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Mujeres kurdas del cantón de Kobani en Rojava marchando en una manifestación pidiendo la liberación del líder del PKK Abdullah Öcalan, Siria, 2015 |
Mayo de 2019. Con el final oficial de la guerra contra Estado Islámico parecería que la paz finalmente ha llegado a Siria, aunque ya se sabe que ese grupo de carácter totalitario no ha desaparecido y que puede empezar una guerra de guerrillas y de atentados. También parece que la guerra civil siria ha casi terminado con la derrota de la revolución de marzo de 2011 que siguió la estela de la ola revolucionaria iniciada tres meses antes en Túnez. Para derrotarla ha sido necesaria la intervención de todas las potencias imperialistas y regionales, de Hezbolá y la traición de la izquierda mundial que de forma criminal ha dejado solo al pueblo sirio. Pero sigue pendiente de resolver la cuestión del Kurdistán sirio en el que se ha formado una entidad autónoma, la Federación Democrática del Norte de Siria, que el gobierno de Bashar al-Asad no controla y que el presidente turco Erdogan amenaza con invadir, tal como ya hizo en enero de 2018 con Afrin, otra región kurda de Siria.
El futuro del Kurdistán sirio está marcado por la incertidumbre a causa de varias razones: la primera, porque la Federación Democrática del Norte de Siria, de la que las milicias kurdas del YPG son la columna vertebral, mantiene el control del territorio de forma independiente del régimen sirio. Segundo, porque en la guerra contra el Estado Islámico, los kurdos, con el apoyo de la aviación norteamericana, han conseguido el control del territorio que Daesh ocupaba. Tercero, porque el presidente norteamericano Donald Trump anunció en diciembre que Estados Unidos retiraría las tropas estacionadas en la región. Finalmente, porque los kurdos no han intervenido en ningún momento en la revolución siria y se han mantenido “neutrales” en la guerra civil que desató al-Asad para aplastar a su pueblo. La conclusión final es que los kurdos están solos y sus organizaciones nunca han dejado de ser consideradas “terroristas” por las potencias imperialistas, que las han utilizado para frenar la amenaza de Daesh cuando esta dejó de resultarles útil y ahora se disponen a abandonarlos a su suerte. Los kurdos se han quedado solos ante los regímenes de Turquía y de Siria, que ya tienen la luz verde del imperialismo para atacarlos.