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lunes, 23 de diciembre de 2013

Desabastecimiento y conflictividad.

Héctor Lucena
21.12.2013 

El problema persiste por la reiteración de gerencias incompetentes en el ámbito de las empresas estatales. Por otro lado, persiste el temor de los privados a invertir en bienes de capital que permitan el mejoramiento de la capacidad productiva.

Una de las razones de la conflictividad social en el 2013 ha sido el desabastecimiento, y con ello se han manifestado reacciones extremas de malestar. Una de sus manifestaciones, los saqueos han ocurrido más bien con productos icónicos del comportamiento consumista y no de bienes de primera necesidad. En función de este problema y de su perspectiva, se plantea el siguiente análisis.


Empezaríamos por un hecho real de desabastecimiento de productos esenciales -lo confirman los informes del BCV-; luego, un discurso oficial de la existencia de una guerra económica, señalando que los instigadores y culpables son los empresarios, pero especialmente los comerciantes, o aquellos que tienen influencia en la cadena de comercialización de bienes.

Si bien el desabastecimiento tiene explicaciones muy distintas cuando proceden de los propios empresarios del comercio, ya que si bien están los importadores con divisas subsidiadas, generalmente la amplia mayoría son compradores de los anteriores o de los fabricantes, o incluso también los hay quienes importan con dólares libres. Pero sin duda, a nivel popular el discurso oficial es el que se ha impuesto. Es una historia larga la de los márgenes de ganancia en el comercio venezolano, que da lugar a la poca credibilidad en el comercio justo. Por otro lado, las incertidumbres del que instala o administra un negocio privado en tiempos de socialismo no es un problema menor. Solo es a nivel de clases medias en donde los razonamientos empresariales tienen discreta acogida.

Una segunda consideración es que si estos saqueos pueden haber operado como válvulas de escape de la presión social. Efectivamente sí es un escape a la presión social, ya que existía la confianza de que no se corrían mayores riesgos al saquear u hostilizar a un establecimiento comercial, ya que el discurso oficial no protegía al comerciante. Además la fecha de estos estímulos -noviembre y diciembre-, coincidía con la tenencia de dinero en efectivo o dinero plástico en manos de muchas personas. De todos modos persiste la presión social por la continuada carencia de productos alimenticios. En las zonas populares, Mercal alivia tensiones. Este organismo no tiene casi presencia en las zonas de clase media, pero las protestas aquí son menos virulentas y en compensación se practican mecanismos de amortiguación, como las compras en mayores cantidades, las compras colectivas, el acceso a distintas instancias de las cadenas de comercialización a base de contactos y/o pagos adicionales.

Se ha mencionado la teoría de un “caracazo tolerado y aupado”. Al respecto es significativo que “el vacíen los anaqueles” es una señal que se traduce en un empoderamiento de los compradores y no compradores, quienes inicialmente se dirigieron a los establecimientos de los productos más del entretenimiento que de primera necesidad.

Complementado con el que la presencia militar y policial no fue sentida como hostil a la presión de los colectivos humanos sobre los establecimientos comerciales. No se percibió como un acompañamiento a la defensa de la propiedad privada. Así mismo, los militares encontraron una oportunidad para dar una respuesta bien diferente a la sangrienta post saqueos de 27 y 28 de febrero de 1989, ahora no hubo represión ni confrontación armada.

Además con la acción gubernamental y las presiones sobre los establecimientos, se contribuyó a la campaña electoral a favor del oficialismo. El que haya sido deliberado o que más bien resultó la consecuencia lógica de varios meses, desde antes de la campaña electoral, de la hipótesis de la guerra económica, queda para indagar un tanto más. Por supuesto, ante este panorama muchos comerciantes bajaron voluntariamente sus precios. Además la activa movilización militar-civil en inspecciones e intervenciones, aceleró estas conductas, así como permitió informarse de inventarios y otros manejos internos del comercio.

¿Cuáles son las perspectivas de la conflictividad social relacionada con la escasez para 2014?

Son hechos concretos el que la producción nacional de productos de consumo fundamental encuentra mayores dificultades para superar metas productivas. El problema persiste por: La reiteración de gerencias incompetentes en el ámbito de las empresas estatales, persiste la resistencia de no abrirse a privilegiar las competencias y profesionalidad por sobre la lealtad al proyecto político y el sectarismo. Por otro lado, persiste el temor de los privados a invertir en bienes de capital que permitan el mejoramiento de la capacidad productiva. Ambos factores presagian un continuado deterioro de la producción nacional.

Queda la opción de las importaciones, que igual se manejan con impericias en los criterios aplicados, con altos costos para el país, con infraestructura y organización del trabajo a nivel portuario, aeropuertos, aduanas, embajadas, que soslayan métodos y criterios más eficientes. Súmele a todo esto el estado de las reservas en el BCV, y que el largo ciclo de altos precios petroleros, que en buena medida lo hemos perdido, pero que en los grandes países consumidores del primer mundo esto ejerce influencias en la búsqueda de reducir la dependencia de las importaciones, como se observa en el caso de la economía de EE UU. Ahora China apunta a ocupar su lugar, como comprador creciente de materias primas, en nuestro caso de crudos y como contrapartida abrimos nuestra economía a su intervención. Esto invita a mirar con más detenimiento el modelo laboral chino. Es el país modelo de los líderes oficialistas y no olvidemos que se trata de un país con una conflictividad laboral reprimida.

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