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martes, 24 de abril de 2012

Consenso contra la patria

Por: Luis Fuenmayor Toro 
 
El diputado de oposición Heliodoro Quintero ha declarado, sin ninguna duda, que avala totalmente que PDVSA reduzca sus paquetes accionarios en las empresas mixtas, porque le reduce la carga financiera que significan los nuevos proyectos y le evita entonces seguir endeudándose. Nada dice sobre la disminución de los márgenes de ganancias que esa reducción accionaria produce, ni sobre la inconstitucionalidad de esta conducta. Y calla porque está de acuerdo, con el proceso privatizador emprendido por el Gobierno “revolucionario”.


Alberto Quiros Corradi, empresario petrolero y hombre de oposición, dice que durante años fue partidario de la participación de los venezolanos en el negocio petrolero, para lo cual se debería colocar acciones de las empresas mixtas a la venta en la bolsa de valores (El Nacional, 19-3-2012). Afirma textualmente: “Este régimen siempre consideró esta alternativa como privatizadora y un atentado a nuestra soberanía. Pues bien, ahora el Gobierno acuerda lo que por años hemos solicitado”. Queda claro su acuerdo con la privatización de la industria adelantada por el Gobierno, además del carácter irónico de su declaración.

Teodoro Petkoff, Director del diario Tal Cual y opositor acérrimo del gobierno del presidente Chávez, cuando se iniciaron los acuerdos con empresas transnacionales extranjeras en la Faja Petrolífera del Orinoco, escribió que el gobierno de Chávez había tardado 10 años en aceptar, que la propuesta de apertura petrolera del pasado era correcta, y pasó a felicitar al gobierno por la decisión tomada y a festejarlo.

Gustavo Coronel, geólogo venezolano, quien sobre la propiedad de PDVSA opina que “la empresa no es nacional, no es del estado, no es ni siquiera del gobierno, sino de un solo hombre: Hugo Chávez. Chávez ha tomado a PDVSA por asalto y utiliza sus ingresos como le da la gana”, lo cual nos indica su posición política, también afirma que “las empresas filiales de PDVSA, que son la parte sustantiva de la industria pueden ser privatizadas y una buena parte de ellas ya lo ha sido bajo el régimen chavista (…) hoy en día la industria petrolera venezolana está tanto o más privatizada que antes de llegar Hugo Chávez al poder”.

José Toro Hardy, opositor del actual gobierno y ex director de PDVSA en los gobiernos adeco copeyanos, al referirse a la venta de acciones en la bolsa de Hong Kong de una de las empresas mixtas constituidas por PDVSA, señala: “No objeto la idea (…) No son acciones de PDVSA, sino de esa empresa mixta”, razón por la cual señala: “Es difícil hablar de una privatización de PDVSA, sino de una empresa mixta donde el Estado es mayoría” (CEDICE, 12-3-2012), subterfugio que utiliza para justificar las decisiones de un gobierno al cual no tendría que justificar pues siempre lo ha enfrentado en forma tenaz. Pero lo hace porque está de acuerdo con la privatización.

Diego González, ingeniero petrolero y consultor en el área, de posición no precisamente gubernamental, señala que “pese al discurso nacionalista, una veintena de petroleras extranjeras operan en Venezuela. Ellas hacen su negocio y PDVSA las necesita: requiere su tecnología, conocimiento y dinero” (CEDICE, 14-3-2012). He aquí la justificación de las acciones privatizadoras de Chávez en esta materia. Algo similar dijo recientemente en La Razón, el diputado del sector oficial Jesús Faría: “El precio del petróleo no alcanza”, por lo que hay que vender los activos de la petrolera estatal.

Con unos precios del barril por encima de los cien dólares y subiendo, no hay ninguna justificación de que no se tengan recursos. Eso sólo sería explicable por mala administración de los ingresos o por efectos de la corrupción de los funcionarios. Otra posibilidad es que el nivel de gasto ha alcanzado tal magnitud, que los ingresos se hicieron insuficientes. Algo similar a lo ocurrido en la “cuarta república”. Si entendemos que se ha recibido casi un billón (millón de millones) de dólares, la dilapidación antinacional de la riqueza no tiene nombre y es por lo menos igual que la ocurrida en el pasado.

Que los factores de la oposición, ligados en buena parte al pasado adecocopeyano, estén en su mayoría de acuerdo con la creación de empresas mixtas con transnacionales petroleras; que les parezca adecuada la venta de acciones de dichas empresas en la bolsa; que no consideren que se privatiza la industria cuando se procede de esta forma y que no encuentren ninguna inconstitucionalidad en estos procederes, nos parece muy lógico de acuerdo con sus puntos de vista y con los intereses que defienden. No tenemos por qué molestarnos, era lo esperado y es lo que se espera. Los combatimos antes y lo hacemos ahora. Pero que encontremos razonamientos similares en quienes se presentan como socialistas y se consideran únicos y verdaderos defensores de la soberanía y de la patria, sí nos tiene que
llamar a reflexión y a la crítica.

He allí una de nuestras diferencias radicales, de principios si se quiere, con quienes hoy dirigen el país. Estas contradicciones en absoluto tienen un carácter personal; son de naturaleza política e ideológica. Las diferencias con quienes dirigieron al país y con quienes quieren volver atrás, además de seguirlas expresando, las dejamos claramente expuestas en nuestras largas luchas del pasado y en nuestro completo apoyo a la alternativa revolucionaria, que se levantó a finales del siglo XX, como consecuencia del fracaso rotundo de lo que hoy al gobierno llama el puntofijismo.

La traición a los intereses nacionales está muy lejos de haber sido nuestra. Seguimos defendiendo y trabajando en función de los mismos intereses que siempre nos han motivado. Somos patriotas en todo el sentido de la palabra. Son otros quienes tendrán que responder ante la historia por el carácter inicuo de sus acciones.




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