Las protestas laborales encabezaron la lista de
manifestaciones en el 2011
Ciudad Guayana, Viernes, 30 de Diciembre de 2011. El
sindicalismo venezolano tiene, entre todos, dos retos resaltantes para 2012:
lograr la refundación del movimiento sindical y, en consecuencia, ser un
interlocutor válido entre los trabajadores y el Ejecutivo. Dentro de esas
aspiraciones se cuela el componente electoral que fácilmente permea el
fragmentado y dependiente movimiento de los trabajadores.
Conseguir la construcción de un movimiento autónomo en el
año venidero será cuesta arriba, considerando los niveles de polarización a los
que llegará el país con la cercanía de las elecciones presidenciales.
Algunos piensan -en un escenario más pesimista- que el
movimiento sindical disidente se centrará en garantizar su supervivencia ante
la avasallante maquinaria del buró oficial.
Pese a las capacidades exhibidas oficialistas, durante
2011 los trabajadores dieron avances hacia la reconstrucción del movimiento que
pudieran reflejarse en el 2012.
Las movilizaciones del primer trimestre organizadas por
el Frente Autónomo en Defensa del Empleo, el Salario y el Sindicato (Fadess)
fueron los primeros pasos para el incipiente movimiento.
En los meses siguientes la capacidad de movilización se
redujo, siendo imposible consolidar un equipo sólido en Guayana por la ausencia
de discusión regional.
Para el último trimestre la Fuerza Bolivariana de
Trabajadores (FBT) supo encaminar el proyecto para consolidar una central que
contara con el visto bueno del presidente Hugo Chávez. La excusa fue la
redacción de una nueva Ley Orgánica del Trabajo (LOT), deuda pendiente de la
Asamblea Nacional y del Ejecutivo.
Mas la decisión de entregar la redacción de la
legislación al primer mandatario separó de antemano las posibilidades de un
encuentro, considerando las amplias diferencias entre la dirigencia tanto por
la forma en que nació la organización como por sus decisiones iniciales.
En la discusión de la reforma a la LOT tampoco se
supieron insertar los sindicatos disidentes; quedaron relegados a las agendas
regionales ocupadas con elecciones, despidos y hasta la encarcelación de
dirigentes.
Los procesos electorales fueron un indicador importante
tanto para el Ejecutivo como para la propia dirigencia. Los bajos niveles de
abstención demostraron a muchos la plena vigencia del sindicato y los retos del
control obrero ante una institución arraigada en el movimiento guayanés.
Como novedad apareció la violencia en los portones de las
empresas básicas, eventos que hasta la fecha se habían dado en el sector
construcción alejados del mundo industrial y en circunstancias distintas.
El saldo fue de un ferrominero muerto, así como
dirigentes sindicales y trabajadores heridos por la violencia política; todos
estos hechos hasta ahora impunes.
Dentro de las victorias se exhibe la excarcelación del
secretario general de Sintraferrominera, Rubén González, quien estuvo 17 meses
privado de libertad por haber liderado junto a los ferromineros una protesta de
16 días en Ciudad Piar.
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