Javier Vivas
Comienza el año escolar 2018 – 2019 con una crisis que prácticamente coloca por primera vez al sistema educativo en una situación muy lamentable desde el punto de vista de su matrícula y contratación docente.
Aunque lamentablemente, el chavomadurismo, esta vez por boca del recién designado ministro de educación, Aristóbulo Istúriz, nos diga que la matricula "creció" un 16,37%, esa tautología sólo puede ser creída por ellos y sus seguidores. Quienes estamos en las aulas, el gremio docente, maestros y profesores conocemos de cerca la terrible situación que confronta la educación venezolana.
No menos de un 70% de la infraestructura educativa adscrita al ministerio de educación está destruida – se salvan la mayoría de planteles estadales de algunas entidades federales como Nueva Esparta – y de ellos, cuando menos el 80% tiene serios problemas de agua y electricidad. Algunos ni siquiera tienen instalaciones sanitarias porque la delincuencia ha desbordado por completo los planteles. La dotación pedagógica no existe. No tienen computadoras ni materiales para generar el conocimiento. Hasta los cables se los han robado. No existen suficientes pupitres, mesas y sillas. Muchos de los estudiantes deben sentarse en el piso. No imagine la existencia de laboratorios de biología, física y química, eso sólo quedó para la narrativa de utopías. ¿Para qué hablar de materiales deportivos o el estado de las canchas o espacios para la práctica de educación física?
Por si fuera poco, el año escolar iniciará con un inexistente programa de alimentación escolar, es decir, los comedores escolares se convirtieron en entelequia. Lo que equivale a decir, que la poca motivación que se genera en la asistencia de clases cuando los niños y adolescentes saben que habrá comida, termina por colocar en situación más crítica la verdadera matrícula escolar. Además hasta la fecha, los prometidos materiales que iban a ser entregados para los estudiantes tales como morrales, cuadernos, lápices, sacapuntas estuches de geometría, libros, quedó en la entrega de un "bono estudiantil" a través del mal llamado "carnet de la patria" que sabemos no cumple ese cometido, porque es tanta la necesidad del pueblo, que el poco dinero que allí le pueden depositar a millones de familias se invierte inmediatamente en unos pocos alimentos. Esa es la realidad.
Cuando menos la mitad de nuestros niños y adolescentes no tienen uniformes para enfrentar el nuevo año escolar, menos zapatos colegiales, cuyo valor es prácticamente imposible de adquirir para cualquier familia. O sea, estamos en una dramática situación. Es sencillo. Estamos en una auténtica emergencia educativa. ¿Y qué hace el gobierno? Pues, maquillar las escuelas con unos potes de pinturas que se aplican en sus fachadas, mientras las escuelas y liceos se caen a pedazos en su interior. Una irresponsabilidad de ese nivel demuestra que este gobierno poco le importa el país, porque ni siquiera tiene un ápice de compromiso con la generación del futuro, es decir, con los adultos del mañana.
Triste presente y porvenir el que tiene Venezuela en manos del madurismo. Mientras eso ocurre el éxodo de connacionales se multiplica, entre ellos el relacionado con docentes, también se intensifica buscando mejores condiciones de vida.
Podemos decir que mientras los niños y adolescentes en su mayoría no tienen ni qué comer, el ministro de educación habla de una educación que no existe. Es simple. Parafraseando al propio Aristóbulo Istúriz cuando acusó a Chávez por alguna discrepancia política, ahora tenemos que decir que la nueva autoridad educativa, pues (…) ¡Se fumó una lumpia!
[Tomado de https://www.aporrea.org/educacion/a269273.html.]
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