Partido Socialismo y Libertad
El martes 28 de marzo se realizó en la Organización de Estado Americanos (OEA) una sesión para debatir la situación política de Venezuela. La sesión concluyó con el acuerdo de 20 países miembros de emitir una tibia declaración llamando al diálogo, a que se respete la Asamblea Nacional y se establezca un cronograma electoral.
El gobierno de Maduro vocifera que fue una “victoria popular”, cuando en realidad, la reunión se llevó a cabo en contra de la voluntad del gobierno venezolano, y después de haber sido derrotado por el voto de 18 países, que solicitaron la sesión extraordinaria.
Por su parte la MUD, ha avalado la injerencia de la OEA en los asuntos internos de Venezuela, creando expectativas en que la situación del país puede cambiar en virtud de la aplicación de sanciones por parte de este organismo, creado por EEUU y las dictaduras del continente en la época de posguerra para imponer el orden yanqui en la región. Entre los crímenes de la OEA se pueden mencionar la cruenta invasión militar de estados Unidos a la República Dominicana, en 1965, y el bloqueo a Cuba.
Es suicida cifrar la más mínima expectativa en lo que puedan hacer los gobiernos antipopulares, ajustadores y represivos del continente en relación con nuestro país. Ya tenemos la amarga experiencia de la mediación de Rodríguez Zapatero, Leonel Fernández y Martín Torrijos avalada por el Vaticano, Unasur, el imperialismo y la OEA, en la que la MUD se entregó arrodillada al gobierno, poniendo en evidencia su disposición a llegar a acuerdos con el gobierno.
La deriva del gobierno de Maduro es cada vez más reaccionaria y antidemocrática, lo que hace de su gobierno una fiera herida y mas peligroso. Aplica el más brutal ajuste conocido por el pueblo trabajador venezolano. Ha profundizado la entrega del país a las transnacionales. Ha institucionalizado la pena de muerte con las llamadas OLHP, suspendido indefinidamente las elecciones, y arrebatado la legalidad electoral a la mayoría de los partidos políticos. Y con el fallo reciente del TSJ ha concentrado en Maduro las funciones ejecutivas, judiciales y parlamentarias.
Es urgente que el pueblo derrote a este gobierno antipopular y antiobrero, entreguista y represor. Pero para ello no podemos contar más que con nuestras propias fuerzas, con la imparable movilización masiva del pueblo trabajador y con la solidaridad de los trabajadores y los pueblos de Latinoamérica y el mundo. De los gobiernos del continente y de la OEA no podemos esperar nada bueno, son enemigos históricos del pueblo venezolano.
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