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jueves, 22 de marzo de 2012

¿Por qué no se puede confiar en la MUD?

Chaca: dos caras de la misma moneda capitalistaPor:  Simón Rodríguez Porras 
(Partido Sociliasmo y Libertad-PSL)

Los tres millones de votos acumulados por la MUD en su proceso de primarias, cifra que superó lo esperado por el gobierno y por la propia oposición de derecha, son la más reciente expresión del crecimiento del voto castigo contra el gobierno, y subrayan la posibilidad de que el presidente Chávez sea derrotado en las elecciones del 7 de Octubre. Esta posibilidad pone sobre el tapete la pregunta de si realmente un gobierno de la MUD representaría una alternativa democrática al chavismo, y si un gobierno de Capriles Radonski daría respuesta a los graves problemas que aún padece la mayoría empobrecida de nuestro país.


El crecimiento de la MUD es responsabilidad política del gobierno
El gobierno nacional ha sido el responsable del fortalecimiento de la derecha proyanqui, luego de que la movilización popular derrotara al golpismo en 2002 y 2003. Durante todo un largo período este sector, aglutinado en la Coordinadora Democrática, se paseó de derrota en derrota; del golpismo al desconocimiento del referendo de 2004; pasando al abstencionismo en 2005 y luego a una importante derrota electoral en 2006. Sólo pudo salir a flote gracias a la decisión del presidente Chávez de tender puentes a la base de apoyo empresarial de los partidos de la derecha, con un agresivo programa de subsidios a la burguesía nacional; un decreto de amnistía para los golpistas, y sobre todo, la aplicación a partir de 2008 de un severo plan de ajuste que castigó a las mayorías populares y trabajadoras, con una devaluación monetaria del 100%, aumento del IVA, liberación de los precios de los alimentos, y congelamiento de salarios.

El gobierno aplica estas medidas de ajuste pese a que el discurso oficial sostiene que en Venezuela no se aplican las recetas del Fondo Monetario Internacional (FMI) ni los planes de ajuste que castigan a los pueblos de Europa en el contexto de la crisis. Irónicamente, el repudio a los efectos de estas medidas de ajuste se ha materializado en un apoyo electoral a la MUD, cuyos partidos han apoyado en silencio todas las medidas de ajuste. Sus únicas críticas a estas medidas han consistido en plantear que el gobierno había tardado demasiado en aplicarlas, y que el ajuste debió ser de mayor extensión y profundidad.

Mucha gente también repudia las prácticas clientelares del gobierno. Hasta para poder acceder a los planes de vivienda, mantener un empleo precario, comprar eletrodomésticos importados, pertenecer a una cooperativa o legalizar un consejo comunal, se exige como requisito estar inscrito en el Psuv. Semejantes prácticas superan en perversión incluso a los gobiernos adecos, que regularmente exigían el carnet del partido blanco para poder acceder a empleos en cargos públicos.

¿Qué proponen Radonsky y la Mesa de la Unidad Democrática?
Capriles Radonski apuesta a la antipolítica. Se presenta como "ni de derecha ni de izquierda" sino "progresista"; asegura que a la gente "no le interesa la política" y que "no quiere debatir sobre proyectos políticos sino resolver sus problemas". Dice centrar su propuesta de gobierno en el “modelo de Lula”, el ex presidente brasileño con quien se reunirá próximamente, y a quien Chávez también admira.

Una de las orientaciones características de dicho modelo, alabado por el Banco Mundial, el FMI y otras instituciones imperialistas, fue la desmejora de las condiciones laborales de los asalariados para “redistribuir la riqueza” hacia programas asistenciales dirigidos a la población en situación de pobreza extrema. Este modelo de empobrecer a los trabajadores para brindar asistencia a los sectores más marginados y empobrecidos, con el propósito de generar estabilidad política y mejores condiciones para los negocios de los grandes capitales, al tiempo que solidifica un piso clientelar para el gobierno, en el fondo no se diferencia de las políticas impulsadas por Chávez.

Pero también la MUD contempla profundizar el ajuste emprendido por Chávez. La eliminación gradual del subsidio a la gasolina, una maxidevaluación de la moneda y eliminación del control cambiario, la eliminación de la inamovilidad laboral, la reversión de las entregas parciales de tierras a campesinos, son todos elementos contenidos en el documento programático suscrito por todos los precandidatos de la MUD, y con el que Capriles está comprometido.

Un conjunto de medidas que reconocen que sólo se podrá aplicar “gradualmente”. La falsa pretensión de Capriles de ubicarse “más allá de las ideologías”, se desmorona cuando vemos a quiénes benefician estas medidas: a la banca, los grandes empresarios y las transnacionales. Al comprometerse únicamente con los intereses de una pequeña minoría de multimillonarios, la MUD demuestra que su programa no es más democrático que el de la nueva burguesía chavista.

Siendo el 2011 el año en el que mayor cantidad de protestas populares se han registrado en los últimos 13 años, más de 5300, la MUD no tuvo el menor asomo de interlocución con ese proceso. Nada tuvo que decir la MUD sobre las luchas por salario, contratos colectivos, empleo y vivienda. El discurso de Capriles se ha centrado en la defensa y promoción de la propiedad empresarial y en un enfoque represivo para enfrentar el problema de la criminalidad.

El discurso dirigido hacia los sectores en lucha fue el de "esperar" por la salida electoral. Partidos como Podemos, la Causa R, el MAS, y Bandera Roja, que vienen jugando un rol muy secundario dentro de la MUD, llevados a remolque por los aparatos más fuertes de los partidos de la derecha, son los primeros en esforzarse por justificar la necesidad de anteponer a cualquier reclamo social el objetivo de que la MUD gane las elecciones presidenciales. El PPT, que brevemente se posicionó de manera independiente en 2010, también se sumó mayoritariamente a la MUD. Pero esta desvinculación de la MUD con las luchas es la demostración palmaria de que no tiene respuesta a los mayores reclamos de los sectores populares y obreros. Por ello hay que desechar toda ilusión en que un gobierno de Capriles pueda representar una apertura democrática.

Por un frente de los trabajadores y el pueblo en lucha
Nuestro partido, consecuente con su definición de mantener su independencia política frente al gobierno y la MUD, no participó en las primarias. A los electores les planteamos que no tenía sentido votar el 12 de febrero y escoger entre opciones como “la horca y la silla eléctrica”, pues todos los precandidatos de la MUD compartían, más allá de los matices, un mismo proyecto centrado en brindar mayores ventajas a los capitales nacionales e imperialistas. Participar en las primarias habría significado brindarle apoyo político a un sector de la burguesía que aspira a hacerse con el control del Estado para amamantar con petrodólares sus negocios particulares, tal y como actualmente lo hace la boliburguesía.
En ocasiones, un proceso de movilización en pos de objetivos justos es encabezado por una dirección burguesa o pequeñoburguesa en la que las masas confían que será capaz de realizar ese programa. Una organización revolucionaria puede acompañar críticamente ese proceso de movilización, mostrando al mismo tiempo las limitaciones políticas de la dirección y la necesidad de la independencia política de los trabajadores, como hizo nuestra organización con relación al chavismo hasta el 2006. Pero en el caso del voto capitalizado por la MUD se trata de un voto castigo. Capriles no expresa un proceso de movilización y prácticamente nadie tiene expectativas en torno a la posibilidad de que desarrolle un programa con elementos anticapitalistas o democráticos.

El gobierno y su partido, altamente dependientes de un liderazgo único que cohesiona por arriba a un movimiento heterogéneo y policlasista, están inmersos en un proceso de decadencia muy avanzado. Es necesario levantar una alternativa verdaderamente revolucionaria, sin bonapartes ni "líderes iluminados".

Nuestra organización, el Partido Socialismo y Libertad (PSL), viene luchando contra las medidas de ajuste, contra la criminalización de la protesta y los ataques a la autonomía de las organizaciones obreras, estudiantiles y populares; contra la entrega de los hidrocarburos y las riquezas minerales a las transnacionales por la vía de las empresas mixtas; contra la hipoteca del país a través del endeudamiento externo y los compromisos de ventas de materias primas a futuro.

Estamos a favor de la autodemarcación de los territorios indígenas, por una verdadera reforma agraria, por la autonomía de los consejos comunales. Impulsamos el debate entre las bases del movimiento obrero acerca de la necesidad de una reforma a la Ley Orgánica del Trabajo que garantice la libertad sindical, que elimine las restricciones al derecho a huelga, que establezca mecanismos democráticos para que el salario mínimo se iguale al monto de la canasta básica y se ajuste trimestralmente de acuerdo con la inflación, que establezca la reducción de la jornada laboral, la retroactividad de las prestaciones sociales, y que aumente el permiso pre y postnatal para las madres trabajadoras.

La construcción del verdadero socialismo pasa por la nacionalización de la industria petrolera, y que los recursos de la renta se destinen a sistemas de salud y educación de carácter público, gratuito, y universal; a atender las necesidades de vivienda, y en general a apuntalar la edificación de una economía sin explotadores ni explotados, democráticamente planificada para satisfacer las necesidades colectivas, el único camino para superar la dependencia, la pobreza y la desigualdad que azotan a nuestro país.

La salida de fondo a los problemas del país pasa por la construcción revolucionaria de una nueva institucionalidad, verdaderamente democrática, al servicio de las mayorías trabajadoras y populares. En esta perspectiva, el PSL impulsa la conformación de un frente unificado de los trabajadores y sectores populares en lucha, para que desde ese importante sector de la población que no se siente representado por los dos polos hegemónicos del Psuv y la MUD, podamos presentar una alternativa socialista y democrática.

No somos pocos los que no nos sentimos representados por el Psuv y la MUD. Miles rechazan las políticas gubernamentales pero entienden que Capriles no es alternativa. Otros miles de activistas honestos, que durante mucho tiempo han depositado grandes expectativas en el presidente Chávez, han acumulado experiencia y saben que no hay ninguna posibilidad de desarrollar una actividad revolucionaria en el seno del Psuv, pues ese no es un partido democrático, y quienes mandan son burócratas y boliburgueses. A ellos también los llamamos a sumarse, para que juntos con los miles que ya rompieron con el gobierno, conformemos un frente de luchadores, combativo, comprometido con los reclamos de la población y decidido a conquistar un gobierno de las organizaciones obreras y populares.

Simón Rodriguez Porras
Partido Socialismo y Libertad.

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