Por Esperanza Hermidaz
Militante de Bandera Roja
organizada en el Comité de Luchas de Estudiantes Revolucionarios (CLER),
tendría aproximadamente 20 años de edad, tez blanca, tono de voz metálico,
sonrisa bonita, ojos verdes, redondos, grandes, profundos. Inteligente.
Valiente. Mujer. Definitivamente bolchevique. Nos conocimos en el centro
cultural Kleber Ledesma, ubicado en la planta baja del bloque 1 de Pro Patria,
Catia, sede operativa de los Comités de Luchas Populares (CLP). Corría el año
de 1977. En ese entonces me iniciaba en el Comité de Luchas Populares (CLP).
Junto con María, militante del CLP, Isabel y yo compartimos tareas del CLER en
varios liceos del oeste de Caracas. También ejecutamos actividades de apoyo al Comité
de Luchas Obreras (CLO) en la zona industrial de Catia, distribuyendo
propaganda en las puertas de las fábricas. Muchos domingos subimos y bajamos
escaleras en las “batidas” de venta del periódico Qué Hacer,
órgano informativo de los CLP, en las calles multicolores del barrio Mario
Briceño Iragorri en Pro Patria. Una vez estuvimos en la “batida central” de
Petare. En otro momento coincidimos en el centro de Caracas. Era muy fuerte y
dulce, tanto en sus posiciones como en las formas de expresarlas. Alguna vez me
pasó por la mente la idea de emularle. Como era usual en aquellas épocas, dejé
de verla pues fuimos asignadas a otras actividades en organismos diferentes. 5
años después, en medio de un período que se conoció como la razzia
contra Bandera Roja, me enteraría con dolor que Isabel había fallecido a manos
de la represión del gobierno de Luis Herrera Campins. Isabel tenía otro seudónimo
según informaba la prensa. Tenía un nombre y un apellido que hasta entonces
desconocía. Estaba yo empezando estudiar Historia en la UCV…
Isabel murió el 4 de octubre de
1982. Algunos denominan el área del crimen como sector de Mare Mare o Los Changurriales,
a unos nueve kilómetros de Cantaura, estado Anzoátegui. Informaciones que no
puedo confirmar ni negar, indican que ese día se realizaría un Pleno Regional con
los miembros del Frente Américo Silva, organismo que formaba parte del
partido Bandera Roja y de su política para la época. La prensa y ciertos
testimonios de sobrevivientes, reproducidos en varios portales de Internet,
indican que fueron utilizadas 17 bombas de 250 libras de explosivos, las que se
lanzaron al campamento donde se efectuaría la reunión. También reportan que 1.500
efectivos del Ejército, la Guardia Nacional y la Dirección de los Servicios de
Inteligencia y Prevención (DISIP), cercaban la zona. Se conoció que su orden fue
aniquilar a los miembros del Frente Américo Silva. El periódico Qué
Hacer había denunciado, meses atrás, el cerco militar en el oriente del
país y la denominada operación “tijera” instrumentada por los cuerpos
represivos del Estado.
Ver el rostro de Isabel entre las
imágenes publicadas por la prensa sobre los seres humanos asesinados, es un hecho
que aún tiene un gran impacto emocional en mi. De todos los guerrilleros
muertos el 4 de octubre de 1982 en Cantaura, Isabel había sido para mí, además
de una camarada, la persona que se detuvo a explicar, orientar, informar y esas
actitudes educativas, son muy importantes cuando una adolescente comienza su
militancia política. Isabel representó en ese sentido, un ejemplo con su
práctica diaria. Por eso en lo particular, el recuerdo y la conmemoración de
Cantaura tiene ese componente tan especial que se llamó Isabel.
El
recientemente fallecido y pluma revolucionaria venezolana, Domingo Alberto
Rangel, publicó en 1987 un artículo sobre ese terrible asesinato conocido
popularmente como la masacre de Cantaura. Allí señalaba que “… El asalto a
los muchachos reunidos en Cantaura debió planearse como una gran operación
militar. Así lo prueban la diversidad de las fuerzas que realizaron la faena,
los intervalos en su ejecución, la sincronización de todas las fases del
operativo y por último los medios utilizados. No se sabe si hubo alguna
delación pero es harto probable. Pero era evidente que los cuerpos represivos conocían
la reunión de antemano (...) Es obvio que se quiso hacer un escarmiento
ejemplar para aterrorizar a quienes quisiera seguir el camino guerrillero.
El proceso
de la masacre es conocido. La Aviación Militar arrojó sobre la reunión en los
matorrales vecinos unas bombas para dispersar a los que allí deliberaban. No se
sabe si las bombas mataron a algunas personas. Realizado el bombardeo vino la policía
política. Y se consumó la matanza. A algunos muchachos se les remató. Eso fue
todo, así de simple…”
En el segundo
gobierno de Chávez se aprobó una ley para investigar este crimen político
cometido por funcionarios del Estado, pues forma parte de los hechos acaecidos
entre 1958 y 1998. También se constituyó una comisión de investigación. Además,
el Ministerio Público realizó algunas exhumaciones de los cadáveres y el
análisis de las osamentas terminó confirmando lo que Domingo Alberto denunciaba
25 años atrás. Hay, no obstante, una evidente falta de voluntad gubernamental
para profundizar y sancionar. La balanza, cada vez que llega un 4 de octubre,
el gobierno de Chávez la inclina a destacar el tema de las delaciones y las
críticas a las alianzas con COPEI y AD que materializa o materializó de la
dirección de Bandera Roja. Se omite de esta manera una verdad difícil para el
chavismo: los principales autores intelectuales y materiales de esta masacre
han sido amparados, por acción u omisión, por el gobierno de Chávez. Camarada
Isabel, hoy, treinta años después, la impunidad cubre con su manto tu muerte.
¡¡¡Honor y
gloria a todos los caídos!!!
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