Por: Miguel Angel Hernández*
Atalaya revolucionaria
Tomado de laclase.info
Jorge Giordani, Ministro de Finanzas, destacó recientemente
un crecimiento de 4,2% del Producto Interno Bruto venezolano durante el tercer
trimestre del presente año; mientras que Nelson Merentes, Presidente del BCV,
sin ocultar su enorme satisfacción, previó que el 2011 terminará con un
crecimiento superior al 4% y pronosticó que para el 2012 puede superarse la
barrera del 5% de crecimiento del PIB. Para los dos funcionarios del gobierno
“lo peor de la crisis ya pasó”, “la economía comenzó a reaccionar” y aseguraron
que “Venezuela entró en una nueva racha de crecimiento”. Lo que no explicaron
los versados economistas fue el significado de estas cifras; cómo se
alcanzaron; cuáles son los sectores más favorecidos; y si ellas representan en
verdad algún beneficio para la clase trabajadora y los sectores populares.
¿Qué es el PIB?
Se entiende por PIB una medida agregada o total, que expresa
el valor monetario, a precios constantes, de la producción de bienes y
servicios finales de una nación durante un período de tiempo determinado; y su
incremento, ha sido utilizado en forma deliberada por los gobiernos y los
economistas panegíricos del capitalismo, como un indicador de bienestar social.
Por eso siempre han tratado de explicar el crecimiento del PIB, en función de
las mayores motivaciones que tienen los inversores para arriesgar sus
capitales, así como a la generación de más cantidad de plazas de trabajo y
mejores salarios percibidos por los trabajadores, que son en últimas, los
productores de tales bien y servicios.
Pero nunca fue así. La decisión de un inversor para
aventurar sus capitales, está determinada por las expectativas que tienen de
que los empleos a proveer y los salarios a pagar, así como la seguridad de que
su producto o servicio tendrá acogida en el mercado y que la venta de los mismo
le proporcionará una ganancia, como mínimo igual o superior a la tasa media de
ganancia que obtienen en su conjunto los capitalistas del país. Desde esa
perspectiva los inversores capitalistas invariablemente tienen en mente cómo su
mayor preocupación la reducción al máximo del personal a contratar y a
retribuirlos con los más bajos salarios posibles; toda vez que hacer marketing
para generar entre los consumidores nuevas “necesidades” y justificar sus
precios, relativamente es un poco más sencillo.
A esta ley general, no escapa la economía venezolana, por
más que el Presidente Chávez todo los días nos repita hasta el cansancio que la
nuestra es una economía en transición al socialismo y que le estamos ganando la
batalla al capitalismo. Los datos suministrados por el Banco Central de
Venezuela y utilizadas en diversos momentos por el economista Víctor Álvarez
(Ver: “La transición al socialismo de la Revolución Bolivariana “) para
demostrar que la economía venezolana es cada vez más capitalista, nos indican
que la distribución del ingreso para el sector Trabajo se redujo del 40% en
1998 al 37% en el 2010. Además es de anotarse que entre 1999 y el 2010, la
iniciativa (inversión) privada creció, pasando del 64,8% al 70%; mientras que
la del Estado se contrajo de 35 a 30% en el mismo período de tiempo.
Cómo se alcanzaron estas cifras
Señala Álvarez que entre el año 2003 y 2007, en vísperas del
inicio de la crisis capitalista internacional con fuerte impacto sobre la
economía venezolana, el propósito gubernamental fue reactivar el aparato
productivo para lo cual implementó una política de “incentivos a la inversión
económica, las exoneraciones arancelarias, de los créditos a baja tasa de
interés y largo plazo, los dólares preferenciales, los dólares a mitad de
precio de lo que indicaba el mercado, del suministro de materias primas de
condiciones preferenciales, la capacitación técnica y productiva, las
exoneraciones de impuesto sobre la renta o del IVA, en fin, toda esa amplia
gama de instrumentos de política económica que puede manejar el gobierno
bolivariano, son ofrecidos a ese aparato productivo en función de reactivarlo,
de reanimarlo”. Gracias a esta política los empresarios gozaron un puyero
durante cinco años, incrementando sus ganancias y haciéndose de un colchón que
les permitió enfrentar en forma tranquila los tres años de contracción
económica vividos por el país. Sobre todo el otorgamiento de enormes volúmenes
de dólares a precio subsidiado se ha convertido en una importante fuente de
ingresos para el parasitismo empresarial.
A partir del año 2008 la recesión se instaló en el país y
efectivamente el valor monetario de los bienes y servicios producidos empezó a
contraerse, pero en modo alguno significó una disminución del porcentaje de
rentabilidad obtenida por los empresarios privados por cada bolívar fuerte o
dólar invertido. Con la inflación, el desabastecimiento ficticio y la
especulación, los empresarios privados sacaron una buena tajada de ganancias
que superaron largamente la disminución de sus ingresos debido a la baja de la
producción de bienes y servicios.
Por su parte el sector público, que también tuvo un bajón
drástico en la producción, suplió esta caída con la obtención de mayores
ingresos gracias al incremento del impuesto indirecto cobrado a los pobres
por la vía del perverso mecanismo del IVA, que golpea a los sectores populares
y no discrimina entre asalariado o desempleado. Sin excepción todos debemos
pagar IVA.
En materia salarial, el gobierno se apegó a la ley que rige
el comportamiento de cualquier capitalista mundano: congelación salarial al
punto que dos millones y medio de empleados de la administración pública llevan
siete años sin discutir el Contrato Colectivo Marco; extensión de la jornada de
trabajo sin retribuirla con pago de horas extras y encubriéndolo con el velo
del “trabajo voluntario”; y se encargó de legitimar la tercerización
promoviendo las cooperativas para aprovecharse de las necesidades de decenas de
miles de venezolanas y venezolanos, que al estar desempleados no tuvieron otra
opción que agruparse para contratar con el Estado, pero sin gozar de
vinculación fija ni prerrogativas contractuales, muy por debajo de lo
contemplado en la Ley Orgánica del Trabajo y sin posibilidades de organizarse
sindicalmente para reclamar sus derechos. Obviamente de esta legitimización de
la tercerización y del festín de la súper-explotación, también gozaron los
alcaldes y gobernadores de la oposición que gustosos copiaron esta desalmada
forma de sobreexplotación de la fuerza de trabajo venezolana.
Además de saquear el bolsillo de los trabajadores y el
pueblo, el gobierno pisó el acelerador de la desnacionalización de la
industria petrolera al darle vida al mecanismo de las empresas mixtas,
permitiendo con ello que las multinacionales se convirtieran en socias del
negocio hasta en un 40%. Eso nos permite afirmar que sólo el 60% de las
reservas y la producción presente y futura, al menos para los próximos 50 años,
de la Faja Petrolífera del Orinoco, será del Estado, mientras que el resto será
para las sanguijuelas que controlan la industria petrolera mundial.
En las industrias básicas, para apañar la crisis, el
Gobierno firmó contratos leoninos con multinacionales para las ventas a
futuro de bienes a precios fijos, justo en el momento en que se presenta un
crecimiento sostenido en las materias primas requeridas por las grandes
potencias económicas internacionales. Política que con el correr del tiempo
también se aplicó para el petróleo, siendo los chinos los más beneficiados. Y
No hace mucho el gobierno expidió un decreto de “nacionalización” de la
industria extractora de minerales preciosos, pero rápidamente se supo que tal
política estaba encaminada a controlar la explotación artesanal indiscriminada
y en pequeña escala, y al poco tiempo se dio apertura a las negociaciones
con grandes multinacionales para aplicar el esquema de las empresas mixtas en
la explotación aurífera.
Y la frutilla que adorna la política al servicio de los
empresarios, bien sean estos rojo-rojitos o de oposición, nacionales o
internacionales, ha sido el peligroso y creciente endeudamiento público
externo con organismos financieros internacionales, con gobiernos capitalistas,
o hipotecando a Pdvsa y la producción petrolera con la venta de bonos. Sólo
en el año 2011, el crecimiento de la deuda pública registró un avance del 22%,
llegando a la astronómica cifra de 94 mil millones de dólares, cuando el país vive
sus peores años de producción.
Economía de puertos para compensar la caída de la
producción
Una agresiva política importadora de bienes, especialmente
alimentos, para atender la demanda nacional, ha sido la respuesta oficial a la caída
en la producción nacional. Obviamente, mientras se favorecía al sector ligado a
la importación, el Gobierno se mostró incapaz de diseñar y ejecutar un plan de
promoción de la actividad agropecuaria y de desarrollo de la industria local.
El discurso de la soberanía alimenticia fue pura ficción demagógica para
encubrir la creciente dependencia. Ha sido tal la ineptitud, que el Gobierno
del Presidente Chávez ha sido el único del mundo que en medio de una crisis
económica se permitió el lujo de dejar descomponer cerca de 100 mil toneladas
de alimentos, y todavía no hay ningún sancionado.
El Presidente Chávez profundiza la dependencia alimentaria
del país y justifica la quiebra del aparato productivo, resguardándose en
discursos encendidos de denuncia a empresarios opositores que sabotean el
desarrollo nacional mediante el desabastecimiento y la especulación. Es cierto
que los empresarios desabastecen artificialmente el mercado, especulan y
conspiran no sólo contra el gobierno sino esencialmente contra el bolsillo de
los trabajadores y el pueblo, pero lo hacen bajo la mirada cómplice del
gobierno, quien a su vez descarga planes de ajuste contra los trabajadores y
atropella los derechos de los empleados ligados a la administración pública. No
existe ninguna autoridad política ni moral del gobierno para huir a sus
responsabilidades, cuando todos sabemos que el gobierno promueve al sector
importador y favorece a gobiernos capitalistas o multinacionales suplidoras de
bienes y productos alimenticios.
El encuentro de alto nivel celebrado este 28 de noviembre
entre el Presidente Chávez y su homólogo Juan Manuel Santos de Colombia, en el
cual se concertaron acuerdos para exonerar de medidas arancelarias a 3500
productos, confirman que este gobierno, no tiene la más mínima intención de
poner en pie un aparato productivo al servicio del país y de los más pobres,
que sustituya importaciones y que abarate la producción de bienes y servicios
requeridos en forma urgente por la población.
Es claro entonces que la economía de puertos será uno de los
distintivos de la incapacidad del proyecto de gobierno del Presidente Chávez y
de su estrecho compromiso con el sector importador, con gobiernos capitalistas
y con las multinacionales proveedoras de bienes y servicios.
¿Quiénes son los grandes favorecidos?
Las expectativas o las dudas que alguien pudiese tener sobre
los objetivos económicos que persigue el gobierno del Presidente Chávez se
despejan cuando se desmenuza el informe de Giordani y Merentes, sobre cuáles
son los sectores económicos que más han repuntado en esta nueva tendencia de
crecimiento económico en Venezuela.
El sector que más creció fue el Financiero y de Seguros,
donde por cierto ahora tiene metidas las manos empresarios ligados al gobierno.
En forma casi grosera este poderoso sector registró un crecimiento del 15,1%.
Le sigue el sector de la Construcción con un 8%, atribuido según los
funcionarios, al desarrollo de la Gran Misión Vivienda. Pero si nos atenemos a
las cifras oficiales, el más beneficiado sería el sector privado, por cuanto la
producción de unidades de viviendas durante el año 2011, sólo el 30%
correspondió al Estado y el 70% restante a los constructores privados.
Le siguen en su orden las Comunicaciones, con un crecimiento
del 7,9%, sector donde todos bien sabemos tiene una alta cuota de participación
dos grandes consorcios internacionales. Y a renglón seguido está la Minería,
con un incremento del 7,6%, sector que cuenta también con buena participación
de multinacionales. Luego le sigue el sector Transporte y Almacenamiento, con
un 6,6%, empujado por la economía de puertos promovida por el gobierno y que
incrementa la dependencia económica del país.
Los pies de barro de este “crecimiento económico” del país
se evidencia en el estancamiento del sector Petrolero que alcanzó un
insignificante incremento de 0,2%. Lo curioso, es que el Departamento de
Energía de Estados Unidos anunció que se produjo un repunte del 45%, en el
volumen de productos derivados del petróleo recibidos de Venezuela durante el
tercer trimestre de 2011. Con estos datos, una vez más queda fuertemente
cuestionados los combativos discursos anti-imperialistas del Presidente Chávez,
que entrega los pozos petroleros a las transnacionales, entre ellas la yanqui
Chevron, e hipoteca el futuro del país con leoninos acuerdos con la dictadura
capitalista de China.
Otro dato preocupante es el débil crecimiento de la
Producción Manufacturera, que arrojó un incremento del 2,1% y Bienes del sector
No Petrolero, es de 4,4%.
Así las cosas, sería recomendable que el Gobierno, Giordani,
Merentes y todos los economistas que embellecen la política económica del
gobierno no lancen cohetes al aire. Este “crecimiento económico” sólo favorece
a los empresarios en general a los boli-burgueses y a las multinacionales,
logrado a cuenta de sacrificar a la clase trabajadora y al pueblo; hipotecando
a Pdvsa y la producción petrolera, mientras se sigue apretando el nudo
corredizo de la deuda externa sobre el país.
*Secretario general de la Unidad Socialista de Izquierda-Partido
Socialismo y Libertad
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