Por: Miguel Lamas
Izquierda Socialista
22/02/2014
La movilización de centenares de miles de personas en Ucrania obligó al gobierno a derogar las leyes represivas (contra las manifestaciones), enfrentó y derrotó a la policía en muchos casos y hay ocupados decenas de edificios públicos de ministerios y gobernaciones y obligó a la renuncia del primer ministro y todo su gabinete.
Ucrania, país de 45 millones de habitantes, que perteneciera a la antigua Unión Soviética, enfrenta una crisis terminal relacionada con la crisis mundial y el neoliberalismo extremo que llevó a la pobreza a gran parte de la población, a la fuga masiva de capitales por parte de una oligarquía saqueadora que no paga impuestos, los trabajadores estatales tienen meses de atraso en sus sueldos, y el país no alcanza a pagar el gas que importa de Rusia. La desocupación es muy alta (8%) y el salario medio en Ucrania es entre 2 y 2.5 veces inferior al de Rusia y Bielorrusia, y muchísimo más bajo que en la UE. Estos son los motivos básicos del descontento popular y da fuerza a la movilización. La rebelión tiene parentesco directo con el proceso de revolución árabe y las protestas masivas en el vecino país Turquía.
El gobierno encabezado por el presidente Viktor Yanukovich es pro ruso, aliado a Vladimir Putín y está contra la entrada en la Unión Europea (UE). Putin hizo parar el acuerdo con la UE acordando con Yanukovich bajar el precio del gas (al 50%) que les vende y ofreciendo un préstamo de 15.000 millones de dólares, pero atado a sus propios planes de saqueo de Ucrania.
Justamente la movilización empezó en noviembre repudiando la decisión del gobierno de congelar el acuerdo de asociación con la UE. La oposición burguesa, encabezada por la ex primer ministra Yuli Timoshenko, exige la entrada a la Unión Europea y sectores populares apoyan porque tienen ilusiones de que esto podría mejorar la situación (mientras en Grecia o Estado español son muchos lo que dicen que hay que salirse de la Unión Europea en crisis, ante los ajustes antipopulares que esta impone). Justamente la movilización popular con miles de personas instaladas en la Plaza Independencia de Kiev, adquirió el nombre de "Euromaidan" (Plaza Europa). La revuelta popular que se mantiene desde hace dos meses, ha desbordado a la propia dirección, enfrentó violentamente a la policía con centenares de heridos de ambos lados y algunos muertos, exige ahora nuevas elecciones nacionales.
Los socialistas revolucionarios apoyamos las movilización del pueblo, de la juventud y los trabajadores ucranianos por sus derechos democráticos, contra al brutal represión y por su derecho a decidir su destino echando al actual gobierno represivo. Consideramos que la solución no pasa ni por entrar en la UE ni por apoyar a los dirigentes de los capitalistas que están saqueando al país, sean "opositores" u oficialistas, ni por acuerdos con Rusia. En este sentido destacamos el manifiesto de la agrupación ucraniana Oposición de Izquierda que convoca a luchar por el no pago de la deuda y ruptura con el FMI y "nacionalizar la metalurgia, la minería y las industrias químicas, junto con las empresas estructurales (energía, transporte y comunicaciones) que, controladas por los trabajadores, deben de contribuir al bien común". Sólo un programa de los trabajadores y el pueblo, basado en recuperar el control de las riquezas y producción nacionales, puede comenzar a solucionar la crisis.
Ucrania, país de 45 millones de habitantes, que perteneciera a la antigua Unión Soviética, enfrenta una crisis terminal relacionada con la crisis mundial y el neoliberalismo extremo que llevó a la pobreza a gran parte de la población, a la fuga masiva de capitales por parte de una oligarquía saqueadora que no paga impuestos, los trabajadores estatales tienen meses de atraso en sus sueldos, y el país no alcanza a pagar el gas que importa de Rusia. La desocupación es muy alta (8%) y el salario medio en Ucrania es entre 2 y 2.5 veces inferior al de Rusia y Bielorrusia, y muchísimo más bajo que en la UE. Estos son los motivos básicos del descontento popular y da fuerza a la movilización. La rebelión tiene parentesco directo con el proceso de revolución árabe y las protestas masivas en el vecino país Turquía.
El gobierno encabezado por el presidente Viktor Yanukovich es pro ruso, aliado a Vladimir Putín y está contra la entrada en la Unión Europea (UE). Putin hizo parar el acuerdo con la UE acordando con Yanukovich bajar el precio del gas (al 50%) que les vende y ofreciendo un préstamo de 15.000 millones de dólares, pero atado a sus propios planes de saqueo de Ucrania.
Justamente la movilización empezó en noviembre repudiando la decisión del gobierno de congelar el acuerdo de asociación con la UE. La oposición burguesa, encabezada por la ex primer ministra Yuli Timoshenko, exige la entrada a la Unión Europea y sectores populares apoyan porque tienen ilusiones de que esto podría mejorar la situación (mientras en Grecia o Estado español son muchos lo que dicen que hay que salirse de la Unión Europea en crisis, ante los ajustes antipopulares que esta impone). Justamente la movilización popular con miles de personas instaladas en la Plaza Independencia de Kiev, adquirió el nombre de "Euromaidan" (Plaza Europa). La revuelta popular que se mantiene desde hace dos meses, ha desbordado a la propia dirección, enfrentó violentamente a la policía con centenares de heridos de ambos lados y algunos muertos, exige ahora nuevas elecciones nacionales.
Los socialistas revolucionarios apoyamos las movilización del pueblo, de la juventud y los trabajadores ucranianos por sus derechos democráticos, contra al brutal represión y por su derecho a decidir su destino echando al actual gobierno represivo. Consideramos que la solución no pasa ni por entrar en la UE ni por apoyar a los dirigentes de los capitalistas que están saqueando al país, sean "opositores" u oficialistas, ni por acuerdos con Rusia. En este sentido destacamos el manifiesto de la agrupación ucraniana Oposición de Izquierda que convoca a luchar por el no pago de la deuda y ruptura con el FMI y "nacionalizar la metalurgia, la minería y las industrias químicas, junto con las empresas estructurales (energía, transporte y comunicaciones) que, controladas por los trabajadores, deben de contribuir al bien común". Sólo un programa de los trabajadores y el pueblo, basado en recuperar el control de las riquezas y producción nacionales, puede comenzar a solucionar la crisis.
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