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domingo, 27 de noviembre de 2011

Por la refundación del movimiento sindical sobre bases autónomas, democráticas y clasistas

Por: Corriente Clasista, Unitaria, Revolucionaria y Autónoma 
La unidad del movimiento sindical es una necesidad urgente
De manera bochornosa, el gobierno ha encabezado recientemente el acto de lanzamiento de una parodia de central de trabajadores, la CSBT, un aparato burocrático y artificial cuyo manifiesto objetivo es colocarse al servicio del gobierno y el PSUV.  En dicho acto, el presidente Chávez anunció que redactaría una nueva Ley Orgánica del Trabajo por vía de la Ley Habilitante, desconociendo de esa manera el derecho de los trabajadores de participar en la elaboración del instrumento legal que regula las relaciones laborales. Desde que hace tres años y medio el gobierno nacional adoptara como política de Estado la aplicación de un plan de ajuste para descargar sobre los hombros de los trabajadores todo el peso de la crisis económica, los trabajadores hemos tenido que librar una lucha desigual contra las patronales públicas y privadas, contra el aparato represivo estatal, contra los tribunales que obedeciendo lineamientos gubernamentales criminalizan la protesta, contra la injerencia del CNE en las elecciones sindicales; contra el fenómeno del sicariato antiobrero, que se alimenta de la impunidad, y contra el desconocimiento de la libertad sindical. Esta ofensiva antiobrera hemos tenido que resistirla en un marco de dispersión, debido a la inexistencia de una auténtica central obrera que permita unificar y centralizar la respuesta a todos estos ataques que amenazan con liquidar conquistas históricas y llevarnos a una situación de mayor explotación y barbarie en las relaciones laborales en nuestro país.




Los sindicalistas que apoyan a los empresarios y al gobierno obstaculizan las luchas de los trabajadores

Como corriente sindical autónoma, combativa y revolucionaria, nuestra orientación siempre ha sido procurar la unidad de acción de todas aquellas corrientes que se ubican del lado de las reivindicaciones de los trabajadores. De manera consecuente, también hemos sido contundentes en la denuncia contra aquellos dirigentes y corrientes que actúan como correa de transmisión del gobierno y los empresarios en los conflictos. Es indudable que el silencio cómplice o la colaboración directa de corrientes y dirigentes vinculadas al gobierno ha sido un elemento fundamental para que se hayan podido consumar ataques alevosos contra los derechos de los trabajadores, tales como el encarcelamiento de Rubén González hasta marzo de este año, el despido de más de 100 trabajadores en Mitsubishi, que hayan quedado impunes los asesinatos de 8 dirigentes sindicales de la UNETE-Aragua, que bandas armadas del PSUV ataquen impunemente a los trabajadores de Bauxilum y otras empresas básicas, que no haya habido una respuesta unificada al aumento del IVA y la devaluación monetaria del 100%, medidas que destruyeron los ingresos de todos los asalariados; que el contrato marco de los empleados públicos tenga 7 años congelado, que el 80% de la convención colectiva petrolera sea irrespetada por PDVSA y las transnacionales, que las empresas compradas por el gobierno estén en una crisis total y en ellas se desconozca la libertad sindical, o que los aumentos anuales al salario mínimo sean unilaterales y se ubiquen muy por debajo del índice inflacionario.


Evidentemente, desde que en el año 2007 el presidente Chávez declaró que la autonomía sindical era un "veneno", no cabía esperar otra cosa que no fuera un ataque brutal contra los trabajadores y una política oficial cuyo objetivo es liquidar la más mínima expresión de independencia sindical respecto del gobierno y sus empresarios aliados, conocidos popularmente como "boliburgueses". A esta situación se suma la política de la cúpula de la CTV de apoyar el golpe de Estado de 2002, la cual terminó por vaciar a esa central de la mayoría de sus sindicatos, convirtiéndola en un ente carente de representatividad ante el conjunto del movimiento obrero. Análogamente a los dirigentes sindicales de la FSBT que crearon la nueva parodia de central, con su vergonzoso seguidismo a todo lo que dice y hace el gobierno, hay dirigentes sindicales vinculados a la MUD que son partidarios de un sindicalismo corporativo, basado en nociones como la paz laboral y la colaboración entre patronos privados y sindicalistas. Por ello, unos y otros se convierten en un freno para la movilización autónoma de los trabajadores y su reorganización.

La Unete despertó grandes expectativas pero fue liquidada por el gobierno

Entre el 2003 y 2006 se desarrolló una importante experiencia organizativa con el nacimiento de la Unión Nacional de Trabajadores. Una gran franja del movimiento obrero abrigaba en aquellos años grandes expectativas en el gobierno, y había participado activamente en el combate contra el golpe de Estado y el sabotaje petrolero. La corriente C-CURA nace en ese proceso, producto de la decisión de un grupo de sindicalistas clasistas y revolucionarios que ven la necesidad de acompañar esa experiencia para dialogar con miles de trabajadores, planteándoles la necesidad de luchar por una central autónoma y democrática. En el segundo Congreso de la UNETE, en 2006, los sectores que apoyaban las posiciones autónomas y clasistas lograron una clara mayoría, y aún después del boicot de las corrientes burocráticas, más del 75% de los delegados adoptaron decisiones soberanas como la de ir a elecciones democráticas por la base. Ante este logro de C-CURA, que derrotó todas las maniobras y presiones oficiales, el gobierno ordenó a sus agentes directos liquidar la naciente central, al quedar claro que no iba a ser un instrumento dócil a su servicio, y hoy lo que queda es un cascarón vacío. Cuando en 2009 el presidente Chávez le declaró la guerra a los trabajadores, instruyendo públicamente a la DIM y el SEBIN para que persiguieran a la dirigencia sindical de Guayana, y formulando el aberrante planteamiento de que si el gobierno respetaba los contratos colectivos supuestamente no podría pagar los programas sociales, los voceros de la Unete hicieron gala de un silencio cómplice. Posteriormente no defendieron a Rubén González cuando fue encarcelado por encabezar una huelga en Ferrominera. Quedó demostrado, para quien pudiera tener alguna duda, que esa central había sido totalmente liquidada por los agentes sindicales del gobierno. Por su parte, la CSBT, que nace teledirigida por el PSUV, no tiene la menor posibilidad de convertirse en una central representativa del movimiento sindical venezolano.

El auge en las luchas y el surgimiento del Fadess

No obstante el rol que vienen cumpliendo la mayoría de las direcciones sindicales, en Venezuela asistimos a un fenómeno que nos llena de esperanza y optimismo a quienes creemos que con la movilización lograremos doblar el brazo a las patronales e imponer el respeto a nuestros derechos como clase. Y es que el país entero está siendo estremecido por luchas obreras. Centenares de acciones como huelgas, marchas, cortes de vías, tomas de las inspectorías del trabajo, cruzan toda la geografía nacional. De las más de 3000 protestas registradas en lo que va de año, la mayoría son conflictos cuyos protagonistas son los dignos trabajadores venezolanos. Y este ímpetu combativo que se expresa todos los días nos impone a las direcciones la obligación de hacer esfuerzos por construir una central que permita centralizar las luchas y fortalecernos para alcanzar importantes victorias contra los explotadores.

Creemos que la dinámica de la refundación del movimiento sindical se ha abierto a partir del reagrupamiento de sectores sindicales disidentes provenientes de la Unete y de la CTV en el Frente Autónomo en Defensa del Empleo, el Salario, y el Sindicato (FADESS). Esta organización, plural en su composición política, ha logrado movilizar con éxito a miles de trabajadores en actos de carácter nacional, y se postula como una referencia para la reorganización de los trabajadores. Sin duda es un importante avance luego de la destrucción de la Unete en su segundo congreso por parte del gobierno. Pero creemos que para avanzar en el camino de la construcción de una central obrera democrática, plural, clasista, autónoma, es necesario incorporar a todos los sectores que hoy forman parte de la dinámica de lucha y cuestionamiento de las medidas antiobreras que aplican el gobierno y los empresarios.

Cuestionamientos desde las bases del chavismo sindical

En este sentido, hemos visto como un importante avance las declaraciones brindadas por el Frente de Trabajadores Cementeros. En una declaración de mayo de este año, los cementeros agrupados en este frente explican que la crisis de las empresas cementeras obedece a una política de Estado. "El presidente Chávez en una de sus alocuciones manifestó claramente que él es el responsable de todo lo que pasa en el país, y que no culpemos a quienes él designa en cargos, ya que éstas personas sólo cumplen ordenes de él.

Dichas afirmaciones hicieron entender al trabajador cementero que el único responsable del desastre en el cual está sumergida la industria cementera nacional es el propio presidente
Chávez... En agosto del año 2008, a raíz de la nacionalización de la industria cementera nacional, se generaron grandes expectativas. Hoy la catalogamos como un gran fraude que hasta ahora nos ha dejado miseria, la inflación se tragó el salario de los trabajadores del cemento a todos sus niveles", explican los cementeros en su declaración. También corrientes como El Topo Obrero empiezan a denunciar el carácter capitalista y antiobrero de la política del gobierno. E incluso hemos leído con mucha atención un artículo de Zuleika Matamoros, de Marea Socialista, quien correctamente identifica a direcciones de la FSBT y de la propia UNETE como los "principales obstáculos para construir la unidad orgánica que necesita la clase trabajadora", y plantea que "la unidad de la clase obrera tiene que construirse partiendo de una unidad en la acción en la que, independientemente a la central o federación en la que hagan vida sectores de la clase, se avance en las coincidencias programáticas. Debemos unirnos en el terreno de lo concreto y sobre la realidad a través de un programa de lucha".

Indudablemente, la presión que genera una situación en la que los trabajadores nos encontramos sitiados por las arremetidas de los patronos y el gobierno, lleva a que avancemos hacia posiciones en las que coincidimos corrientes sindicales, a pesar de nuestras profundas diferencias políticas. En este sentido, consideramos que es fundamental que se generen espacios desde los cuales podamos avanzar en la articulación y unidad de acción con aquellos sectores sindicales que vienen realizando críticas a la política gubernamental y que en los hechos empiezan a enfrentarse con los patronos públicos y privados.

Por una central obrera democrática, plural, autónoma y clasista

Si partimos de reconocer que las centrales existentes no cumplen su rol de centralizar las luchas y dar respuesta a las necesidades organizativas del movimiento obrero, y a la constatación de esta situación sumamos el hecho de que todas las direcciones de esas centrales se encuentran deslegitimadas, por no haber realizado procesos electorales, surge como una conclusión necesaria e ineludible la necesidad de que todos los directivos de esas centrales den un paso que permita avanzar hacia la refundación del movimiento sindical, renunciando a sus cargos y apoyando la realización de un congreso constituyente abierto a todas las corrientes sindicales. Allí debemos discutir todos los aspectos relacionados con la central que requieren los trabajadores venezolanos, desde sus siglas hasta sus estatutos.

El debate sobre la necesidad de refundar el movimiento sindical y construir una central que responda a las necesidades organizativas de la clase trabajadora, es un debate que debemos asumir todas las corrientes sindicales. Elecciones convocadas burocráticamente en cualquiera de las centrales existentes no resolverán el problema de la dispersión y falta de representatividad de esas centrales. Como un paso importante que apunta en esta dirección, vemos la resolución adoptada por una asamblea de 300 dirigentes sindicales convocada por FADESS hace un mes en Caracas, en la que se resolvió democráticamente y casi por unanimidad, emplazar a los directivos de la CTV y demás centrales a renunciar a sus cargos, para facilitar la reorganización del movimiento. Es una demostración importante de que las bases obreras entienden y asumen con entusiasmo esa política hacia la reorganización sindical.

Nuestra corriente llama a todas las corrientes sindicales, independientemente de la filiación partidista de sus dirigentes o la central a la que estén adscritas, a dar un debate franco, democrático, acerca de cómo visualizamos la cuestión de la reorganización en una central obrera. Nuestra corriente defiende los principios de la más absoluta independencia respecto de los patronos y sus partidos, así como del gobierno; la necesidad de que la nueva central sea un instrumento al servicio de todas las luchas de los trabajadores; la necesidad de aprobar por métodos democráticos unos estatutos que contemplen la solidaridad de clase a nivel internacional, y que asuma en lo inmediato tareas urgentes como la defensa de los derechos de los trabajadores de las empresas básicas de Guayana, el combate al plan de ajuste gubernamental, la lucha contra la tercerización y el empleo precario, la exigencia de un salario mínimo igual a la canasta básica, y la lucha contra el sicariato antiobrero.

Por una central al servicio de las luchas obreras

Un plan para enfrentar la crisis económica y social que atraviesa el país
A través del debate democrático, la central debe abordar desde una perspectiva de clase la grave crisis económica y social que padece el país, planteando un plan de emergencia que aborde las más urgentes necesidades de los trabajadores y el pueblo, como lo son empleo estable, salud, vivienda, educación gratuita y de calidad, y salarios que como mínimo cubran el monto de la canasta básica, y estén sujetos a una escala móvil para homologarse periódicamente a la inflación. En este sentido, proponemos que este plan incorpore la exigencia de recuperar la plena soberanía sobre el petróleo y demás recursos estratégicos, así como una industria petrolera y unas empresas básicas 100% estatales y bajo el control democrático de los trabajadores.

Autonomía
La central obrera, para cumplir su función como instrumento al servicio de las luchas de los trabajadores, tiene que ser plenamente autónoma con respecto al Estado y los empresarios, así como los partidos políticos patronales. Para resguardar su independencia política, la central debe ser totalmente independiente desde el punto de vista financiero, dependiendo únicamente de los aportes que realicen sus afiliados, de las campañas financieras que realice por acuerdo de su Congreso, y los ingresos por la firma de contratos colectivos. No podemos admitir que el Estado siga entrometiéndose en los procesos electorales sindicales.

Democracia obrera
La estructura de la central debe ser funcional a los intereses de los trabajadores. Para ello debe establecerse que las máximas instancias de poder de decisión sean el Congreso y las Asambleas de Base. En el Congreso debe haber un mínimo de 80% de delegados elegidos directamente por las bases obreras. Todo organismo deliberativo o de dirección será integrado por representantes electos democráticamente, garantizando la representación proporcional de las minorías. Hay que combatir resueltamente la representación mayoritaria no proporcional, impulsada por este gobierno a través de la Ley Orgánica de Procesos Electorales. Asimismo, debe contemplarse la revocatoria de los mandatos de los representantes de la central, cuando así lo decidan las bases mediante referendo o directamente en Asambleas de Base.

Identidad de clase
La razón de ser de una central obrera es articular y centralizar las luchas que libran los trabajadores en defensa de sus derechos, y por lo tanto debe partir de reconocer que los intereses de los trabajadores se contraponen a los intereses de los patronos. Sólo con la organización y la movilización independiente se pueden conseguir conquistas y preservar derechos en el marco de una economía signada por la explotación de los trabajadores como clase. Ninguna concesión al discurso de la paz laboral y el "diálogo social" desmovilizador. La solidaridad de clase debe ser una práctica permanente, no sólo ante todo conflicto que atraviese la clase trabajadora en nuestro país, sino también frente a las luchas más importantes que libran los trabajadores en América Latina y el mundo entero.

Por la dirección de C-CURA: Orlando Chirino, José Bodas, Emilio Bastidas, Alexis Polanco, Iván Freites, Esperanza Hermida, Fran Luna, Robert González

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