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martes, 11 de marzo de 2014

Médicos expresan su indignación ante fracaso del sistema de salud

Correo del Caroní 
Ramsés Ulises Siverio 
Fotos William Urdaneta / Diego Meinhard
10 Marzo 2014

La canícula del sol guayacitano comienza a azotar a las 3:00 de la tarde. El resplandor hace achinar los ojos al grupo de hombres y mujeres de batas blancas que a esa hora, a pesar de la tanqueta de la Guardia Nacional, comienzan a agruparse en la Plaza Monumento a CVG. Mientras los galenos se organizan, fuera de la plaza, de pie en la acera que limita con la carrera Churum Merú, está “Bárbara”. Inmóvil. Taciturna. Apuntando una pancarta hacia los vehículos que decía, sin más ni menos, que los hospitales de Ciudad Guayana no tenían sangre para atender a los pacientes.


“Bárbara” se oculta en el anonimato por temor a represalias. Es hemoterapista desde hace 21 años, y aunque sabe que la libertad de expresión es un derecho inalienable, también sabe que en el Hospital Uyapar la pueden despedir por participar en actividades como esas. Por eso también se oculta tras sus lentes de sol, su gorra tricolor, su blusa mostaza, y su bata blanca, que no parecen molestarle a pesar del rubor de sus mejillas sudorosas.

“Bárbara” está ahí para decir que no hay reactivos para analizar la sangre que llega los hospitales. Que esos compuestos son vitales para corroborar el estado del fluido sanguíneo, pues sin ellos no se sabe si el donante puede transmitir alguna enfermedad. “Puede haber sangre, pero sin los reactivos es como si no hubiera, y no podemos decir que no hay porque nos lo prohíben. Lo que quiere el gobierno es tratar de tapar el sol con un dedo”.


Por eso “Bárbara” también protesta contra el gobierno. No solo por el “caos” que percibe en el sector salud, sino también en la educación, la seguridad, la economía, la alimentación y hasta en los derechos humanos. Critica la represión del gobierno hacia los estudiantes, la presencia de grupos armados que amedrentan manifestaciones pacíficas, la política del insulto y de la querella perenne solo por el hecho de pensar distinto. “Yo estoy aquí también por un cambio de gobierno. Que el gobierno se sincere y asuma que no puede con el país”.

Dentro de la plaza, en la tertulia propia del inicio de las marchas, está el doctor Carlos Basanta, quien explica que la salud no es solo ausencia de enfermedad, sino la plenitud física, psíquica y social de los individuos que componen una sociedad. De ahí que ponga entre interrogantes la calidad de la salud en Venezuela; no tanto por las enfermedades, de las que -comenta- ya hay números alarmantes, sino por otras áreas como la inseguridad, el desempleo y la alimentación. “Quien no se alimente bien puede incluso sufrir de demencia”, alerta el especialista en salud pública.

Medicina “en emergencia”
La espera discurre entre comentarios y consignas. Un mosaico de batas blancas cubre el estacionamiento de la plaza; no para pedir insumos, medicinas o un aumento de sueldo. Esta vez lo hacen para pedir un cambio de gobierno.

Ahí está el cardiólogo Arquímedes Franco, quien dice estar ahí en solidaridad con los estudiantes reprimidos, para apoyar a los medios que quieren silenciar, para repudiar la inseguridad en las calles y afirmar, sin vacilación alguna, que Venezuela vive una “dictadura con todas sus letras”.

También está el radiólogo David Parejo, que no ejerce su carrera en el sector público desde hace 5 años. No porque no quiera, sino por el hecho de “no ser chavista”. “Un día pusieron como jefe a una señora que no tenía formación en el área de radiología, y como le dije que no podía hacer tales o cuales cosas me despidieron”, comenta. También están los estudiantes de medicina, que critican al gobierno por tratar de cubrir las necesidades médicas del país solo con médicos integrales comunitarios.

La marcha galénica transcurrió sin problemas. Un recorrido desde la Plaza Monumento a CVG hasta la Cruz del Papa, acompañado por estudiantes, vecinos de Alta Vista y ciudadanía en general, coreaba al unísono una retahíla de consignas que, si algo dejaban claro, es que Venezuela necesitaba un mejor sistema de salud, un mejor gobierno, y una ferviente necesidad de que “la pequeña Venecia” no se convirtiera en una réplica cubana.

Esta vez los médicos guayacitanos no marcharon por las reivindicaciones de un sistema de salud “en crisis”. Esta vez los galenos de la ciudad, frente a la “terapia intensiva” que vive el país, salieron al frente para asumir un tratamiento que no dependía de pastillas, operaciones o reposos en cama. Esta vez los herederos de Hipócrates, en la conmemoración del 228 aniversario del natalicio de José María Vargas, salieron a la calle para aplicar una inyección de ciudadanía frente a los problemas que, a su juicio, enferman al país. Se trata, pues, de un nuevo ejercicio en la rama de la medicina nacional. Un ejercicio que bien podría llamarse “medicina ciudadana”.

Aprueban Bs. 250 millones para hospital de San Félix

El presidente Nicolás Maduro aprobó este lunes un total de 1.888 millones de bolívares para el sector salud que incluyen: 1.492 millones de bolívares para construcción y reparación de centros de la Misión Barrio Adentro; 250 millones para la edificación de un nuevo hospital en San Félix; 81 millones para optimizar 24 hospitales del país y 65 millones para incluir una nueva vacuna en el gratuito Plan Nacional de Inmunización.

“Hay que meter el acelerador a esto”, dijo Maduro refiriéndose al hospital, ordenando a su tren ejecutivo acciones para poner en marcha el proyecto. La obra, prometida tanto por Chávez como por Maduro en sus últimas campañas electorales, iba a ser administrada por el gobernador Francisco Rangel Gómez, pero en diciembre el presidente de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG) y ministro de Estado para la Región Sur, Carlos Osorio anunció que el proyecto pasaría a la Alcaldía de Caroní con el apoyo de CVG.

El burgomaestre de Caroní, José Ramón López informó a través de su cuenta en Twitter que aprobó 250 millones de bolívares para la construcción del centro de salud, pero en mayo de 2013 Maduro ya había aprobado 378 millones de bolívares para el mismo proyecto, sin que hasta ahora se hayan empezado las labores. Juntos suman 628 millones de bolívares aprobados para esta obra en menos de un año.

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