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jueves, 6 de agosto de 2015

Qué debes saber hoy (y ningún poder te dirá) de la relación petróleo-ambiente en Venezuela


Provea


La situación ambiental derivada de la actividad petrolera en Venezuela es crítica, en especial en las zonas de influencia de los complejos industriales y refinerías donde se genera contaminación por emisión de gases tóxicos, como Jose. Asimismo, en las zonas de producción de hidrocarburos de vieja data cuyas tuberías y demás infraestructuras se han deteriorado. También en las áreas donde no ha habido suficiente control ambiental o cuyos factores tecnológicos en su extracción y procesamiento (como el de los mejoradores) implican exigencias en la gestión ambiental aun no satisfechas, dando resultados negativos reflejados en el número de derrames petroleros, acumulación de subproductos como el coque y en la quema y venteado de gas natural.
Falta incorporar al marco legal en materia ambiental relacionada con el tema petrolero normativas específicas relativas al manejo de los ripios y otros desechos de los hidrocarburos de manera que su disposición ocasione el mínimo daño ambiental. Aparte, se requiere actualizar las normas basadas en parámetros de sustancias y emisiones cuyos límites permisibles deben ser estipulados considerándose la opinión de la comunidad científica y entes competentes a nivel internacional, más la experiencia propia. Tales como el Decreto N° 638 y el Decreto N° 883, ambas de 1995.

En todas las fases implicadas en la obtención de hidrocarburos se generan efectos ambientales de consideración en la exploración, la producción, como en la refinación y en los procesos intermedios de mejoramiento. El agua de producción, o agua salada, es un subproducto primario obtenido en la extracción de petróleo, que junto a sustancias y elementos sólidos que persisten después de la separación del crudo y del gas natural, forman parte de los desechos residuales de los hidrocarburos. Esta agua asociada al petróleo requiere del debido manejo para evitar que derive en un foco grave de contaminación a las fuentes de agua.

Los principales impactos ambientales y socio-culturales que surgen de las actividades realizadas en la fase de producción de hidrocarburos en el país se resumen en:
- Derrames de hidrocarburos, de aguas de producción o sustancias asociadas.
- Alteraciones de la economía local.
- Emisión a la atmósfera de gases contaminantes originados tanto en los procesos inherentes en las estaciones de flujo así como en los mechurrios (o Flares).
- Generación de calor y ruidos procedentes de instalaciones que tiene la industria petrolera cercana a caseríos.
Las cifras oficiales indican que en Venezuela ha venido incrementándose el número de derrames de hidrocarburos, de 2.369 casos en el 2010 a 10.660 en el 2013. El hecho que el mayor número de estos eventos haya sido en el último año publicado, evidencia que las medidas de prevención tomadas por PDVSA no han sido suficientes. En ese lapso ocurrieron derrames con volúmenes no altos pero igual generando impactos ambientales, contaminando en algunos lugares de manera recurrente (ejemplos: la tubería de 16” a nivel de Anaco y Mapiricurito). Hasta la fecha, el 2012 es el año con mayor volumen derramado de hidrocarburos con 143.597 barriles, en el 2013 alcanzó 81.909.

Es evidente que en el Complejo Industrial José Antonio Anzoátegui (Jose) existe contaminación por emisiones de gases tóxicos. Específicamente, y de acuerdo a los resultados reseñados en el Balance de la Gestión Social y Ambiental 2013 de PDVSA, se están produciendo concentraciones superiores a los límites máximos permitidos en la normativa ambiental en las emisiones de: Partículas Totales Suspendidas (PTS), Ozono Troposférico (O3), Dióxido de Nitrógeno (NO2) y Dióxido de Azufre (SO2).

En los casos de derrames petroleros y emanaciones de gases que afectan a comunidades ha sido reiterativo por parte del Estado, a través de PDVSA y demás entes vinculados, la aplicación de una estrategia basada en el cerco a los medios de comunicación, la falta de información técnica hacia las comunidades afectadas por las actividades petroleras y la no solución a los impactos ambientales.

El gas arrojado a la atmósfera por la industria petrolera, la suma del venteado con el quemado, representó el 17,23 % del total de gas producido en el 2013 y el 14,93% del 2012. Entre los años 2006 y 2013 la producción nacional de gas natural se mantuvo, con un promedio de 7.091 millones de pies cúbicos diarios (MMPCD) en ese periodo. En el 2013 fue de 7.407 MMPC. En los últimos años registrados, 2012 y 2013, el gas arrojado a la atmósfera muestra cifras alarmantes de 11.015 y 11.347 MMM3, respectivamente; situación mucho mayor que en los años anteriores, si se compara con el 2006 cuando el gas arrojado fue de 4.592 millones de metros cúbicos.

Ni PDVSA ni el Ministerio tutor de la gestión ambiental en el país llevan controles de las emisiones generadas en los mechurrios (Flares) que son extensivos en las zonas petroleras del país, en especial en los estados Monagas y Anzoátegui. Los gases generados en el proceso de producción petrolera son fuentes fijas de emisiones de gases tóxicos y contribuyen con el efecto de invernadero a nivel global (GEI).

En la región de Oriente, donde está la mayor producción de hidrocarburos del país, PDVSA y sus filiales sólo disponían para el 2013 de 126 puntos fijos de descarga de emisiones a la atmósfera, del total contemplado en ese año (1136 puntos), según el Balance de la Gestión Social y Ambiental de PDVSA 2013.



[Tomado de las Conclusiones del Informe Especial "Análisis de la Situación Ambiental Petrolera Venezolana. Caso estudio: Estados Anzoátegui/Monagas 2012 – 2014", Incluido en el Informe Anual 2014 de Provea, pp. I-XXXII. El texto completo se encuentra disponible en www.derechos.org.ve.]

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