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lunes, 14 de noviembre de 2016

Familiares de masacrados en Tumeremo entre el dolor, la impotencia y la duda



Pableysa Ostos 
Correo del Caroní 

Cada uno estaba haciendo algo distinto ese día. Quién sabe qué probabilidades había de que sus vidas se cruzaran, y cuántas de que quedarían marcadas para siempre por la misma tragedia. Porque fue esa tragedia la que los unió durante más de tres días en una misma petición, la que inició aquel sábado, cuando reclamaban los cuerpos de sus familiares.

A pesar de que han pasado seis meses de lo sucedido, creen que no obtuvieron eso que tanto anhelaban: justicia. Muchos de ellos siguen en contacto. Otros decidieron más nunca volver a una mina. Algunos simplemente no tuvieron otra opción y siguen trabajando en los yacimientos, pero difícilmente olvidan la masacre que ocurrió el 4 de marzo en Tumeremo, municipio Sifontes.

Yoli Fermín era la esposa de José Gregorio Aguinagalde Nieves. Él fue uno de los 15 hombres que falleció en la vía que conduce a la mina Atenas cerca del sector La Fría. La mujer asegura que las promesas que les dio el Gobierno nacional y regional quedaron en eso… en promesas.

“Apoyo actualmente no tengo de nadie, solo el de un hermano. Tras lo sucedido, como a los dos meses nos dieron unas bolsas de comida, pero más nada. Nunca nada. Solo mentiras”, explica.

Con el temor aún vivo en su voz, afirma que más nunca quiso entrar a una mina, “prefiero estar en mi casa con mis hijos, pero a la mina no he querido ir nuevamente”.

- ¿Crees que se hizo justicia?

- No, esa masacre para nosotros quedó así. Yo tengo muchas dudas, no nos mostraron los resultados de las pruebas de ADN que les realizaron, toca resignarse.

“Antes iba al cementerio todos los días, a las 6:00 de la mañana ya estaba sobre la tumba de mi esposo, pero de un tiempo para acá solo voy los fines de semana por la inseguridad, y porque empezaron a aparecer cuerpos ahí”, comentó.

Difícil de asimilar


El papá de Ángel Ignacio Trejo, Juan José Coello, recuerda que supieron de lo sucedido por las redes sociales y por una llamada de un amigo de su hijo. El joven estudiaba cuarto año en la Universidad Gran Mariscal de Ayacucho (UGMA), en Ciudad Guayana, pero junto a su hermano tenía un molino en Tumeremo, en la mina Atenas.

“Es duro asimilar su pérdida y más aún por la calidad de ser humano que se fue. No estamos en contra de la voluntad de Dios, pero es difícil aceptar como familia que él (Ángel Ignacio) ya no está”, comentó Juan.

- ¿Cree usted que el Gobierno fue transparente con el caso?

- Fueron cara dura con toda esta situación. Hubo hermetismo con el caso de este personaje -Jamilton Andrés Ulloa Suárez, alias el Topo, principal autor material de la masacre- lamentablemente ya la gente ve normal las muertes.

Admite que al sur del estado Bolívar hay mucho temor por lo que será el futuro de los mineros artesanales con el Arco Minero y los posibles desalojos.

- ¿El hermano de Ángel volvió a las minas tras la masacre?


- No, dejó de trabajar con eso y sinceramente no quiere saber más nada sobre eso. Y sobre su hermano nos tocó aceptar lo que nos entregaron y creer en el testimonio de la gente.

Creer. Lo que les queda a los deudos es eso: un acto de fe. Creer sin ver. Ni la ayuda del gobierno ni la certeza de que esos sean sus muertos. Creer, como poco pueden hacerlo en el gobernador del estado Bolívar, Francisco Rangel Gómez, que el 5 marzo escribió a través de su cuenta en la red social Twitter: “Una vez más politiqueros irresponsables pretenden generar zozobra en el sur de #Bolívar son FALSAS informaciones sobre mineros asesinados”.

Tratar de salir adelante

Roger José Romero era el sexto de seis hermanos. Su mamá, Migdalia Moreno, inicia la conversación diciendo que solo les toca seguir adelante, “lo extrañamos todos los días. No voy a llenar ese vacío con nadie más”.

- ¿Qué es lo que más recuerda de su hijo?

- Las mañanas, cuando él llegaba aquí y decía Doña quiero una arepa de las que tú me haces. Esas mañanas cuando veía que yo aún estaba en la cama acostada se me ponía al lado. Detalles que me traía cuando venía de trabajar. Llegaba: mira lo que te traje, una hamburguesa. Una pizza. Esos detalles no lo tienen los otros.

- ¿Sus hermanos qué dicen sobre su muerte?

- Que les parece mentira lo que sucedió. Los vecinos lo recuerdan. La hija mayor de él (Roger) tiene 6 años y recuerda a su papá, pero el pequeño apenas va a cumplir dos años, tendrá recuerdos vagos sobre él.

“A veces a mí me embarga la duda de si realmente el cuerpo que me dieron es el de mi hijo. Me ha quedado esa duda y se quedará por años. Aquí no nos dieron más explicaciones, ese es su pariente y listo. Nunca nos dieron ni la camisa que él hubiera cargado ese día”, afirmó.

A Migdalia también le toca creer. No por convicción, sino por resignación. Creer en que ese es su hijo. Creer que algún día llegará la ayuda del Gobierno. Creer que algún día ellos, los 17 masacrados de Tumeremo, recibirán justicia.

[Tomado de http://www.correodelcaroni.com/index.php/sucesos/item/49791-familiares-de-mineros-asesinados-en-tumeremo-sobreviven-entre-el-dolor-y-la-duda.]

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