César Arismendi
Al decir de ese intelectual
brillante de la “izquierda radical”, Domingo Alberto Rangel, con palabras más o
palabras menos, la rueda de la globalización capitalista luce indetenible y el
denominado “imperio norteamericano” ya cuenta con nuevos socios ¡quién iba a
pensarlo! se trata, para asombro de los marxistas más ortodoxos, del ingreso de
Rusia y China como países imperialistas, cuya génesis socialista terminó
desmoronándose, participando ahora en sana competencia en
todos los ámbitos, junto a los odiados “imperialistas gringos”.
Un dato ilustrativo de ese nuevo perfil capitalista-imperial, arguye Rangel, es el dramatismo de la sobreexplotación de la masa trabajadora en las fábricas chinas, que debe trabajar entre 10 y 14 horas para garantizar la producción de mercancías aceptables, en el contexto del torbellino de la lógica de este sistema; para luego exportarla en inmensas cantidades hacia los EEUU.
En consecuencia, si seguimos el hilo del discurso
de Rangel, el gobierno “chavecista” se inscribe en este contexto del sistema
capitalista mundial, pero como un socio menor, cuyo legado es la de ser
consecuente con los despachos de 2 millones y medio de barriles diarios de
petróleo hacia EEUU. Y -diría uno- de
miles y miles de barriles diarios del “oro negro” de exportación hacia Rusia y
China, a cambio de armamentos y endeudamiento para obtener “dinero fresco”. Por
cierto, todavía se recuerda el escándalo con los chinos porque éstos,
aprovechándose de la “ingenuidad” de PDVSA, al venderles a precios preferenciales, se
encargaban de revenderlos a otros países para obtener 5 dólares de beneficios
por cada barril de petróleo. Amén de la firma de convenios mixtos leoninos y contrarios a los intereses de la República para
explotar petróleo en la Faja del Orinoco con EEUU, Rusia y China; entre otros
países.
Así mismo, en el caso de los
trabajadores venezolanos, dependientes del Estado-Patrono, la sobreexplotación,
al igual que con los trabajadores chinos, reviste un cuadro dramático y quizás
peor aún, porque se les vienen violando sistemáticamente sus derechos laborales
contractuales y de ley: sueldos y salarios miserables que son devorados por los
altos índices inflacionarios de los productos básicos, pagos de salarios
integrales incompletos y cuando a éste le da la gana; despidos permanentes,
hostigamiento y acoso al personal, especialmente contra quiénes no se identifican con el partido de
gobierno; negativa a discutir los proyectos de convenios colectivos; política
represiva hacia los dirigentes naturales de los trabajadores y desconocimiento
del liderazgo sindical; incumplimiento en
pagos de deudas y pasivos laborales; inestabilidad laboral por
imposiciones del régimen de contratos, para evitar que los trabajadores opten a
cargos fijos o por cambios de un ministerio a otro, sin consultas e
informaciones adecuadas; desconocimiento de la mayoría de los beneficios de ley
a pensionados y jubilados; y pare de contar.
No obstante esa hipocresía social
del “socialismo chavecista” (entiéndase un vulgar y “salvaje” Capitalismo de
Estado); ha tenido que enfrentarse a los muros de contención de las protestas
diarias de los trabajadores en la calle, que jamás se doblegarán ante un régimen
represor y opresor contra los intereses genuinos de la masa trabajadora. ¡Tiempos
de cambios ante esa hipocresía “socialista” nefasta! Hay que luchar duro para brille el sol en el
horizonte. El paraíso no está a la vuelta de la esquina.
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