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jueves, 3 de julio de 2014

Giordani y su tacita de oro



Luis Fuenmayor Toro

El monto de la inversión social de la renta petrolera durante el período 1999 – 2013 fue, según Giordani, de 650 mil millones de dólares, una cifra tan grande que es imposible que quepa en la cabeza de ordinarios mortales como nosotros. Si el ingreso total de Venezuela en el mismo período fue un billón de dólares, tendremos que el 60,5% de la renta fue utilizado en inversiones sociales. Para dar una idea del monto invertido, diremos que es 32,5 veces más grande que las reservas internacionales de Venezuela hoy y 16 veces mayor que el costo del canal interoceánico a través de Nicaragua.
Esa magnitud de gato social significaría que todos los servicios públicos venezolanos (electricidad, agua potable, aguas servidas, aseo urbano y domiciliario, comunicaciones, transporte, etc.) deberían funcionar muy bien y en magnitud suficiente para las necesidades crecientes de la población. La salud viviría su mejor momento, con hospitales y ambulatorios numerosos y relucientes, sin fallas operativas, totalmente dotados y con servicios de primera. Otro tanto ocurriría con escuelas, liceos, universidades y centros de investigación, además de plazas, parques, paseos, teatros, cines, museos, galerías, zoológicos, acuarios, playas y otros sitios de recreación en todas las ciudades del país y accesibles a todos los venezolanos.

La red vial urbana e interurbana sería suficiente y estaría en perfecto estado; otro tanto ha debido ocurrir con aeropuertos, puertos y embarcaderos de pasajeros. La delincuencia se habría reducido a cifras menores que las de 1999. Tendríamos jugosas jubilaciones, pensiones y salarios; seguridad industrial, tendríamos otra Venezuela. ¿Pero dónde están los productos de la gran inversión social? ¿Se ven por alguna parte? ¿O lo que se ve es todo lo contrario? Ausencias, deficiencias, deterioro, paralización, escasez, inflación y corrupción a millón.

Denunciamos en 2012 el gasto demencial para elegir a un Chávez muy enfermo, seguido de iguales costos para los siguientes comicios de 2012 y 2013. Giordani nos da la razón, pero no dice que el desenfreno se inicia con Chávez vivo y consciente del mismo. A Giordani le han caído como a Juan Charrasqueado: “de a montón”. La reacción representada por María Corina y Blyde, que junto con un medio electrónico del SEBIN y PDVSA, llaman a inculparlo como delincuente (que coincidencia); Maduro y su entorno, que le gritan traidor vanidoso; Chavecistas y gente de la MUD que consideran beneficiosa su salida para la economía (otra coincidencia de “enemigos a muerte”), periodistas y mandaderos que lo culpan de todo, y el imperio, a través del Bank of América, que celebra su salida.

Sin exculparlo, el responsable principal es Chávez y luego los demás, entre ellos Maduro por haber sido parte de su equipo. Su salida no es como la de Miquilena y gente por el estilo, como quieren hacer creer sus detractores chavecistas antes defensores a ultranza. Pero su tacita de oro producto de la “inversión” jamás existió; es pura fantasía.

opinionynoticias 30-6-2014, http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/19773-giordani-y-su-tacita-de-oro;

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