Caracas, 31 de octubre de 2018.- El pasado lunes nos encontramos en una estación del Metro cercana a su centro de trabajo, con un trabajador de Corpoelec que nos había planteado que necesitaba realizar un conjunto de denuncias sobre la situación de vida o muerte que viven los trabajadores de esa empresa estatal. Esa trágica realidad es una consecuencia de la depauperación de su salario y las desmejoras sufridas en sus beneficios laborales por la aplicación de un ajuste brutal por parte del gobierno, que ahora se agrava con las tablas salariales impuestas por Nicolás Maduro.
Decidimos junto al compañero trabajador resguardar su identidad, ante la persecución y represión que sufren las trabajadoras y los trabajadores que se encuentran desarrollando luchas en defensa de sus contrataciones colectivas y por un salario digno igual a la canasta básica e indexado a la hiperinflación.
El testimonio
Le consultamos sobre las condiciones laborales de las trabajadoras y los trabajadores de Corpoelec. “Nosotros estamos en una situación de vida o muerte. Ya estamos luchando por nuestras vidas, porque con este salario, la nueva tabla salarial y las desmejoras del HCM, nos están matando. Ni en los peores gobiernos que combatimos como revolucionarios llegamos a esto”. Además, “el patrono gobierno con la nueva tabla salarial que impuso esa locura de un salario único, provocó una enorme desmejora de los derechos laborales que teníamos en nuestra contratación colectiva, calculamos que perdimos más del 300% del salario integral”.
Otra situación denunciada por el compañero trabajador es la ausencia de una asignación adecuada y constante de la indumentaria y las herramientas de trabajo indispensables para efectuar sus labores, con los niveles de seguridad que se necesitan para garantizar la conservación de su vida y la integridad de su cuerpo.
“A las cuadrillas destinadas a la solución de las averías del sistema de suministro de energía eléctrica, nos hacen salir sin guantes, sin cascos, sin teipe (cinta adhesiva), sin voltamperímetros, sin probadores de ausencia de tensión y hace siete meses nos entregaron unas botas sin casquillos”. Entonces, “andamos pidiendo herramientas a los usuarios, y a veces hasta compramos nosotros mismos el teipe que usamos. Es un peligro andar trabajando sin esas herramientas, imagínate que debemos adivinar la existencia de tensión o no en un cableado porque no tenemos el probador de ausencia de tensión”.
Al relatar casos particulares, nos dijo que “las desmejoras salariales han generado muertes. Un compañero llamado Ricardo Chávez, operador de mesa del centro de servicio de Santa Rosa, buscando más ingreso de dinero para poder mantener a sus hijos pequeños, se vio obligado a asumir un trabajo externo a riesgo de su vida. Se metió en un sótano y sufrió un accidente fatal. Yo sé que lo hizo porque este salario no nos alcanza, y un padre le debe responder a sus hijos”.
Nos comentó otro caso, “hoy murió el compañero Carlos Castillo, trabajador del departamento de medidores del centro de servicio La Yaguara. Eso fue producto de la ausencia de tratamiento médico y la falta de medicinas. Nuestro HCM solo cubre 1200 bolívares soberanos. Y unos exámenes básicos que le están pidiendo costaban 2500 bolívares soberanos. Después de años de servicio la empresa nos deja morir”.
En la conversación, el compañero trabajador nos mencionó otros casos pero esos trabajadores se encuentran todavía luchando por sus vidas, y difundir su situación es riesgoso porque se podría restringir más su ya precario acceso a los medicamentos y servicios médicos asignados unilateralmente por Corpoelec. La persecución y represión es una práctica cotidiana del gobierno autoritario de Nicolás Maduro y la camarilla gobernante.
El compañero trabajador nos informó que “me han llamado incluso del Psuv para hostigarme, solo por ejercer mi derecho a la protesta pacífica. Me dijeron que iban a tomar represalias contra mí porque me vieron en una foto de una marcha, y me llamaron contrarrevolucionario. Y no sabes cuánto me duele que me hayan llamado así, porque yo soy revolucionario desde que era un adolescente. Todavía no había llegado Chávez al poder y ya yo era revolucionario”.
Al cerrar, planteó “no debemos esperar ninguna ayuda humanitaria del extranjero, y menos de los Estados Unidos, tenemos que conquistar como trabajadores mejores condiciones de vida con la única arma que nos queda: la lucha. Yo sé que es difícil y tiene sus peligros pero no nos queda otra solución”.
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