Por: Inti Rodríguez
Yo vivo una Patria Nueva.
Una patria donde se habla de anti-imperialismo pero se sigue
entregando el petróleo a las transnacionales. Una patria en la que se combatió
la apertura petrolera, pero se constitucionalizó la privatización de PDVSA. La
patria nueva que expulsó a los yanquis de un estadio de béisbol en Coche, pero
los dejó ser dueños de la plataforma Deltana y de gran parte de la faja del
Orinoco.
Yo vivo una patria nueva.
Una patria en la que el control obrero es la consigna, pero
los obreros no son los protagonistas. Más de 400 convenciones colectivas están
vencidas y la posibilidad de su discusión está negada. El salario mínimo no
alcanza siquiera para cubrir la canasta básica alimentaria y, alrededor de 1200
trabajadores, se encuentran sometidos a regímenes de presentación ante los
tribunales, por haber ejercido el derecho a la protesta.
Yo vivo una patria nueva.
Una patria que se retiró de la CIDH, pero ingresó al consejo
de DD.HH de la ONU. Aún así 91,8 % de los crímenes quedan impunes. Una patria
que asesinó a 19.000 personas sólo el año pasado, y la mayoría de sus muertos
eran jóvenes menores de 25 años. Una patria nueva en la que más de 800
denuncias de asesinatos extrajudiciales cometidos a manos de cuerpos
policiales, continúan engavetadas. La novísima patria que premió con el cargo de Defensor Público a un efectivo del CICPC, encubridor de la masacre de Kennedy.
Yo vivo una patria nueva.
Una patria en la que la Asamblea Nacional se solidariza con
la lucha de los Mapuches en Chile, pero no dice nada cuando se asesina a los Yukpas en la Sierra de Perijá, o cuando se entregan sus tierras a las
transnacionales del carbón y se encarcela a sus caciques. Una patria que olvidó
a Irothateri, al Caura, a los Kariñas.
Yo vivo una patria nueva.
Una patria nueva que vistió de “héroes” a los asesinos de
ayer y los convirtió en cómplices del presente. El Caño la Colorada y Los Changurriales del Mocho Evans tienen historias que contar. Las cicatrices de la operación
“Anguila III” todavía se sienten en El Amparo, y a 975 kms. de distancia, en
Cantaura, donde los aviones Camberra y Bronco descargaron sus bombas, todavía
se siente el olor a muerte.
Yo vivo una
patria nueva.
Una patria
en la que se habla de socialismo, pero la banca es el principal beneficiario.
Año tras año su rentabilidad y tasa de ganancia ha ido en ascenso. Al cierre
del primer trimestre del año en curso, la banca obtuvo un rendimiento de 56,57%
frente al 38,97% al mismo período del año pasado, significando un alza en la
rentabilidad de 17,60 puntos. Una patria hipotecada al capital que destinará el
18% de su presupuesto al pago del servicio de la deuda externa.
Yo vivo una
patria nueva.
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