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domingo, 18 de junio de 2017

Gobierno ha encubierto muertes por hambre de 24 bebés en hospital de San Félix en 2017


Marcos David  Valverde
Correo del Caroní
14.06.2017

La historia de Keiner Iván Cardozo Millán, de un año y cuatro meses, fue la primera advertencia del año: el 16 de enero falleció retorciéndose en los brazos de su abuela. Su cuadro de salud se complicó hasta el desenlace: Keiner Iván se murió de hambre.

Fue advertencia ese deceso, en Brisas del Sur, no por oráculos o misticismos, sino porque las condiciones estaban servidas para que ocurriera lo que ha pasado hasta el 29 de mayo: que 24 niños se han muerto de hambre este año. Pero a diferencia de Keiner Iván, a quien no lo pudo atender un médico porque colapsó saliendo de su casa, estos casos han ocurrido en el Hospital Dr. Raúl Leoni, en San Félix.

El total de las cifras, tal y como ocurrió en septiembre de 2016 con las muertes de 17 niños por difteria, son trabajo de los médicos de ese centro asistencial. Pese a que existe una orden tácita del silencio, hubo quienes optaron por hacer público el conteo que se utiliza para este trabajo.


Si se cuenta el caso de Keiner Iván, en San Félix se han muerto por algún grado de desnutrición 25 niños en lo que va de 2017. Pero los médicos alertan sobre algo: ¿qué hay de los que mueren en sus casas?, ¿o de los que han muerto en otros centros asistenciales en donde impera la ley del silencio absoluto?

“Los entes y el gobierno se encargan de ocultar estas cifras, sobre todo en casos de desnutrición severa, paludismo y difteria, que no están al alcance. Podemos suponer que si uno habla de estas cifras, para ellos está mal. La idea es ocultar”, expone uno de los médicos del centro asistencial de San Félix, que ofreció declarar en condición de anonimato.

Las alternativas

El año pasado, en San Félix, hubo al menos siete casos de muertes por desnutrición infantil. Todo coincidió con el aumento de las colas por comida, el descontrol en la distribución de los paquetes de los comités locales de planificación y alimentación (CLAP) y el abarrotamiento de los anaqueles con productos importados de Brasil y por precios nada regulados, sin contar la depreciación del poder adquisitivo.

En San Félix, las protestas por comida se multiplicaron también en 2016. Este año no ha habido excepciones. Los resultados están en estas 25 muertes.

Mientras, el Gobierno, mediante los jefes de hospitales, ha impuesto una salida: el eufemismo. Así, a la desnutrición no hay que llamarla desnutrición, sino “déficit nutricional”, por ejemplo.

Cuando el eufemismo se queda corto, hay otra alternativa: echar la culpa a las madres de cierta manera por no amamantar.

“Sí, efectivamente hay un problema social: la desinformación sobre la lactancia materna. Sin embargo, cuando preguntas a estas madres lo que les pasó, hay múltiples factores: además de los mitos sobre la lactancia, hay madres con hijos numerosos que no pueden invertir el tiempo que requiere la lactancia, o mil problemas, sobre todo para buscar la forma de sobrevivir, entre ellas las colas que debe hacer una mamá para comprar comida y, por último, que en ocasiones la lactancia necesita el complemento de una fórmula láctea, que hoy en día están escasas y a precios poco accesibles”, refiere el especialista.

Otro caso es el de “los niños con madres seropositivas, que no pueden recibir lactancia pero tampoco tienen posibilidad de comprar fórmulas, que sería el único sustituto permitido a esta edad de la lactancia”.

Mientras tanto, como si nada

Jhonnys Heraoui Fahrat, especialista en Cirugía, Medicina del Trabajo y Ciencias Ambientales, plantea, sin embargo, que “en Venezuela siempre ha habido desnutrición”. En el caso actual, lo más alarmante “es la desnutrición infantil, acompañada de una alta mortalidad y una alta morbilidad. Sí se ha acrecentado la desnutrición en niños, y esa es la manifestación de un desbalance social: el niño desnutrido es la punta de un iceberg”.

Todo el contexto de la desnutrición contrasta en varios ámbitos. Por ejemplo, que ni en Ciudad Guayana ni en el estado Bolívar haya un centro de atención nutricional. El único, con sede en El Gallo, San Félix, y dependiente de la Gobernación de Bolívar, cerró a principios de 2015.

Echar un ojo a la página del Ministerio de Alimentación tampoco es una señal de esperanza: hasta este domingo, la última nota de prensa daba cuenta sobre un debate, promovido por el ministro Marcos Torres… sobre la constituyente.

Es, por cierto, el mismo Marco Torres asociado, junto con su predecesor en el cargo, Carlos Osorio, según investigaciones de la Asamblea Nacional y de Transparencia Venezuela, con la desaparición de 27 mil millones de dólares: 27 mil millones de dólares de la comida de los venezolanos.

Todo ha coincidió con la crisis alimentaria, esa que ahora tiene los nombres y los apellidos de, al menos, 25 víctimas en lo que va de año: los de Keiner Iván Cardozo, el primer caso conocido en 2017 de muerte por desnutrición, y el de 24 niños más que ahora se sabe, murieron de hambre en el hospital de Guaiparo.


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