22 de abril de 2017
En un marco de grande movilizaciones fundamentalmente de sectores medios y populares de la población, quienes hoy se oponen al gobierno, entre otras razones por el estado de la crisis económica que agobia al país, la regencia de Miraflores a cancelado este viernes, 237 millones de dólares correspondientes al tercer tramo de pago de la deuda externa, con lo cual totaliza 2.819 millones de dólares erogados a lo largo del año.
La información del mencionado pago fue suministrada por el vicepresidente Ejecutivo de la República, Tareck El Aissami, quien precisó que “esto refleja que el país cumple con los compromisos contraídos”. Indudablemente se refiere a los compromisos con la banca internacional.
El gobierno de Maduro, quien se presenta ante el mundo como un gobierno “socialista”, o “el primer gobierno chavista dirigido por un obrero” en los hechos concretos aplica un gran ajuste inflacionario. Para cancelar los montos arriba señalados, por concepto de la deuda en los últimos años, se han recortado a un tercio las importaciones, lo que ha generado escasez de alimentos y medicinas, aumentó el precio de la gasolina, el aumento de las tarifas de los servicios públicos y los impuestos por las operaciones bancarias.
Simultáneamente, imprime dinero inorgánico, a objeto de cubrir el déficit fiscal. Maduro ha reducido el salario real drásticamente, y lo que fue una bandera contra los gobiernos del punto-fijismo, exigir aumentos de los salarios y no así de las bonificaciones, es hoy día política habitual del gobierno de Maduro, perjudicando los pasivos laborales, que son el ahorro de los trabajadores.
La inflación ha alcanzado el 600% en 2016 y el salario mínimo se redujo a 30 dólares mensuales.
Como vemos en Venezuela hoy, se redimensionan los contrastes. Mientras las movilizaciones cubren las calles, exigiendo el cumplimiento de importantes derechos democráticos, la salida del gobierno, pareciera que la política oficial es atizar con gasolina, las ya leoninas políticas económicas.
La inflación ha alcanzado el 600% en 2016 y el salario mínimo se redujo a 30 dólares mensuales.
Como vemos en Venezuela hoy, se redimensionan los contrastes. Mientras las movilizaciones cubren las calles, exigiendo el cumplimiento de importantes derechos democráticos, la salida del gobierno, pareciera que la política oficial es atizar con gasolina, las ya leoninas políticas económicas.
Así, estamos a la víspera de los 131 años de la conmemoración de la masacre de Chicago. Se cumplen los compromisos con la banca internacional, mientras impera el desabastecimiento y la carestía de los productos.
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