Por Simón Rodríguez Porras
Bajo los focos mundiales desde hace dos meses, Venezuela es quizás el país más discutido y al mismo tiempo incomprendido de estos últimos tiempos. La verdad abarca paradojas exigentes: un país arruinado pero rico en recursos, con una dictadura cívico-militar arrodillada ante el capital transnacional pero que dice ser “socialista” y “antiimperialista”, donde un “presidente obrero” ha impuesto condiciones laborales de semiesclavitud capitalista, y mientras la nueva burguesía chavista y la burguesía tradicional viven en el más obsceno privilegio, la mayoría de la población es sometida a la miseria. Un país rehén de una dictadura cívico-militar, al mismo tiempo sitiado por EEUU. Para cada hecho fundamental de la vida nacional hay dos versiones excluyentes, plagadas de falsificaciones funcionales a la guerra de propaganda que acompaña a la disputa por el poder.
Esa es la densa niebla que hay que atravesar para acercarse a la realidad venezolana. Entre cortes de luz eléctrica, un precario acceso a internet y al calor de la vorágine política intentaremos acercarnos a una inestable y cambiante coyuntura. Mientras se escribían estas líneas se realizó una conferencia con representantes de los gobiernos de EEUU y Rusia en Roma para discutir la situación venezolana, que concluyeron sin acuerdos, como era previsible. Paralelamente, está sobre la mesa una convocatoria, sin fecha, de la oposición patronal a marchar hacia el palacio presidencial de Miraflores, en Caracas.
Bajo los focos mundiales desde hace dos meses, Venezuela es quizás el país más discutido y al mismo tiempo incomprendido de estos últimos tiempos. La verdad abarca paradojas exigentes: un país arruinado pero rico en recursos, con una dictadura cívico-militar arrodillada ante el capital transnacional pero que dice ser “socialista” y “antiimperialista”, donde un “presidente obrero” ha impuesto condiciones laborales de semiesclavitud capitalista, y mientras la nueva burguesía chavista y la burguesía tradicional viven en el más obsceno privilegio, la mayoría de la población es sometida a la miseria. Un país rehén de una dictadura cívico-militar, al mismo tiempo sitiado por EEUU. Para cada hecho fundamental de la vida nacional hay dos versiones excluyentes, plagadas de falsificaciones funcionales a la guerra de propaganda que acompaña a la disputa por el poder.
Esa es la densa niebla que hay que atravesar para acercarse a la realidad venezolana. Entre cortes de luz eléctrica, un precario acceso a internet y al calor de la vorágine política intentaremos acercarnos a una inestable y cambiante coyuntura. Mientras se escribían estas líneas se realizó una conferencia con representantes de los gobiernos de EEUU y Rusia en Roma para discutir la situación venezolana, que concluyeron sin acuerdos, como era previsible. Paralelamente, está sobre la mesa una convocatoria, sin fecha, de la oposición patronal a marchar hacia el palacio presidencial de Miraflores, en Caracas.