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miércoles, 29 de mayo de 2013

Maduro divaga sobre política de las convenciones colectivas


Maduro en las Guayana. Foto William Urdaneta
Por: Ramsés Ulises Siverio, 
Clavel A. Rangel J.  (Correo del Caroní)

No ofreció soluciones concretas a la situación contractual de los trabajadores de Guayana

Ciudad Guayana. Miércoles, 29 de Mayo de 2013.- El Presidente de la República no logró despejar las dudas de los trabajadores de Guayana quienes, indistintamente de la simpatía política que profesen, aguardaban una definición del futuro de su mayor conquista social: los contratos colectivos. Con un discurso difuso en torno a este tema, el mandatario nacional planteó sin ahondar en detalles la “reformulación” de las convenciones colectivas. Para este fin convocó asambleas en las empresas básicas y reeditó la propuesta de su antecesor y “padre” político, Hugo Chávez, del “Estado Mayor de los Trabajadores”. Queda pues en el aire si debe esperarse por la recuperación de las compañías para honrar estos beneficios.


- Me imagino que en este momento todas las redacciones de los periódicos, radios y televisoras del país están nerviosos con los anuncios que vamos a hacer del Gobierno de calle. Nosotros no andamos para intrigas, para chismes. Estamos para trabajar. Quien quiera perder tiempo en chismes, piérdalo. Nosotros estamos para construir patria -anunciaba el presidente de la República, Nicolás Maduro, cerca de las 4:30 de la tarde; cuando la intriga y la espera de los trabajadores llevaba más de seis horas en el ruedo.

La paciencia se hizo dueña con el calor y los soles de las primeras horas de la mañana. Numerosos trabajadores de las empresas básicas, con sus respectivas fichas y gorras alusivas, se acercaban hasta las puertas de CVG Alcasa para solicitar su ingreso al evento presidencial.

Afuera, un grupo de tercerizados de Sidor se felicitaba por ingresar a varios de los suyos al encuentro con Maduro. Esperaban que el Presidente escuchara su solicitud, y que finalmente los “dignificaran” con su entrada en la nómina de la acería, sin siquiera sospechar lo que horas luego les respondería su “presidente revolucionario”.

Dentro de la planta de aluminio la expectación crecía con el paso de las horas. Ocho toldos blancos formaban una gran hilera en el patio central, justo frente a un set de televisión donde seis horas más tarde estaría el jefe del Ejecutivo nacional.

“Como que viene al mediodía”, “ahorita me dijeron que es como a las 12:30”, “y que es (sic) como a las tres que empieza”, “miren, esto comienza es a las 4:00”, eran los rumores que circundaban en el transcurso de la mañana.

Ninguno de ellos llegó a feliz término. Solo el último cobró relevancia en la medida en la que las horas se marchitaban entre los embates de lluvia, los cantos de Alí Primera, un ejercicio anárquico para hacerse con un sándwich, y las canciones del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).

Así el reloj avanzaba hasta que se avistaron dos, tres, cuatro, cinco camionetas; dos vehículos militares Tiuna, seis, siete, ocho, nueve camionetas más (todas de marcas “capitalistas”), dos ambulancias, una van, más y más camionetas, otra van y decenas de trabajadores aferrados a una baranda a la espera del “primer presidente chavista” de Venezuela. Había arribado Nicolás Maduro.

Oda a la extrusora

Su primera intervención fue para inaugurar la planta extrusora de CVG Alcasa; inaugurada ene veces por cuanto gobernante visita la reductora de aluminio. El presidente de la empresa, Ángel Marcano, lo guiaba en el recorrido, explicando el funcionamiento de aquella unidad y los beneficios que representa para rescatar, algún día, la rentabilidad de la fábrica.

Ahí Maduro hizo su primera reflexión: ¡la materia prima podía tener valor agregado! El plan de desarrollo industrial aguas abajo para Guayana, concebido en la denostada cuarta república y jamás desarrollado hasta el momento, es hoy un alumbramiento para el Presidente de la República; justo como lo pensaron los constructores de Ciudad Guayana hace más de 50 años.

También consideró que las empresas podían contribuir con el Producto Interno Bruto, hacer que las empresas sean rentables, ¡y hasta podían generar dividendos para honrar los contratos colectivos!, justo como lo pensaron los constructores de Ciudad Guayana hace más de 50 años.

Ahora sí: es tiempo de iniciar el Diálogo Bolivariano. Es tiempo de desplegar la lista de anuncios para el estado Bolívar; los resultantes del balance de la primera tanda regional del “Gobierno de calle”.

La asamblea de algún día

La presentación del grupo The Same People, un puñado de felicitaciones, y las críticas al “capitalismo” fueron el preludio para proponer una agenda de trabajo “con decisiones concretas” para cada una de las empresas básicas de Guayana. Con cifras claras sobre la necesidad de inversión, con planes de producción, de crecimiento, y una lista de los problemas laborales que aún quedan pendientes.

Eso sí: “Después buscamos la fecha”. No puede decir abiertamente cómo y cuándo viajará. Después de todo “la derecha fascista y el imperio” los siguen buscando.

También propuso que luego de esa agenda convocarán a una nueva asamblea con voceros de todas las factorías para “redefinir el sistema del control obrero y el nuevo modelo socialista para la conducción, administración y gestión de las empresas”.

Todo esto, a su vez, sirvió de preámbulo para un asomo de orden mayor. Una propuesta que presentó a los trabajadores como una forma de solucionar sus “problemas centrales”. Un planteamiento que Maduro ha venido discutiendo “desde hace tiempo”. Se trata, pues, de una “reformulación” de los contratos colectivos.

¿Producir para cumplir?

En primer lugar está el tema económico, sobre el cual persistieron las ambigüedades sobre la disponibilidad de recursos para honrar futuros contratos colectivos:

“Cualquier aumento que se dé viene sustentando por los fondos públicos de la patria porque a ustedes todavía les falta un trecho para llegar a ser productivas y autosustentables, y con la propia producción ustedes sustentar (sic) todos los beneficios económicos. Todavía nos falta, quizás, vamos a ser optimistas equilibrados, unos dos años para lograr eso. Yo aspiro que en dos años todas estas empresas produzcan lo que necesitan para funcionar y para mantener sus gastos, incluyendo su contratación colectiva. Yo estoy dispuesto a sustentar ese gasto y sostenerlo por los próximos dos años, pero ustedes saben que eso viene del acumulado nacional”, manifestó.

¿El Estado seguirá subsidiando a las empresas por dos años? ¿Qué pasará luego? ¿y si el parque industrial guayanés no alcanza su punto de rentabilidad y sostenibilidad en ese período? ¿Es esta una forma de decirles a los trabajadores que no habrá renovación del contrato colectivo hasta que las empresas sean productivas? Si hubiesen permitido preguntas estas dudas seguramente no existirían.

En cuanto al beneficio de vivienda, el Presidente propuso la Gran Misión Vivienda Obrera Venezuela para el estado Bolívar: una iniciativa para la construcción de casas para los trabajadores que se organicen para ello.

En ese sentido aprobó los dineros para la construcción de 300 viviendas para trabajadores de Sidor, y la conversión de los terrenos de los tráileres de Alcasa y Bauxilum para la construcción de al menos mil viviendas para los trabajadores.

Para Maduro, la reformulación del tema salud en el contrato colectivo no pasa por el fortalecimiento de un HCM, sino por plan que ofrezca “soluciones permanentes”. A su juicio se invierte mucho dinero en un sistema que, al final, solo favorece a “unas mafias de la salud privada”, por lo que invitó a los trabajadores a buscar una fórmula para que, en la discusión de un nuevo contrato colectivo, los recursos que se inviertan realmente vayan en su propio beneficio. La falta de recursos vuelve a ser el tema de fondo.

Algunas de esas “soluciones permanentes” para este punto de la agenda laboral es la construcción del hospital general de San Félix, para lo cual entregó los 378 millones de bolívares aprobados por el fallecido presidente Hugo Chávez, destinados a ese fin. “Aquí están los recursos, gobernador. Vamos a echarle pierna duro a esto. ¡Duro!”, emplazó Maduro sin estimar un plazo de finiquito.

Mercal Obrero como solución alimentaria

Propuso el Mercal Obrero como parte del “salario social” del nuevo contrato colectivo: una propuesta de la que lo único que destacó fue que los trabajadores podrán contar con un establecimiento de esta red en su propia empresa, y que para eso pueden contar con el presidente de la CVG y ex ministro de la Alimentación, Carlos Osorio.

Como penúltimo punto tocó el tema de la recreación, el cual espera cubrir dentro del contrato colectivo con la Cédula del Vivir Bien. Esta no es más que una tarjeta de crédito con una tasa de interés del 15%, con financiamiento de hasta 36 meses, y un límite de 12 mil bolívares. Este último puede tener un extra límite de 12 mil bolívares más, y que dependiendo de la capacidad de pago puede llegar a 32 mil bolívares.

A pesar de que esta iniciativa busca cubrir el aspecto recreacional del contrato colectivo, Maduro suplicó: “máxima austeridad. No se vuelvan locos. Esto es para necesidades”. El Ejecutivo previó que dentro de tres meses este producto financiero podrá solicitarse en las agencias del Banco de Venezuela que abrirán en Sidor y Ferrominera Orinoco.

Finalmente se refirió al tema de la educación y la formación, el cual sintetizó en un exhorto a los trabajadores a concebir los contratos colectivos de forma distinta. Un planteamiento que vuelve a erguirse en medio de la ambigüedad, la imprecisión y la incertidumbre sobre la disponibilidad de recursos para honrar estos compromisos.

Descontento obrero

- ¿El contrato colectivo? Vamos a discutirlo, vamos a firmarlo, vamos a concretarlo -afirmó Maduro ante un público que no tardó en gritar de júbilo al inicio de su alocución.

La euforia generada por el anuncio no sería la misma en los planteamientos posteriores, los de la “reformulación” de los contratos colectivos. Ahí los aplausos, si bien afloraron entre las propuestas, no eran más que las caras largas de los asistentes.

¿El Gobierno nacional busca redefinir el concepto contractual ante la falta de recursos que habían asomado a finales del año pasado? ¿Es esta una forma del Estado de minimizar el gasto que le representa la manutención de unas empresas quebradas? ¿Qué tan factible es un Barrio Adentro Obrero cuando la red ambulatoria original ha suspendido sus actividades en más del 50% de sus módulos de atención según reseña el último informe de Provea?

¿Cómo ofrecer a los trabajadores una Gran Misión Vivienda Obrera Venezuela cuando el plan original no ha cumplido con su meta nacional? ¿Cómo ofrecer un Mercal Obrero cuando el abastecimiento no está garantizado ni en los propios Mercales? ¿Cuenta el Gobierno nacional con los recursos necesarios para honrar los contratos colectivos de las empresas básicas? Si hubiesen permitido preguntas estas dudas no existirían.

Una petición incómoda

Durante su alocución en el “Diálogo Bolivariano”, el presidente de la República, Nicolás Maduro, precisó a los tercerizados de Sidor a ser “más disciplinados” en su reclamo.

“A veces uno piensa que pueden ser hasta infiltrados que los manda el enemigo a pegar 4 gritos. Es una minoría, es una persona, pero le falta conciencia”, criticó el mandatario nacional.

“Tiene que ser autocrítica, compañera. Porque estamos anunciando un plan para todo el estado Bolívar y usted está gritando por su derecho individual de usted. Falta de conciencia. Así no vamos ni pa’ la esquina, compañera”, prosiguió Maduro dirigiéndose a una de las tercerizadas que, junto con sus compañeros, exigían respuesta al Ejecutivo.

Luego dirá que las empresas básicas “no pueden ser fábricas de empleos”, que su capacidad es limitada y que su finalidad debe obedecer a criterios de producción. (RUS)

Personas con discapacidad: el punto anexo de la agenda

73 actividades de Gobierno de calle en el estado Bolívar, 73 decisiones emitidas en consecuencia. Así lo informó el presidente de la República, Nicolás Maduro, antes de estampar su firma en el documento final de la jornada, pero no. Todavía no. Aún falta alguien por hablar.

Tirsa Martínez, representante del Frente Socialista de Trabajadores con Discapacidad, toma el derecho de palabra. Comienza corrigiendo al propio Maduro al aclararle que no son “discapacitados”, sino “personas con discapacidad”.

Manifestó al Ejecutivo su deseo de que se apruebe el Reglamento de la Ley de las Personas con Discapacidad, que a su juicio los beneficiará en su inclusión al empleo formal. “No queremos que nos den más, no queremos que nos den menos, queremos que nos den las mismas oportunidades”, solicitó Martínez con base en el articulado de la norma.

También propuso la fabricación de cuadros para sillas de ruedas en la planta extrusora de CVG Alcasa, idea que contó con el asentimiento del presidente de la reductora, Ángel Marcano.

“No queremos más sillas clínicas”, fue otra de sus peticiones, alegando que estas fueron diseñadas solo para movilizar pacientes dentro de los centros de salud, no para uso regular de personas con discapacidad. De ahí su exhorto al gobierno para adquirir y fabricar sillas de ruedas adaptadas a la necesidad de cada uno, y evitar las anteriores.

Este planteamiento se convirtió en el punto 74 de las decisiones del Gobierno de calle en el estado Bolívar. (RUS)

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