En artículos anteriores, hemos expresado con claridad que somos opositores al Gobierno nacional y, al mismo tiempo, a la oposición hasta hace poco agrupada en la MUD, es decir la oposición que a veces hemos llamado restauradora, pues quisiera restablecer el modelo político existente hasta 1998, o conservadora, por estar integrada mayoritariamente por partidos y políticos muy retrógrados, atrasados, sin propuestas de cambio de ninguna especie, partidarios de la inexistencia de la proporcionalidad electoral y con demasiados nexos de dependencia con el gobierno estadounidense y de amistad con el expresidente Uribe. Podríamos también llamarla la oposición polarizada, es decir la que le ha hecho el juego al Gobierno en el montaje de un sistema político y gubernamental, que sólo permite la actuación de dos grupos partidistas o alianzas de partidos: el mayoritario, sin importar el número de votos que determina esa mayoría, y el minoritario, es decir el que siga en votación a quien llegue de primero.
Ya hemos señalado como el Polo Patriótico y la MUD son alianzas que no se diferencian en las políticas fundamentales para Venezuela, ni en el desempeño tenido al respecto. No estoy diciendo que sean idénticos, no. Afirmo solamente que en las cuestiones esenciales para el desarrollo nacional se han comportado en la misma nefasta y castradora forma. Son rentistas, partidarios de sólo vender materia prima, fanáticos de las importaciones, sin ejecutorias para la industrialización nacional, ajenos al desarrollo científico y tecnológico, despreocupados del estado calamitoso de la educación formal en el país, corruptos, adeptos a dirigir los ingresos petroleros extraordinarios a gastos no productivos, al consumo no prioritario y a la creación de su propia burguesía; partidarios de corregir sus entuertos económicos con programas de ajuste antipopulares, con control de cambios para limitar el acceso a las divisas y con cambios diferenciales que permiten grandes negociados.
Hay, además, otra serie de similaridades, menos importantes por no estar en la esfera de lo primordial, pero que conocerlas ayuda a entender que los enfrentamientos que a diario vemos son parte de un espectáculo, que tiene como objetivo distraer al ciudadano común de otras opciones políticas y electorales, que a la postre podrían significar un mejor futuro para Venezuela. Los venezolanos debemos rechazar el escenario de tener que votar por el menos malo o contra el más odiado. No hay menos malo en estas contiendas, hay dos muy malos. Antes de Chávez se trataba de la escogencia entre AD y COPEI, como si fueran algo distinto para el país. Los intercambiamos varias veces y los resultados obtenidos no cambiaron, el rumbo económico fue el mismo, nunca abandonamos el rentismo petrolero y seguimos haciendo lo que se ha hecho desde hace casi 100 años: vender combustible fósil, materia prima, muy necesaria y valiosa, pero materia prima al fin y al cabo, con cuya sola venta ningún país se ha desarrollado hasta ahora.
Ambos sectores son antisindicales y organizan sindicatos y federaciones pro gubernamentales, mediatizados, con dirigentes por ellos escogidos, verdaderos mercenarios del mundo obrero. Incumplen las contrataciones colectivas y los otros mecanismos de ajustes salariales; recordemos las luchas de los profesores universitarios en los ochenta por el incumplimiento gubernamental de las Normas de Homologación, hoy también incumplidas por el actual Gobierno. Les disgusta la autonomía universitaria, por lo que organizan sistemas educativos paralelos de muy baja calidad, controlados por autoridades sin credenciales y designadas: las universidades experimentales con AD y COPEI y las bolivarianas con los chavecos. Intervienen y rebajan la calidad de las instituciones que desprecian: Leoni y Caldera eliminaron la necesidad de ser doctor para ser autoridad universitaria y ascender a profesor asociado; Chávez y Maduro han designado también autoridades sin mérito ninguno y, en el IVIC, la Asamblea elimina el doctorado para ser investigador o directivo.
Ambos equipos usan el populismo, la demagogia, el engaño, la manipulación de los otros poderes, aunque, para seguir siendo objetivo, hay que reconocer que el chavecismo los ha llevado a niveles jamás alcanzados anteriormente.
La Razón, pp A-6, 28-12-2014, Caracas
Ya hemos señalado como el Polo Patriótico y la MUD son alianzas que no se diferencian en las políticas fundamentales para Venezuela, ni en el desempeño tenido al respecto. No estoy diciendo que sean idénticos, no. Afirmo solamente que en las cuestiones esenciales para el desarrollo nacional se han comportado en la misma nefasta y castradora forma. Son rentistas, partidarios de sólo vender materia prima, fanáticos de las importaciones, sin ejecutorias para la industrialización nacional, ajenos al desarrollo científico y tecnológico, despreocupados del estado calamitoso de la educación formal en el país, corruptos, adeptos a dirigir los ingresos petroleros extraordinarios a gastos no productivos, al consumo no prioritario y a la creación de su propia burguesía; partidarios de corregir sus entuertos económicos con programas de ajuste antipopulares, con control de cambios para limitar el acceso a las divisas y con cambios diferenciales que permiten grandes negociados.
Hay, además, otra serie de similaridades, menos importantes por no estar en la esfera de lo primordial, pero que conocerlas ayuda a entender que los enfrentamientos que a diario vemos son parte de un espectáculo, que tiene como objetivo distraer al ciudadano común de otras opciones políticas y electorales, que a la postre podrían significar un mejor futuro para Venezuela. Los venezolanos debemos rechazar el escenario de tener que votar por el menos malo o contra el más odiado. No hay menos malo en estas contiendas, hay dos muy malos. Antes de Chávez se trataba de la escogencia entre AD y COPEI, como si fueran algo distinto para el país. Los intercambiamos varias veces y los resultados obtenidos no cambiaron, el rumbo económico fue el mismo, nunca abandonamos el rentismo petrolero y seguimos haciendo lo que se ha hecho desde hace casi 100 años: vender combustible fósil, materia prima, muy necesaria y valiosa, pero materia prima al fin y al cabo, con cuya sola venta ningún país se ha desarrollado hasta ahora.
Ambos sectores son antisindicales y organizan sindicatos y federaciones pro gubernamentales, mediatizados, con dirigentes por ellos escogidos, verdaderos mercenarios del mundo obrero. Incumplen las contrataciones colectivas y los otros mecanismos de ajustes salariales; recordemos las luchas de los profesores universitarios en los ochenta por el incumplimiento gubernamental de las Normas de Homologación, hoy también incumplidas por el actual Gobierno. Les disgusta la autonomía universitaria, por lo que organizan sistemas educativos paralelos de muy baja calidad, controlados por autoridades sin credenciales y designadas: las universidades experimentales con AD y COPEI y las bolivarianas con los chavecos. Intervienen y rebajan la calidad de las instituciones que desprecian: Leoni y Caldera eliminaron la necesidad de ser doctor para ser autoridad universitaria y ascender a profesor asociado; Chávez y Maduro han designado también autoridades sin mérito ninguno y, en el IVIC, la Asamblea elimina el doctorado para ser investigador o directivo.
Ambos equipos usan el populismo, la demagogia, el engaño, la manipulación de los otros poderes, aunque, para seguir siendo objetivo, hay que reconocer que el chavecismo los ha llevado a niveles jamás alcanzados anteriormente.
La Razón, pp A-6, 28-12-2014, Caracas
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