Luis Fuenmayor Toro
Crear empresas mixtas con transnacionales extranjeras, aun
manteniendo la mayoría accionaria, constituye un acto de privatización.
Un porcentaje de los activos de la empresa mixta pertenece a la transnacional
creada, mientras otro porcentaje es propiedad de PDVSA. Se comparte, entonces,
la propiedad del crudo. Todo ello es privatización de la industria y lo demás
son explicaciones a lo cubano, es decir simples racionalizaciones. PDVSA no ha
sido privatizada, pero la industria sí lo ha sido. PDVSA es un cascarón con
cien mil trabajadores, que hoy se ocupa de privatizar la industria, pagar su
exorbitante nómina y administrar programas sociales. Las actividades
extractivas están en manos de sus empresas hijas, principalmente compañías de
capital mixto con consorcios capitalistas chinos, rusos, estadounidenses,
indios, brasileños y otros.
Para quienes aún lo duden, el ministro Ramírez lo ha dejado
bien claro: PDVSA venderá parte de sus acciones en las empresas mixtas, hasta
quedarse sólo con el 51% de las mismas, y ya comenzó el proceso con Petropiar,
empresa entre PDVSA (70%) y la estadounidense Chevron (30%), de la que venderá
10% de acciones a una empresa china. Las acciones, aparentemente, van a ser
negociadas a través de la bolsa de Hong Kong y no de casas bursátiles
venezolanas o suramericanas, lo que no deja de llamar la atención. Este tipo de
negociaciones reafirman la privatización de la industria petrolera, hecho
inconstitucional y contra el cual se luchó durante décadas. Simultáneamente, la
transnacional “Harvest Natural Resources” decidió vender 32% de la empresa
mixta Petrodelta, y nada más el anuncio llevó a que las acciones se elevaran en
33%.
Ante estos hechos claramente contrarios al interés nacional
y violatorios de la Constitución, el Presidente de la Academia de Ciencias
Económicas no cuestiona que la petrolera se abra a inversionista privados
foráneos y dice que las estatizaciones demostraron ser una estupidez. Sus
desacuerdos sólo están en la no participación de los empresarios venezolanos.
Mucho antes, cuando se inician los acuerdos con empresas extranjeras en la Faja
del Orinoco, el Director del diario Tal Cual dijo que se había tardado 10 años
en aceptar, que la propuesta de apertura petrolera del pasado era correcta, y
pasó a felicitar la decisión tomada. Esta es la opinión de los adversarios al
Gobierno. La de los partidarios ya me la imagino. Apoyo contra viento, marea y
patria.
Para quienes siempre hemos enfrentado la privatización
petrolera y luchamos por la nacionalización de la industria, no tienen sentido
las comparaciones con los programas de privatización anteriores. Que si la
regalía hoy es mayor, que si la mayoría accionaria es del país, que si la faja
era bitumen y hoy es petróleo y toda una serie de racionalizaciones para
justificar la privatización actual. No estoy discutiendo cuál privatización es
mejor; mantengo que el petróleo no debe privatizarse.
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