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miércoles, 21 de octubre de 2015

Reinaldo Iturriza y el anticomunismo como discurso cómplice del ajuste económico


Por: Omar Vásquez Heredia

El señor Ministro de Cultura, Reinaldo Iturriza, en su último artículo de opinión intenta convertir la lucha de clases en disputa generacional, sosteniendo que “en algunos escándalos he comenzado a advertir la influencia del aspecto generacional…”, aunque después atenúa y dice que no es el único factor que influye termina sosteniendo que en la actualidad se encuentra apareciendo:

"una generación de jóvenes militantes de izquierda, marxistas-leninistas, algunos de los cuales incluso reivindican a Stalin, que no vivió la década prodigiosa que vio insurgir al chavismo (la década de los 90, tan inexplorada, tan poco pensada, tan incomprendida), que vio de lejos los primeros combates del chavismo ya con el control del gobierno, y que obligado a vivir la hora más difícil de la revolución bolivariana, responde con una actitud absolutamente contraria a la audacia: refugiándose en los conceptos elementales del materialismo histórico, en cualquier cosa que le permita lidiar con ese exceso de realidad que es siempre una revolución que atraviesa por circunstancias adversas".

El señor Ministro de Cultura, en la larga cita, mezcla el problema generacional con el uso de conceptos del marxismo como guía para entender la realidad venezolana actual, por supuesto, intentando estigmatizar al grupo de jóvenes ante sus lectores señalando que “incluso reivindican a Stalin”, que son “marxistas-leninistas” y se refugian en el “materialismo histórico”. Es decir, no discute los planteamientos de los jóvenes comunistas ante la política económica actual del gobierno nacional, sino que los intenta caracterizar a partir de su edad y colocando una etiqueta, un rotulo, un cerco que de antemano evita la posibilidad de cualquier dialogo o debate. ¿Quién va dialogar o debatir con unos jóvenes inmaduros que según el señor Ministro de Cultura no padecieron los años 90 y nunca militaron en el chavismo? ¿Quién se va dejar influenciar por las ideas emanadas de jóvenes marxistas-leninistas que reivindican a Stalin? El señor Ministro de Cultura, en su artículo, con ese tono paternal absurdo e incluso ridículo desarrolla una retórica anticomunista, propia del más burdo macartismo: el problema de esos jóvenes es no entender al chavismo y su condición de malos comunistas. Claro, hay comunistas buenos que son aquellos y aquellas que guardan un silencio cómplice o peor entregan un aplauso mercenario ante el ajuste económico reaccionario que en la actualidad aplica el gobierno nacional en el cual funge como Ministro de Cultural el señor Reinaldo Iturriza. El señor Ministro de Cultura al final de cuenta se coloca como objetiva estigmatizar a los jóvenes comunistas para obstaculizar que sus planteamientos tengan una mayor difusión en el pueblo trabajador venezolano.

Nosotros, los jóvenes comunistas, no podemos decir simplemente como dice el señor Reinaldo Iturriza en su último artículo de opinión que “no me referiré aquí a las causales de la dificultad. No es mi intención…”, en realidad, ese es el centro del asunto: de dónde provienen las dificultades, qué contexto genera la aparición de un grupo de jóvenes comunistas que cuestionan al chavismo en su conjunto y la política económica en particular. Dice René Zavaleta Mercado que la crisis es una condición de posibilidad para el conocimiento y en Venezuela se encuentra nuevamente develándose la crisis orgánica del capitalismo dependiente, extractivista y parasitario, que entre 2003 y 2008 fue ocultada por un contexto reproductivo del mercado mundial condicionado por el incremento vertical de los precios del petróleo. En la circunstancia actual se evidencian con mucha claridad los límites de la llamada Revolución Bolivariana, una experiencia histórica que mientras tuvo altos precios del petróleo logró articular de forma contingente los procesos de acumulación de capital y atesoramiento externo de capital-dinero de las clases dominantes con la ampliación del consumo de las clases subalternas. Por un lado, entre 1999 y 2012, la burguesía mediante la fuga de divisas se llevó 134.850 millones de dólares, solo referenciando lo registrado legalmente en el Banco Central de Venezuela (Cifras del BCV); en el otro lado se redujo la pobreza medida por ingresos entre 2003 y 2012 desde el 55,1 hasta el 21,2% (Cifras del INE). Sin embargo, con el cambio en el contexto reproductivo del mercado mundial, en el año 2009 y peor entre 2014 y 2015, cuando hubo una contracción lineal del precio del petróleo, se ingresa en una encrucijada en la cual la denominada Revolución Bolivariana prefirió mantener el ritmo de acumulación capital y atesoramiento externo de capital-dinero de las clases dominantes y pagar deuda externa, aplicando un ajuste económico reaccionario.

Un ajuste económico reaccionario que se resume en la reducción unilateral de las importaciones de bienes de consumo final, intermedios y de capital para liberar recursos con los cuales asumir compromisos con el capital financiero mundial y local. Medida que incrementa de manera considerable la escasez de bienes de primera necesidad y afecta directamente a la capacidad de compra de los salarios de la clase trabajadora, deteriorando sus niveles de vida producto de una espiral inflacionaria que algunos analistas en medio del silencio cómplice del BCV la estiman en tres dígitos. Veamos las cifras que respaldan el planteamiento de los jóvenes comunistas. Hasta el tercer trimestre de 2012 se importaron 45.826 millones de dólares, en cambio en el mismo lapso de tiempo en el 2014 las importaciones solo llegaron hasta 35.820 millones de dólares. Un 21,83% menos (cifras del BCV). Por lo tanto, en el mercado interno hay una mayor carencia de bienes de consumo final e insumos para una industria agroalimentaria y de productos de higiene personal que necesita para su reproducción las importaciones, recordemos como Orlando Araujo en su obra Venezuela Violenta la caracterizaba como una “industria artificial e importadora”. Pero, en el 2014, con los recursos liberados ante la contracción de las importaciones PDVSA logra pagar 9631 millones de dólares de sus pasivos (cifras del informe financiero consolidado del 2014), con un precio del petróleo promedio de 88 dólares por barril menor a los 98 dólares por barril del 2013. Un ajuste económico reaccionario, claro e incuestionable: reducen las importaciones deteriorando los salarios y liberan recursos para pagar deuda. No obstante, el carácter de clase se termina de evidenciar cuando en ese año 2014, la burguesía con la complacencia del gobierno nacional fuga capital-dinero por el orden de los 7.074 millones de dólares (cifras del BCV). Todo eso, mientras la Revolución Bolivariana y su socialismo del siglo XXI dejan intacta la estructura tributaria regresiva del país en la cual en el 2014 el IVA representó el 57,5% de la recaudación tributaria y el ISLR solo el 25,29% (cifras del Seniat).

En esa realidad, que probablemente se recrudeció en el año 2015, surgen los jóvenes comunistas denunciando que en Venezuela nunca hubo una revolución, que en la actualidad padecemos un ajuste económico reaccionario, que la mayoría de las importaciones las sigue realizando la burguesía, que pagamos más impuestos la clase trabajadora que las clases dominantes, que el gobierno nacional se encuentra creando mediante las Zonas Económicas Especiales territorios con preferencias fiscales para el capital transnacional violando la Constitución de 1999, que el gobierno nacional desarrolla una política anti-obrera postergando u obligando la firma de contratos colectivos paupérrimos, que el gobierno nacional le acaba de entregar los contratos de suministro de bienes y servicios de Pdvsa a la fracción emergente de la burguesía organizada en Fedeindustria, que el gobierno nacional bloquea las autodemarcaciones indígenas y entrega territorios ancestrales al voraz extractivismo como en la Sierra de Perijá y en el denominado Arco Minero de Amazonas, que el gobierno nacional efectúa despidos arbitrarios en masa como en el mal llamado Ministerio de Ecosocialismo, que a pesar de la Ley del Trabajo se mantiene la tercerización en distintas instituciones del Estado y en la mayoría de las empresas privadas, que algunos personeros del gobierno nacional negocian estatizar la deuda de la burguesía, entre otras situaciones que demuestra el derrotero de la llamada Revolución Bolivariana. Proponiendo, al mismo tiempo, una reforma tributaria progresiva, la estatización del comercio exterior, una auditoria de la deuda externa que pueda llegar incluso a terminar en su desconocimiento parcial, un programa de combate de la tercerización en centros de trabajo estatales y privados, un aumento general de sueldos y salarios, el establecimiento de una red nacional con control obrero de distribución de producto de bienes de primera necesidad, la finalización de gastos no prioritarios por parte del aparato estatal, la definición de un plan nacional de industrialización con gran escala económica y no a través de la fracasada pequeña propiedad comunitaria.

Los jóvenes comunistas no son unos malcriados, ni amargados, ni solitarios aislados, por algo el señor Ministro de Cultura utiliza su valioso tiempo para combatirnos, en realidad vivimos la vida al igual que todo el pueblo trabajador venezolano, con una sonrisa en el rostro y luchando ante las adversidades que nos impone el ajuste económico reaccionario aplicado por el gobierno nacional. Muchos de nosotros nos hicimos comunistas en medio de la retórica de Hugo Chávez, y no como respuesta antagónica al nacionalismo popular del chavismo, cuando dijo que el socialismo era la alternativa al capitalismo (2005), cuando mando a los curas a leer a Marx y a Lenin (2007), cuando incluyó en el libro rojo del PSUV al marxismo (2010), cuando se auto-declaró marxista en la Asamblea Nacional (2010), allí muchos asumimos que era en serio y empezamos a estudiar y a militar en la realidad venezolana guiados y traduciendo las categorías centrales de la filosofía de la praxis, por eso hoy en nuestra militancia estamos armados de una teoría que nos permite evidenciar que al final de cuenta la gran beneficiada de la Revolución Bolivariana es la fracción emergente de la burguesía local. Señor Ministro de Cultura se puede debatir con argumentos y sin estigmatizar, sin colocarse en un pedestal paternal, inténtelo, aunque es difícil en su caso porque usted representa una voz edulcorada del ajuste económico reaccionario.

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