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miércoles, 27 de marzo de 2013

El asesinato de Martin Luther King

Por: Mercedes Petit 
Luther King de la mano de Malcom X
(Izquierda Socialista, Argentina)

En la década de los sesenta, la rebelión de los negros sacudía a los Estados Unidos. Uno de sus principales dirigentes, el reverendo King, partidario de la no violencia, cayó asesinado en abril de 1968 en un hotel en Memphis, a manos de un racista blanco.

El 1º de diciembre de 1955 una mujer entró en la historia de los Estados Unidos. Tenía 43 años, se llamaba Rosa Parks y era negra. Trabajaba en un lavadero de ropa. Ese día subió al ómnibus, cansada como siempre, y se sentó en el sector “blanco”. La ley de Montgomery, capital del estado de Alabama, obligaba a la población negra a viajar amontonados en el fondo de los vehículos del transporte público. Cuando le exigieron que se levantara, se negó. Se armó una discusión, el chofer blanco llamó a la policía y Rose fue detenida.


El hecho puso en marcha un boicot masivo de los negros contra la segregación racial en el transporte de Montgomery. Se organizaron entre ellos para poder ir en coches a trabajar, o caminaban. Las autoridades procesaron a los dirigentes. Varias iglesias negras fueron atacadas con bombas. El ministro baptista de una de ellas era un joven de 27 años nacido en Atlanta, Martín Luther King. Como su nombre lo indica (Martín Lutero fue el fundador del protestantismo alemán) King venía de una familia muy religiosa. También ametrallaron su casa, y fue detenido junto con otros líderes del boicot. La lucha se mantuvo hasta que finalmente en noviembre de 1965 la Corte Suprema declaró ilegal la segregación en el transporte público.

El luchador de la no violencia

King fue un destacado orador, que encabezó a cientos de miles de personas, en su amplia mayoría negros, que se movilizaron exigiendo el fin del racismo a través de la resistencia pacífica. La lucha en Montgomery marcó el inicio de un gran movimiento de protesta muy ligado a lo religioso, con reuniones masivas en las iglesias, himnos cristianos que incorporaban los problemas y batallas del momento, las referencias a valores de libertad e igualdad, la predisposición a la lucha y al sacrificio. Una de las frases célebres del reverendo King era “La violencia crea más problemas sociales que los que resuelve”.

Otros sectores importantes de la población negra, mientras tanto, rechazaban por ingenua la no violencia, y reclamaban una lucha más dura. La represión violenta y los ataques armados de la organización fascista blanca, el Ku Klux Klan, alimentaban esta perspectiva.

En todo el país se extendía la lucha antirracista. En el sur, con los métodos de la no violencia, en 1960 comenzaron en Greensboro (Carolina del Norte) sentadas de estudiantes negros en los bares exclusivos de los blancos. Fueron reprimidos, y el movimiento se expandió. Para fines de año, los negros allí habían logrado abrir su presencia en muchos lugares.

La lucha contra el racismo sacude a Estados Unidos

En mayo de 1961 comenzaron los “Freedom Riders” (Viajeros de la libertad). Dos ómnibus con negros y blancos arrancaron de Washington hacia Nueva Orleáns, repudiando el racismo en el transporte interestatal. Nunca llegaron. En Carolina del Sur los apalearon. En Alabama incendiaron uno de los micros. Por supuesto, las autoridades no hicieron nada. Ante esto, los jóvenes militantes que habían protagonizado las sentadas en Carolina del Norte, organizados en el Comité de Coordinación de Estudiantes no Violentos, se sumaron, viajando desde Nashville a Birmingham. El mundo comenzó a conocer a los grupos de Freedom Riders. Al mismo tiempo, en Albany (Georgia), se movilizaban miles y miles de negros. Tiempo después ocurría algo semejante en Birmingham. La represión física y las detenciones no frenaban la creciente movilización.

Martín Luther King y demás líderes negros del movimiento por los derechos civiles convocaron para agosto de 1963 a una marcha sobre Washington para protestar contra la falta de respuestas a la discriminación racial. El presidente Kennedy la vio con simpatía, apostando a que serviría para canalizar el creciente antirracismo por las vías institucionales. Más de 250.000 personas, negras y blancas, escucharon con gran emoción y pacíficamente el célebre discurso de King que comenzó diciendo “Yo tengo un sueño”. Kennedy felicitó a la multitud y a su orador principal.

Apenas 18 días después, una bomba en una iglesia negra mató a cuatro niños de la escuela dominical. Esto llevó a Malcom X, uno de los principales líderes del sector que rechazaba las propuestas pacifistas de King, a decir en un discurso en Detroit: “Los negros estaban en las calles. Hablaban de cómo iban a marchar sobre Washington... Eso aterraba a los blancos y también asustaba enormemente a la estructura de poder blanco en Washington. ...Se convirtió en una merienda campera, en un circo. En nada más que un circo, con payasos y todo. ... Dijeron a los negros la hora en qué debían llegar a la ciudad, dónde detenerse, qué pancartas llevar, qué canciones cantar, qué discursos podían hacer, y luego les dijeron que se marcharan de la ciudad antes del anochecer.”*

En noviembre de 1963 fue asesinado el presidente Kennedy. En 1964 le dieron a Martín Luther King el Premio Nobel de la paz. En febrero de 1965 fue asesinado Malcolm X. Se escuchaban más fuertes las voces que reclamaban “el poder negro” y rechazaban una “integración” con los blancos que era negada por la violencia de los racistas blancos y las injusticias de todo el sistema.

Pobreza y guerra

A mediados de los sesenta las movilizaciones seguían creciendo. Mientras el presidente Lyndon Johnson rubricaba una ley que pretendía garantizar a nivel federal el voto para todos los negros, para que pudieran inscribirse incluso en los estados más racistas, en Los Angeles los barrios negros de Watts protagonizaban una violenta insurrección pocas veces vista. Luego estallaron los barrios de Chicago.

Las cifras oficiales daban cuenta de que la mitad de la población negra estaba bajo la línea de pobreza (contra un quinto en la blanca). El desempleo entre los negros triplicaba al de los blancos. La invasión norteamericana contra Vietnam agravó los problemas y el descontento. Los mayores disturbios urbanos de la historia del país se produjeron en 1967.

El reverendo King comenzó a preocuparse cada vez más por los problemas engendrados por la desigualdad social y la pobreza. En marzo de 1968 comenzó a hablar claramente en contra de la guerra de Vietnam, mientras que otros líderes negros le aconsejaban callar, para no perder el favor del gobierno. El FBI había empezado a espiarlo y amenazarlo. En 1976, en un informe ante el Senado sobre el FBI, se hizo público que dicho organismo conspiraba para promover un nuevo dirigente negro que lo sustituyera.

Su última actividad sería la convocatoria a un “campamento para gente pobre” en Washington, el 8 de abril, que esta vez no era bienvenido por la Casa Blanca. Pocos días antes viajó a Memphis (Tennessee), para apoyar una huelga de recolectores de residuos de la ciudad. Estando en el balcón de su habitación en un hotel, lo asesinó un francotirador. Cuando se realizó el campamento, fue disuelto por la represión policial. En repudio al crimen hubo marchas y disturbios urbanos en todo el país. Murieron 39 personas; treinta y cinco eran negras. Como había ocurrido con el asesinato de Malcom X, el crimen no impidió que los negros siguieran luchando y combatiendo al racismo.

Obama y el sueño de King

Con sus movilizaciones, la población negra fue conquistando una legislación igualitaria, aunque persistía el racismo y la discriminación. Los logros democráticos dieron lugar al surgimiento de un “capitalismo negro”, una burguesía y una clase media afroamericana, como se dice ahora. Los propios capitalistas blancos alentaron ese proceso para canalizar la rebelión negra. Un muy pequeño sector de la población de color pudo incorporarse a los grandes empresarios y políticos de la clase dominante blanca. Podemos recordar a personajes siniestros como el general Colin Powell o a Condolezza Rice, altos funcionarios de Bush. La máxima expresión de este fenómeno es el acceso a la presidencia del demócrata Barack Obama.

Pero la amplia mayoría de los afroamericanos sigue formando parte de la población más castigada por la explotación y todo tipo de injusticias del capitalismo. Siguen siendo los más pobres y los más desocupados. Para dar un solo dato, la amplia mayoría de los presos en Estados Unidos son negros. Hay más jóvenes negros en las cárceles que cursando en las universidades. Se les han ido sumado los hispanos, y también, a medida que se mantiene y avanza la crisis económica mundial, crece la cantidad de blancos pobres.

El sueño de igualdad y hermandad al que consagró su vida el reverendo King, es imposible de alcanzar mientras reine la explotación capitalista. Con Obama o con cualquier otro representante de la poderosa burguesía imperialista de los Estados Unidos se mantendrán la injusticia social y el racismo. Los trabajadores y los pueblos de Estados Unidos y de todo el mundo deberán seguir luchando por defender sus derechos y por su definitiva liberación.

* Howard Zinn: La otra historia de los Estados Unidos. Siglo XXI, México, 2010.





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