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Ni siquiera porque la semana pasada estuvo en Venezuela la misión de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), organización de la que Venezuela es miembro y a cuyos convenios y tratados está suscrita. Ni siquiera por eso, el gobierno de Maduro se abstiene de desatar su peor rostro anti obrero y anti sindical: nueve dirigentes sindicales petroleros, fueron detenidos ayer, encarcelados e incluso presentados a Tribunales en otro acto brutal de criminalización del legítimo derecho a la protesta. ¡Y después califican a otros de “fascistas”!
El “delito” de José Bodas, secretario general de la Federación Nacional de Trabajadores Petroleros (Futupv) y sus compañeros es haber organizado una asamblea en protesta y reclamo por la contínua demora en aprobar la nueva contratación colectiva. Los acusan de “violar zona de seguridad y obstaculizar el derecho al trabajo”. ¡La extrema derecha mas reaccionaria hecha gobierno en la “revolución”! Los trabajadores petroleros –según estos “socialistas-obreristas”, violan la “zona de seguridad” por estar dentro de la empresa en la que trabajan. Y hacer una asamblea sindical es “obstaculizar el trabajo”.
La misión de la OIT recibió numerosos informes de la sistemática política anti sindical del gobierno que criminaliza el derecho a la protesta. Los casos de Rubén González e Iván Freites son emblemáticos pero distan mucho de ser los únicos. ¡Cientos de dirigentes laborales están sometidos a medidas judiciales por ejercer su legal y legítima actividad sindical!. Ahora se le suma este nuevo caso.
Una de las razones por las que la “revolución” anti obrera ha podido avanzar tanto en atropellar derechos laborales democráticos, es que aunque hay mucha lucha y resistencia, casi siempre esas luchas están aisladas unas de otras. Cada uno pelea “al detal”. Pocas veces se apoyan unos a otros. Y aunque a veces se logran triunfos, al menos parciales, que hacen retroceder al patrono gobierno, como cuando ferromineros por un lado y sidoristas por otro, derrotaron la militarización que pretendía doblegarlos, poco se hace sentir la solidaridad.
Maduro, Ramírez y los jerarcas rojos intentan imponer el silencio, el miedo. Quieren hacer que el país se “acostumbre” a que ellos pueden criminalizar la protesta. Igual que intentan imponer la censura, cerrando medios, ahogando a otros con la falta de papel, amenazando emisoras para que se autocensuren. Veremos, entonces, si en contrapartida, es la hora de la solidaridad.
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