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jueves, 13 de junio de 2013

Cayó preso Radwan Sabbagh, ex presidente de Ferrominera

Por: Miguel Cabrera

Viva la justa huelga de los trabajadores


No causó mayor sorpresa el anuncio hecho anoche por el Presidente Nicolás Maduro, acerca del encarcelamiento de Radwan Sabbagh, ex presidente de Ferrominera Orinoco (FMO). El pasado delictivo de este funcionario y su vinculación con hechos de corrupción, denunciados en forma valiente y permanente por los trabajadores de la empresa estatal y por buena parte de los medios de comunicación del oriente del país, hacían prever que más temprano que tarde Sabbagh vestiría el traje a su medida de líneas verticales grises y blancas que identifica a los delincuentes en prisión.


La alarmante red de corrupción, de hechos irregulares y de tráfico de influencias se hizo tan insoportable, que hasta el mismo Ejecutivo Nacional que durante todos estos años apoyó al corrupto y su mafia, se vio obligado –imaginamos que con mucho dolor-, a dar la orden de meter en cintura a uno de sus funcionarios más protegidos.

Es que no se puede olvidar por un instante que Radwan Sabbagh contó con el apoyo incondicional en vida del Presidente Hugo Chávez, del actual gobernador del Estado Bolívar Francisco Rangel Gómez y por la dirigencia sindical agrupada en el M-21 vinculada estrechamente a la central sindical gobiernera y a Nicolás Maduro.

Mucho menos se puede obviar que bajo la administración de Radwan Sabbagh, se fraguó el siniestro plan de encarcelar a Rubén González durante 17 meses y mantener hasta hoy una sentencia en suspenso, por el “delito” de dirigir una huelga legítima en defensa de los derechos de los trabajadores y también de defensa del patrimonio nacional, por cuanto la combativa y digna huelga de los ferromineros de aquel entonces puso en evidencia que muchos de los recursos de la empresa tenían destino final distintos a los presupuestados.

Así las cosas Radwan Sabbagh, luego de estar seis años al frente de la ferrominera gozando del incondicional respaldo político de sus jefes políticos regionales y nacionales, no ha podido eludir su compromiso con la historia y con la justicia. Aunque dudamos del dictamen final por parte de la actual justicia, los venezolanos honestos esperamos de todo corazón que una ejemplar condena recaiga sobre el lomo de este desdichado y de sus padrinos políticos y de sus secuaces.

Del mismo modo esperamos que en forma paralela el Estado Venezolano y el gobierno del Presidente Maduro reivindique de una vez y para siempre el nombre del compañero Rubén González. El mérito de que este corrupto esté hoy tras las rejas, no es ni por asomo, parte de una Misión Anti-corrupción desarrollada por el alto gobierno. Todo lo contrario, desde las altas esferas gubernamentales, se apoyó en todo momento a este criminal de cuello blanco. Fue Rubén González y los miles de trabajadores de Ferrominera quienes tuvieron los guáramos suficientes para no arrugar y dar la batalla contra este nefasto personaje y el clan de mafiosos que está entronizado en las empresas básicas y en el aparato estatal nacional.

El gobierno respalda a Sabbagh y ataca a los trabajadores

Tan evidente es el respaldo con el que cuenta Sabbagh, que anoche el mismísimo Presidente Maduro hizo más énfasis en argumentar que el ex presidente de FMO iba preso, no tanto por los miles de millones de dólares con el que los mafiosos desangraron la empresa y el patrimonio nacional, sino porque supuestamente al final de sus días al frente de la gestión de la empresa el ex presidente de la compañía se había comprometido a honrar los millonarios pasivos laborales y a reconocer incrementos salariales a los trabajadores para hacer frente a la escandalosa inflación y las sucesivas devaluaciones que azotan al país, afectando especialmente a los más pobres.

En forma retorcida, el Presidente Maduro ha dejado flotando en el ambiente la matriz de opinión que podría existir un acuerdo entre el ladrón y los trabajadores, para dejar "embochinchada" la empresa. Los obreros y empleados de Ferrominera y la clase trabajadora venezolana en general, están obligados a repudiar esta perversa insinuación. Es más, los trabajadores venezolanos deberían proponerse la realización de un gran Acto Nacional de Desagravio que reivindique la digna actuación de Rubén Gonzáles y de los trabajadores ferromineros.

Está claro que la lucha en Ferrominera no termina entonces con el apresamiento de un delincuente. La huelga que en la actualidad se desarrolla en la empresa exige el apoyo y la solidaridad incondicional hasta que los trabajadores alcancen sus demandas, al tiempo que se logre identificar y se metan presos también a quienes apadrinaban al delincuente y todos sus secuaces que aguas abajo gozaban de este mega-guiso.

Más que nunca hay que decir, que viva la huelga de los trabajadores ferromineros, honor y gloria a estos magníficos luchadores que no se doblegan. Es a este tipo de trabajadores a quienes les corresponde la misión de controlar y dirigir las empresas y el Estado. Solo un gobierno genuino de la clase trabajadora podrá salvar al país del desabarranque actual.

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