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miércoles, 18 de mayo de 2011

El control obrero llegó sin recursos para las empresas


Lun 16/05/2011 - 08:52
Por: Clavel A. Rangel Jiménez

Las protestas de calle han obligado al Gobierno a pago de pasivos laborales y conseguir beneficios en el sector aluminio


(Foto William Urdaneta/Archivo). La Zona Industrial Matanzas en los primeros días del 2010 era reflejo de conflicto. Cada mañana se desataba una nueva protesta. Paros, marchas y trancas de las principales avenidas precipitaron al Ejecutivo a tomar una decisión: destituir al ministro de Industrias Básicas y Minería (Mibam), Rodolfo Sanz.
El cambio se produjo después de tres semanas consecutivas de manifestaciones. Los sindicatos exigían la discusión de los contratos colectivos, el pago de pasivos laborales y la destitución de los presidentes de las empresas básicas.

Aunque la protesta no era precisamente en contra del titular de la cartera minera, la maniobra del Ejecutivo surtió efecto por un momento: enfrió el malestar de los trabajadores.
El Gobierno distrajo los reclamos mediante la conformación de nuevas mesas de trabajo, elección de nuevos voceros y selección de nuevos presidentes, sin prestar mucha atención a las exigencias reivindicativas que dieron pie a las protestas de marzo de 2010.

Mientras que -tras bastidores- centró su estrategia en resolver un conflicto político subyacente como lo era la confrontación entre dos grupos muy marcados dentro del buró oficial: el liderado por la dirección regional del buró, a la cabeza del gobernador Francisco Rangel Gómez y el organizado en torno al ex presidente de la Corporación Venezolana de Guayana y titular de la cartera minera, Rodolfo Sanz.

El cambio de piezas creó un desequilibrio que favoreció y fortaleció a la Fuerza Bolivariana de Trabajadores (FBT).
Exactamente un mes antes de que se designaran lo nuevos presidentes, los trabajadores recibieron las pautas para la postulación de los nuevos gerentes.
Pero todo empezó mal. Las directrices del Mibam no fueron lo suficientemente claras como para producir un método similar en cada una de las empresas, lo cual trajo confusión.
La mayoría de los presidentes designados son dirigentes sindicales o vienen de las filas del movimiento sindical; la designación contradijo el propio análisis del “Chino” Khan quien el 12 de abril de 2010 dijo: “el presidente no puede ser un dirigente sindical porque con cualquier dirigente que pongamos empezamos muy mal. Ya que no lo van a ver como el dirigente hacia la transición sino que lo verán como representante de un grupo”.

Y, finalmente, el presidente Chávez entregó unas empresas con 400 celdas menos en el caso de CVG Venalum, dos líneas menos en lo que respecta a CVG Alcasa y cero recursos para superar esa tragedia.

En retrospectiva
Los presidentes asumieron la responsabilidad de reflotar las fábricas. Días antes del nombramiento el primer mandatario aprobó mil millones de bolívares fuertes, y 783 millones de dólares para ejecutarse en del 2011 al 2013. Recursos que todavía no han llegado al flujo de caja de las empresas.

La situación productiva del sector aluminio, por ejemplo, ha dejado mucho que desear. El Ejecutivo no ha traducido en hechos la promesa de apoyar a las empresas que cargaron con un 40 por ciento del recorte eléctrico nacional.

Hoy el sector aluminio espera la firma de un punto de cuenta para garantizar las operaciones mínimas: la compra de materia prima y los insumos del día a día.

La desincorporación de celdas en CVG Venalum y CVG Alcasa fue devastadora y ha hecho más cuesta arriba la normalización de unas fábricas cuya tendencia productiva ya venía decreciendo desde 2005. A continuación algunos ejemplos:

CVG Bauxilum. De acuerdo a su página web la infraestructura para la extracción y procesamiento de la bauxita fue diseñada para una producción de 6 millones t/año. En el 2007 la fábrica produjo 5 millones 300 mil toneladas de bauxita, a partir de allí ha ido en descenso hasta ubicarse en un 63 por ciento de su capacidad instalada en el 2009 y 46 por ciento en el 2010.

La meta para el 2011 es producir 4 mil 100 toneladas por día de alúmina. En el primer trimestre de este año, CVG Bauxilum produjo un 11 por ciento más de alúmina que en el 2010, lo cual para el presidente José China es un buen indicador.

CVG Alcasa.
La producción de CVG Alcasa viene en picada desde 1998. Los números demuestran que -desde que llegó el presidente Hugo Chávez al poder- la producción de aluminio ha tenido leves mejoras, pero nunca ha recuperado su capacidad instalada.
En 1998 la fábrica produjo 204 mil toneladas de aluminio y sólo ha alcanzado una cifra cercana en el 2004 y 2007.

En el 2009, antes del recorte eléctrico, CVG Alcasa cerró su producción con 135 mil 321 toneladas de aluminio primario y en el 2010 produjo 90 mil toneladas de aluminio primario.
Al 26 de abril de 2011, la pionera del aluminio tenía 57 por ciento de sus 396 celdas (entre la línea III y IV) fuera de servicio. Actualmente recurre a la importación para poder cumplir con los compromisos adquiridos.

CVG Carbonorca.
Tiene una capacidad instalada para producir 140 mil toneladas de ánodos anuales. Hoy día produce menos del 50 por ciento porque la demanda de Alcasa es mucho menor, debido a la baja en la producción de aluminio. La caída se ha dado al mismo ritmo que la pionera del aluminio, pues la producción de Carbonorca depende de la operatividad de ésta.

CVG Venalum.
CVG Venalum tiene una capacidad instalada de 430 mil toneladas año. En el 2009 se le desincorporaron 400 celdas, que tumbaron la producción en un 60 por ciento. A pesar de que el presidente de CVG Venalum, Rada Gamluch, señaló que se han incorporado más de 100 celdas, el director Luis Vásquez asegura que se han puesto en funcionamiento 120 celdas de las cuales sólo 50 por ciento han sido efectivas.
Hoy CVG Venalum produce 18 mil toneladas de aluminio al mes, cuando lo normal es 36 mil. En enero de 2010, después de la desincorporación de celdas, producían 22 mil toneladas mensuales. La empresa no ha logrado recuperarse al ritmo esperado por la carencia de materias primas, insumos y repuestos.

En retrospectiva
En el plano laboral la división del control obrero colaboró con los sindicatos; la organización de los trabajadores recuperó un espacio que parecía perdido.
Los trabajadores que migraron a las mesas de pasivos laborales, al ver que no hubo respuesta, se colocaron detrás de la dirigencia sindical y emprendieron nuevas protestas contra los “presidentes-trabajadores” para exigirle el pago de pasivos laborales.
En efecto, el Ejecutivo canceló algunos de los pasivos laborales pero lo hizo con la presión de huelgas y protestas que, en el caso de CVG Alcasa, tomó 34 días.

Los reclamos por salario, contratos colectivos y pagos de pasivos laborales no han sido abandonados por el sindicato, mientras que el control obrero, en la mayoría de las empresas, se ha dividido en tres fracciones: los autonombrados representantes de los trabajadores, los que se dicen el verdadero control obrero y los ungidos por el Ejecutivo.

¿Qué pasa?
El modelo de gestión (control obrero) gestionado en el 2009 -y reimpulsado en el 2010- ha generado una discusión y ha obligado a la institución sindical a revisarse.
La propia división del control obrero ha sepultado -en algunas empresas- la posibilidad real de que el nuevo modelo de gestión se instaure de acuerdo al proyecto socialista.

El presidente Hugo Chávez ordenó a los gerentes encaminar a las empresas hacia la transición socialista, para lo cual debían dar forma al control obrero con el fin de constituir los consejos de fábrica, reimpulsar las mesas de trabajo instaladas en 2009 e instruir a los trabajadores en la doctrina socialista.

A un año de aquella encomienda las empresas no han logrado superar la crisis según las metas propuestas y, en algunos casos las empresas no han logrado levantar cabeza.


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