Editorial:Sigamos el ejemplo de lucha
de Yaracuy
El pasado 23 de septiembre las venezolanas y venezolanos vimos por las redes sociales la masiva y combativa movilización que se produjo en Urachiche. En un pequeño pueblo yaracuyano de apenas 25 mil habitantes, miles de personas salieron a las calles cansadas del hambre, de los bajos salarios y de la destrucción de los servicios públicos. Pero lo que más llamó la atención es que fue una protesta que partiendo de las principales necesidades que vive el pueblo trabajador, iba más allá, atreviéndose a cuestionar directamente al gobierno de Maduro. En ese sentido, fue una protesta reivindicativa pero también profundamente política. Ya se está agotando la paciencia del pueblo venezolano.
En los días subsiguientes las protestas se extendieron a otras zonas de Yaracuy, como Nirgua, Yaritagua y Chivacoa, en esta última población los manifestantes quemaron la sede de la alcaldía.
Desde entonces otras poblaciones de distintos estados del país, fueron escenarios de protestas por gas, gasolina, agua, electricidad y comida. En Cumaná, durante varios días seguidos, cientos de motorizados y conductores con sus vehículos se concentraron frente a la gobernación del Estado exigiendo ser surtidos de gasolina. Pero también hubo protestas en Valencia, Puerto Ayacucho, Cojedes, Nueva Esparta, Barinas, Guarenas, entre otras ciudades y pueblos del país.
En algunos lugares, como Valle de Guanape, en Anzoátegui, a las protestas de las comunidades por servicios se unieron los maestros y maestras, que se niegan a reincorporarse a clases mientras sigan teniendo salarios de hambre y el contrato colectivo vencido desde abril.
Lo de Urachiche demostró que sigue viva la disposición a la lucha por parte del pueblo trabajador. Que es posible protestar sin la dirección de los partidos patronales, que una y otra vez traicionaron en las mesas de negociación con el gobierno las expectativas de millones. Que es posible autorganizarse para salir a la calle. El Partido Socialismo y Libertad apuesta a que lo de Urachiche se reproduzca por todo el país. Que se extienda y masifique combativamente.
En las últimas semanas la escasez de gasolina se ha agravado. Ya prácticamente no hay gasolina en el país. Pero tampoco hay gas doméstico. En muchas partes deben cocinar con leña, esto es particularmente en el oriente del país. No hay agua en muchos lugares, esto es muy notorio en los barrios de Caracas. Como si todo esto fuera poco, el pasado miércoles 23 se produjo un apagón parcial en buena parte del territorio nacional que afectó incluso a la Gran Caracas. Dos días después, todavía había zonas de la capital sin electricidad.
Al hambre y al aumento de los contagios por Covid 19, se suma el agravamiento de la crisis de los servicios, que mantiene en permanente zozobra al pueblo pobre venezolano, que es el más afectado por la destrucción de la infraestructura de servicios, producto de la corrupción que durante dos décadas generó desinversión y falta de mantenimiento, y agravada desde el pasado año por las sanciones criminales del imperialismo norteamericano y la administración del reaccionario Trump.
Sin duda, ya es insoportable la situación que vivimos millones de trabajadores, trabajadoras y habitantes de los sectores populares, especialmente en las ciudades y pueblos más alejados y deprimidos económicamente. Esto definitivamente no es vida. No hay plata para comer, no hay agua en medio de una pandemia. Los hospitales están por el suelo. No hay gas ni gasolina, y los apagones son constantes y cada vez más largos, llevando al paroxismo a millones de pobladores de barrios, comunidades y urbanizaciones.
Ante el avance de la protesta popular, el gobierno opta de nuevo, como hizo en el 2017, por la represión. Hay más de 30 detenidos sólo en Yaracuy. Además Maduro anunció un plan especial cívico-militar-policial, para “garantizar la estabilidad, la paz y las elecciones que se desarrollarán en diciembre”. Y ya comenzó a denunciar supuestos planes de desestabilización de la CIA, esto con el objetivo nada velado de deslegitimar las genuinas protestas populares y criminalizar a los que se levanten contra el hambre y el desastre de los servicios públicos. Igualmente, Diosdado Cabello llamó a la militancia del Psuv a denunciar los supuestos planes del imperialismo. Todo con el objetivo de crear las condiciones que justifiquen la represión a las protestas populares que se produzcan.
Elecciones sin garantías democráticas y en plena pandemia
En este contexto de pandemia y profunda crisis social, el gobierno sigue avanzando con las elecciones parlamentarias previstas para el 6 de diciembre, como si no pasara nada, y “llueva, truene o relampagueé”, como dijo Maduro.
El gobierno se apresta a realizar otro fraude electoral como los llevados a cabo en los últimos años, desde 2017. Convoca a elecciones parlamentarias en un marco de restricción de las libertades democráticas. Con un “estado de alarma” establecido desde hace varios meses, con partidos ilegalizados, con trabajadores y dirigentes políticos opositores detenidos o perseguidos.
Aprovechando la debacle de Guaidó y los partidos de la oposición patronal, logró conformar una oposición a su medida con Claudio Fermín, Timoteo Zambrano, Henry Falcón, Luis Parra y el MAS, a los que se agregarían los sectores de AD, Copei, UNT y VP comprados por el gobierno.
No obstante, Maduro-Diosdado están desesperados por lograr un mayor aval para las elecciones y por ello insisten en solicitarle a la ONU y a la UE que envíen observadores. En ese camino, dieron un paso importante liberando a un buen número de presos, con el objetivo de lavarse la cara, sin embargo, la jugada se les complicó con el informe de la comisión independiente de la ONU sobre violación de derechos humanos. Esto les cayó como un balde de agua fría que les complica sus intenciones electorales. En todo caso, pareciera que el gobierno seguirá contra viento y marea hacia el 6D, a menos que se produzca un colapso del sistema eléctrico o crezcan las movilizaciones populares, o algún otro evento inesperado.
Pero más allá del interés del gobierno, en la calle la mayoría del pueblo trabajador ve con absoluta indiferencia el proceso comicial que se avecina. La preocupación fundamental de las venezolanas y venezolanos es llevar comida a sus familias; es la inflación que vuelve sal y agua los miserables salarios. Ante el alza desbocada del dólar ¡¡¡ya el salario mínimo en Venezuela es menos de $1!!!
El pueblo trabajador no tiene ninguna confianza en el gobierno ni en los partidos de la oposición patronal, que una y otra vez han traicionado sus expectativas en las mesas de negociación. Sabemos que es necesario que haya elecciones, incluso presidenciales, pero verdaderamente democráticas y con plenas garantías. Pero todos estamos claro que las elecciones en el actual contexto no tienen ese carácter, y no resolverán nuestros principales problemas. En ese contexto el PSL, junto a otras organizaciones e individualidades, ha llamado a no avalar el fraude que el gobierno prepara con sectores de la oposición patronal, planteando la abstención en las elecciones del 6D y a seguir la lucha por nuestras reivindicaciones.
¿Qué propone el PSL?
Planteamos que el pueblo trabajador venezolano debe seguir la senda trazada por Urachiche. Desde todos los pueblos y ciudades, desde todos los rincones de la geografía nacional, los trabajadores y trabajadoras, los jóvenes, las mujeres, todo el pueblo, debemos organizarnos en nuestros centros de trabajo y en las comunidades, y salir a las calles a protestar contra el hambre, contra el desastre de los servicios públicos, y el paquetazo de ajuste del gobierno de Maduro.
En ese sentido al ajuste del gobierno debemos oponer nuestra propia hoja de ruta, nuestro propio plan alternativo para salir de la crisis y del hambre. Tenemos que movilizarnos por un Plan Económico y Social de Emergencia. Para acometer esto es urgente instrumentar un impuesto progresivo a las grandes empresas, bancos y transnacionales; terminar los contratos de empresas mixtas con las transnacionales petroleras; suspender el pago de la deuda externa, así como los gastos militares. Confiscar los bienes de los corruptos y ladrones de cuello blanco que desfalcaron al país en Pdvsa y con importaciones fraudulentas. Con todos estos recursos se debe conformar un Fondo Social de Emergencia para atender la pandemia; igualar el salario mínimo a la canasta básica, pagar una renta de cuarentena a todos los trabajadores y trabajadoras informales, igual a la canasta básica; adquirir insumos sanitarios e impulsar un Plan de Emergencia para la adquisición de alimentos y medicinas. Pero para lograr esto es necesario seguir el ejemplo de lucha de Yaracuy. De allí que propongamos a todas las organizaciones populares y comunitarias, sindicales, de la juventud, a las organizaciones de izquierda, convocar a una Jornada Nacional de Protesta, para que un mismo día todo el pueblo trabajador se movilice contra el hambre y la crisis de los servicios, para que se haga visible este plan alternativo de los de abajo.
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