Decidí hace más de un año, dejar de trabajar en el Estado.
21 de febrero de 2017. Comencé a trabajar en la burocracia desde los 21 años. Mi primer empleo fue como Tutora política del Estado Vargas, por parte de una Institución de asistencia social. Me tocaba coordinar toda la gestión de la institución en dicho Estado, consolidar toda la política y sobre todo hacer seguimiento y control de todos los programas que promovíamos. Fue difícil asumir ese trabajo. Estudiaba, militaba y trabaja. No me había dado cuenta, pero desde este momento empezó mi cooptación.
Toda la plusvalía de mi militancia la absorbía el Estado, de verdad yo pensaba que estaba cambiando al mundo desde las entrañas del monstruo, de verdad pensé que ayudar a aquella señora dándole un bastón y diciéndole que esto es gracias a la revolución, pensaba: “Estoy haciendo el cambio” .
Fue muy duro para mi entender a esa edad y sobretodo con toda la pasión que sentía dentro de mi ser, que estaba privándome de algo sumamente importante, que hoy me pasa factura. Como dicen en el pueblo “a caballo regalado no se le mira colmillo” y “no le muerdas la mano a quien te da de comer” opté por dar como sobre entendido todo lo que sucedía en la superestructura de esa institución. Presencié como movilizaban partidas presupuestarias, vi como inflaban otras. Vi como los altos cargos cobraban viáticos innecesarios, todos los gerentes tenían cheques por caja a cada rato. Fui testigo de cómo un Gerente le gritó en la cara a una compañera: -Eres una inepta. Acto seguido, unas semanas después llegué temprano a la oficina, la puerta de la oficina del Gerente estaba entreabierta y pasmada vi como esa compañera le hacía sexo oral a este espécimen. Al mes fue promovida de cargo a Coordinadora en el área Formativa.