo la enfermedad en Liberia antes de viajar a EE.UU. con motivo de una visita familiar, falleció en un hospital de Texas casi dos semanas después de ser diagnosticado. Mientras tanto, una auxiliar de enfermería española, que ayudó a tratar a los pacientes infectados de ébola que habían sido repatriados a Europa, ha sido la primera persona en contraer el virus fuera de África.
Estos dos casos ponen de manifiesto el peligro de que el virus se extienda a nivel internacional, incluidas áreas con sistemas sanitarios mucho menos desarrollados. Sin embargo, la atención predominate de los medios de comunicación occidentales centrada en estos dos casos de Europa y Estados Unidos ha servido para ocultar la catástrofe que continúa en África, consecuencia de la asoladora pobreza que arrasa el continente, producto directo del sistema capitalista.
Sierra Leona, Liberia y Guinea han sido los países más afectados por la epidemia. Casi la mitad de las infecciones registradas han provocado la muerte de 3857 personas. Probablemente la cifra real de muertes sea considerablemente mayor. Las organizaciones humanitarias han advertido de que para finales de mes la enfermedad podría estar fuera de control.
A pesar de la naturaleza despiadada del ébola, no se extiende tan fácilmente como otros virus. Se puede mantener en cuarentena a los individuos infectados de manera eficaz con infraestructuras sanitarias adecuadas.
Sin embargo, no se dispone de dichas instalaciones en África Occidental. El sistema sanitario de la región, ya de por sí debilitado tras décadas de guerra civil, se ha colapsado bajo presión de la epidemia. Según la OMS, Liberia solo tiene 621 camas de las 2930 que se necesitarían para tratar al número de pacientes de ébola que tiene actualmente el país, mientras que Sierra Leona cuenta con 304 de las 1148 camas necesarias.
Según el último análisis, la enfermedad se nutre de la pobreza. Liberia, Guinea y Sierra Leona se cuentan entre los países más pobres del mundo. Liberia tiene unos ingresos per cápita anuales de 790 dólares, Guinea de 1160 dólares y Sierra Leona 1750 dólares. El gasto total anual del sistema de salud pública y privada en 2012 fue de 32 dólares per cápita en Guinea, 65 dólares en Liberia y 96 dólares en Sierra Leona.
Después de mantenerse al margen durante meses, las principales potencias capitalistas han hecho un escueto amago de ayuda. Los 350 millones de dólares que Estados Unidos se ha comprometido a aportar hasta ahora son una miseria comparados con los cientos de miles de millones de dólares gastados en agresiones militares y los billones de dólares que monopoliza la aristocracia financiera y empresarial.
De hecho, las principales potencias han aprovechado la oportunidad para intensificar sus operaciones militares en las antiguas colonias bajo la apariencia de misiones humanitarias para construir clínicas para el ébola. Estados Unidos, que ha desplegado hasta 3000 soldados en Liberia, busca reafirmar su hegemonía en la región con el desarrollo de un punto de apoyo para su Mando África (AFRICOM), que actualmente supervisa operaciones militares en el continente desde Stuttgart, Alemania.
Mientras tanto, el Reino Unido anunció el miércoles su intención de enviar por lo menos 750 soldados a Sierra Leona, su antigua colonia, como parte de una supuesta misión humanitaria.
Las condiciones de pobreza extrema que han facilitado la propagación del ébola son el legado del imperialismo estadounidense, británico y francés en Liberia, Sierra Leona y Guinea. Estos países siguen siendo fuentes importantes de materias primas para sus antiguos amos coloniales, igual que hace 100 años.
Francia dominó su colonia de Guinea entre 1898 y 1958, y se benefició de las cosechas de plátanos, café, piñas, aceite de palma y cacahuetes. Actualmente Guinea cuenta con una de las mayores reservas conocidas del mundo de bauxita, que representan el 25 % de las reservas mundiales. Casi toda la bauxita extraída en Guinea se exporta y se refina para obtener aluminio en otros países. La exportación del mineral de aluminio representa aproximadamente el 60 % de sus exportaciones anuales.
El origen de Sierra Leona como país se remonta a unos reasentamientos en colonias costeras establecidos en la década de 1780 por parte del gobierno británico para muchos de los miles de esclavos negros que habían liberado durante la Revolución Estadounidense. Tras la Conferencia de Berlín de 1885, que desencadenó la contienda europea por África, Inglaterra se puso en marcha para consolidar su control del territorio interior de Sierra Leona mediante la violencia.
Sierra Leona consiguió la independencia oficial del Imperio Británico en 1961. Hoy en día es una de las principales fuentes de diamantes a nivel mundial. En 2008 supuso el 46 % de los ingresos del país procedentes de la exportación.
En 1822 la Sociedad Americana de Colonización estableció Liberia como la primera y única colonia estadounidense en África como parte de un plan para que los esclavos liberados y los negros libres se asentaran en el continente. Liberia logró oficialmente su independencia en 1846, pero el gobierno estuvo completamente bajo el control de un pequeño estrato elitista descendiente de los colonos afroamericanos hasta 1980.
Las materias primas como el caucho y la madera son las principales exportaciones de Liberia. La Corporación Firestone lleva el mando de la mayor plantación de árboles de caucho de Liberia desde 1926, año en el que firmó un contrato de arrendamiento de un millón de acres de terreno por un periodo de 99 años.
Como parte de su esfuerzo por mantener el control, las principales potencias imperialistas han estado implicadas en una serie de guerras civiles que han asolado la región. Las guerras civiles que tuvieron lugar entre 1989 y 2003, especialmente sangrientas, destrozaron Sierra Leona y Liberia. Los combates desplazaron a los cientos de miles de personas que se abarrotaban en la capital de Liberia, Monrovia, lo que provocó la creación de barriadas como las de West Point, que fue puesta en aislamiento en agosto en un vano intento represivo de detener la propagación del ébola en la ciudad.
Esto es lo que interesa a las corporaciones y bancos que dictan la política de los principales Estados capitalistas en estos países y por todo el continente. Solo interesa la gran mayoría de la población, confinada a la pobreza, siempre y cuando siga funcionando como mano de obra barata en minas y plantaciones.
Aunque el virus del Ébola es extremadamente mortal, la epidemia que se expande por toda África Occidental es fundamentalmente una catástrofe social, cuyos responsables son las principales potencias imperialistas y el sistema capitalista mundial.
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