(El Tiempo)
“Ahí les dejo su mundo de mierda”
Las famosas últimas palabras del legendario militar bolivariano vislumbraban el futuro del planeta, que nos aplasta con noticias cada vez peores. Poco antes de morir, el general Hermógenes Maza (1792-1847), feroz guerrero bolivariano, se tendió en un catre en Mompós y dijo famosamente a sus amigos: “Ahí les dejo su mundo de mierda”. Siempre creímos que habían sido sus últimas palabras. Pero no: era un augurio de lo que esperaba a sus sucesores en este planeta delirante y cruel.
Basta con mirar los últimos sucesos para comprobarlo: bombas que estallan al paso de atletas y niños en Boston; siete muertos en Venezuela tras las elecciones; 25 civiles –12 de ellos niños– destrozados en un bombardeo de la aviación siria (y van ya 70.000 víctimas de la guerra civil); 24 más por atentados en Irak (y ya pasan de un millón desde el 2003); otros 800 en Egipto desde la revuelta del año pasado y 31.000 en la guerra de Afganistán.
Noticias recientes revelan el retroceso de los principios democráticos y las leyes internacionales. Corea del Norte amenaza con bombas nucleares a sus enemigos; un informe independiente declara que Estados Unidos “ejerció, indudablemente, la práctica de torturas”; los críticos de Vladimir Putin sufren en Rusia intimidaciones y palizas; China ahoga a los disidentes; la prensa pierde libertad; muchos países exigen un debate ético sobre los drones, bombarderos sin piloto que marcan lo que será el futuro militar del mundo.
Mientras tanto, los felices pronósticos de una gran era de prosperidad global se disuelven en medio de renovada lucha de clases. Un informe de Time reconoce que “después de todo, Marx quizás tenía razón”: los ricos son cada vez más ricos y la clase media y los pobres progresan poco. Según un instituto de Estados Unidos, espejo del capitalismo, un trabajador ganaba más en 1973 que en el 2011, y el 5 por ciento más rico se lleva el 74 por ciento de las ganancias. La crisis financiera, que acabaron pagando los ciudadanos de su bolsillo, denuncia el desorden de valores que han creado la codicia de los banqueros y la ineptitud de los gobernantes. Al fin y al cabo, diría Marx, de la misma clase son.
La droga sostiene a mafias, bandas terroristas, líderes corruptos y cientos de miles de funcionarios antinarcóticos que no están dispuestos a que cambien las cosas. Noticia fresca: por tercer año aumentó el cultivo de opio en Afganistán.
El medioambiente se degrada: el calentamiento global ya no es hipótesis: lo sufrimos todos. Las selvas se achican. Los huracanes se disparan. Miles de animales y plantas caminan hacia la extinción.
En las últimas décadas, solo salieron buenas noticias de la ciencia, que logra avances extraordinarios; de ciertos derechos que ya se reconocen, y de la tecnología, que avanza aunque trae nuevas pestes, como la pornografía infantil.
Hay quienes se refugian en los mensajes bonitos y optimistas de Paulo Coelho y su panda. Pero no nos engañemos: el que tenía razón era el general Hermógenes Maza.
Las famosas últimas palabras del legendario militar bolivariano vislumbraban el futuro del planeta, que nos aplasta con noticias cada vez peores. Poco antes de morir, el general Hermógenes Maza (1792-1847), feroz guerrero bolivariano, se tendió en un catre en Mompós y dijo famosamente a sus amigos: “Ahí les dejo su mundo de mierda”. Siempre creímos que habían sido sus últimas palabras. Pero no: era un augurio de lo que esperaba a sus sucesores en este planeta delirante y cruel.
Basta con mirar los últimos sucesos para comprobarlo: bombas que estallan al paso de atletas y niños en Boston; siete muertos en Venezuela tras las elecciones; 25 civiles –12 de ellos niños– destrozados en un bombardeo de la aviación siria (y van ya 70.000 víctimas de la guerra civil); 24 más por atentados en Irak (y ya pasan de un millón desde el 2003); otros 800 en Egipto desde la revuelta del año pasado y 31.000 en la guerra de Afganistán.
Noticias recientes revelan el retroceso de los principios democráticos y las leyes internacionales. Corea del Norte amenaza con bombas nucleares a sus enemigos; un informe independiente declara que Estados Unidos “ejerció, indudablemente, la práctica de torturas”; los críticos de Vladimir Putin sufren en Rusia intimidaciones y palizas; China ahoga a los disidentes; la prensa pierde libertad; muchos países exigen un debate ético sobre los drones, bombarderos sin piloto que marcan lo que será el futuro militar del mundo.
Mientras tanto, los felices pronósticos de una gran era de prosperidad global se disuelven en medio de renovada lucha de clases. Un informe de Time reconoce que “después de todo, Marx quizás tenía razón”: los ricos son cada vez más ricos y la clase media y los pobres progresan poco. Según un instituto de Estados Unidos, espejo del capitalismo, un trabajador ganaba más en 1973 que en el 2011, y el 5 por ciento más rico se lleva el 74 por ciento de las ganancias. La crisis financiera, que acabaron pagando los ciudadanos de su bolsillo, denuncia el desorden de valores que han creado la codicia de los banqueros y la ineptitud de los gobernantes. Al fin y al cabo, diría Marx, de la misma clase son.
La droga sostiene a mafias, bandas terroristas, líderes corruptos y cientos de miles de funcionarios antinarcóticos que no están dispuestos a que cambien las cosas. Noticia fresca: por tercer año aumentó el cultivo de opio en Afganistán.
El medioambiente se degrada: el calentamiento global ya no es hipótesis: lo sufrimos todos. Las selvas se achican. Los huracanes se disparan. Miles de animales y plantas caminan hacia la extinción.
En las últimas décadas, solo salieron buenas noticias de la ciencia, que logra avances extraordinarios; de ciertos derechos que ya se reconocen, y de la tecnología, que avanza aunque trae nuevas pestes, como la pornografía infantil.
Hay quienes se refugian en los mensajes bonitos y optimistas de Paulo Coelho y su panda. Pero no nos engañemos: el que tenía razón era el general Hermógenes Maza.
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