Partido Socialismo y Libertad (PSL)
La cristalización de dos bloques partidistas mayoritarios, el del gobierno y el de la oposición patronal, ha marcado la política venezolana durante los últimos quince años. Incluso en momentos de auge del descontento e inconformidad con ambos bloques, como el actual, el apoyo electoral ha continuado orbitando casi totalmente hacia el gobierno y los partidos de la oposición ligada al viejo puntofijismo.
Esta polarización tiene indudablemente su origen en hechos de enorme repercusión política y social, como lo fueron los paros patronales de 2001-2002, el golpe de Estado de abril de 2002 perpetrado por Fedecámaras, los militares, la CTV y la Iglesia; y el paro-sabotaje petrolero de 2002-2003. Esas jornadas que marcaron el tono y parte del contenido de la política venezolana de los años posteriores, que propinaron una importante derrota al golpismo y llevaron al gobierno a hacer concesiones en materia de asistencia social, han dejado como remanente también la alineación de importantes sectores de la población con el gobierno y con los sectores patronales y pro estadounidenses que promovieron el golpismo.
Sin embargo, con los años la situación cambió de manera importante. A partir de 2004 el gobierno emprendió un acercamiento a los sectores empresariales que apoyaron el golpe, siendo un paso decisivo el acuerdo alcanzado en la reunión tripartita entre el presidente Chávez, el magnate Gustavo Cisneros y el ex presidente yanqui Jimmy Carter. El aparato militar quedó totalmente bajo control del gobierno. A partir del año 2007 muchas de las conquistas sociales del período posterior al golpe empezaron a retroceder significativamente por los recortes en el gasto social y el giro regresivo de la política laboral. Se detuvo la disminución de la pobreza. Las empresas petroleras transnacionales pasaron a ser socias de Pdvsa a través de empresas mixtas, en primer lugar la yanqui Chevron. En el año 2009, el gobierno aplicó un severo ajuste, devaluando la moneda, subiendo el IVA, congelando contratos colectivos, y aumentando los subsidios a empresarios. Los medios de comunicación, mayoritariamente alineados con la oposición en 2002, hoy están en su mayoría en manos del Estado y de empresarios aliados al chavismo.
Mientras tanto, la oposición tradicional fue avanzando electoralmente, capitalizando el creciente descontento popular con el gobierno mediante el voto castigo, alcanzando casi la misma cantidad de votos que el chavismo en las parlamentarias de 2010 y las presidenciales de 2013.
La polarización quedó como un remanente altamente distorsionado de los hechos del 2001-2003 en la conciencia colectiva.
Rehenes de un discurso engañoso
La polarización no solo se retroalimenta mediante el discurso del gobierno y la actual MUD. La Ley Orgánica de Procesos Electorales, al instaurar un régimen de representación no proporcional y eliminar la representación de las minorías en los parlamentos municipales, regionales y la Asamblea Nacional, ha blindado electoralmente la polarización. Las condiciones de financiamiento y acceso a los medios de comunicación también apuntalan la continuidad del predominio de los dos bloques burgueses que copan la escena electoral.
No es poca la confusión generada por los discursos oficiales y de la MUD, los cuales disfrazan la disputa de dos aparatos políticos altamente corruptos y descompuestos por el control del Estado y la renta petrolera, representándola como la pugna entre proyectos y valores absolutamente contrapuestos. En la representación de la polarización que hace el discurso chavista, se trata de la lucha entre el socialismo y el capitalismo, la izquierda y la derecha, la patria y el imperio, la revolución y el fascismo, el pueblo y la burguesía. Un presente de construcción del socialismo enfrentado al pasado de la “Cuarta República”. Según la MUD, la confrontación es entre democracia y socialismo, pluralidad y autoritarismo, moderación y extremismo, inclusión y exclusión, un futuro de progreso y un presente de estancamiento y decadencia. En general, los seguidores del gobierno y de la MUD comparten y reproducen estas nociones. Lo singular es que estas representaciones de la polarización por sus actores, más allá de sus falsificaciones demagógicas y maniqueas, es que se diluyen en generalidades vacías de todo debate político concreto. De esa manera se intenta impedir que la población decida su adscripción política racionalmente, comparando programas políticos.
¿En qué se diferencian y en qué coinciden los programas del gobierno y la MUD?
En materia petrolera, ambos bloques están a favor de un modelo que implica la participación del Estado y de capitales transnacionales en la industria. La MUD solo se diferencia al defender una mayor participación del capital privado nacional. En materia financiera, el gobierno y la oposición de centroderecha abogan por la participación de bancos privados y estatales en un marco de cierta regulación estatal, pero con márgenes para amplias ganancias para los bancos y aseguradoras privadas. De hecho, el gobierno “socialista” ha favorecido a los banqueros privados convirtiéndolos en uno de los sectores capitalistas de mayor crecimiento en la última década.
En materia agraria, el gobierno ha promocionado una supuesta “revolución agraria”, pero en la práctica el 2% de los fundos acumulaban el 50% de la tierra cultivable, según el último censo oficial realizado. Ello da cuenta de la inexistencia de una política de democratización de la tenencia de la tierra. La MUD, por su parte, plantea la devolución de tierras a grandes propietarios objeto de expropiaciones o confiscaciones.
En cuanto a la asistencia social, ambos sectores plantean modelos de corporativismo y clientelismo. El gobierno a través del llamado “Estado comunal”, basado en los consejos comunales bajo control del Psuv, y la MUD reivindicando el “modelo brasileño” de bolsas de ayuda para familias en situación de extrema pobreza.
Tanto en Salud como Educación, el gobierno y la MUD defienden el negocio privado de clínicas, seguros médicos, universidades, liceos y colegios privados. El gobierno “bolivariano” otorga enormes subsidios a aseguradoras y clínicas privadas en desmedro de la salud pública, mientras los hospitales se hunden en la desidia y la desinversión.
Ambos sectores están de acuerdo en mantener el salario mínimo por debajo de la mitad del costo de la canasta básica oficial. Ante la crisis económica actual, están a favor de un ajuste por vía inflacionaria, con devaluación monetaria, despidos, aumentos importantes en los precios de los alimentos, aumento del transporte y otros servicios públicos, disminución o eliminación de subsidios como el de la gasolina, de tal modo de asegurar el pago de la deuda externa y seguir subsidiando a la burguesía nacional y transnacional con asignaciones de divisas y exenciones de impuestos. La MUD plantea que las medidas de ajuste deben aplicarse con mayor celeridad y profundidad, y que deben encaminarse gradualmente a la total liberalización de los precios de los alimentos y del intercambio de divisas.
Pese a pretender representar la contraposición de capitalismo y socialismo, tanto el gobierno como la MUD defienden, con diferencias de grados y matices, economías capitalistas con participación mixta del Estado y las empresas privadas, basadas en la continuidad de la condición semicolonial y dependiente del país, y la transferencia de la renta petrolera a sectores empresariales nacionales y transnacionales.
Una alternativa revolucionaria a la polarización
Los intereses de la mayoría de la población no están representados en la confrontación entre la burguesía tradicional alineada principalmente con la MUD, y la burguesía emergente que dirige el aparato del Estado y el partido de gobierno. Ante la cada vez mayor despolitización del debate público, hay que promover una discusión seria sobre el programa con el cual se enfrentará la peor crisis económica de los últimos cincuenta años.
Está plenamente justificada la construcción de un bloque político que exprese la resistencia contra el ajuste del gobierno y los empresarios, que rompa con la distorsionada polarización del Psuv y la MUD, que pesa sobre la conciencia de millones de personas que se creen condenadas irremediablemente a escoger el menor de dos males. Pero también hay que advertir que la pertinencia de dicha alternativa depende de que efectivamente presente un programa contrapuesto al del gobierno y la oposición puntofijista. En tal sentido quedan descartadas las variantes disidentes de la MUD y del GPP que solamente impugnan los métodos o los liderazgos impuestos por esos aparatos, pero no su política, o los grupúsculos de extrema derecha de inspiración perezjimenista.
Contra el saqueo petrolero, nacionalización de la industria petrolera, sin empresas mixtas ni transnacionales, y que los recursos del petróleo se utilicen para salarios, jubilaciones, salud, educación e inversiones productivas. Contra el latifundio y la improductividad del campo, que implican una severa dependencia respecto de la importación de alimentos, una reforma agraria que garantice tierras a los campesinos y el desarrollo de una agroindustria estatal bajo control democrático de sus trabajadores. Por salud y educación pública universal, gratuita y de calidad. Contra la superexplotación que ha resultado de la política laboral del gobierno, un aumento general de salarios sobre la base de un salario mínimo igual a la canasta básica oficial, lo cual implica un aumento de más del 100% al piso salarial y un ajuste periódico de acuerdo con la inflación. Contra la LOPE que impide la representación proporcional de las distintas fuerzas políticas, un sistema electoral que adjudique los cargos de manera proporcional, y que garantice igualdad de condiciones a todas las candidaturas.
Todas estas son propuestas tendentes a evitar que la crisis la paguen las mayorías trabajadoras. Adicionalmente hay que realizar una auditoría pública del manejo de las divisas en el marco del régimen cambiario inaugurado en 2003, y que permitió un saqueo colosal de recursos mediante fraudes en los procesos de importaciones. Las empresas involucradas en este desfalco deben ser objeto de confiscaciones para resarcir al Estado las divisas robadas, los burócratas corruptos involucrados en estos crímenes deben ir a la cárcel junto con sus socios del sector empresarial, y debe terminar la práctica de subsidiar al sector importador mediante la entrega divisas provenientes de la industria petrolera. El cese del pago de la deuda externa y la nacionalización de la banca también son medidas de emergencia para enfrentar la descomunal crisis generada por una política económica al servicio de los grandes capitales y la nueva burguesía. Este es el programa que el Partido Socialismo y Libertad (PSL) ha presentado de cara a las elecciones parlamentarias, en las que participa con candidaturas en la mayoría de los estados del país.
El Psuv y la MUD son aparatos al servicio de la boliburguesía y Fedecámaras. Es necesario construir una alternativa de las organizaciones populares y obreras sobre la base de un programa como este, concebido para ordenar la lucha contra el ajuste y por una salida de los de abajo a la crisis del capitalismo venezolano. Todos los que se reivindican revolucionarios y socialistas tienen la responsabilidad de sumar esfuerzos en esta dirección.
Esta polarización tiene indudablemente su origen en hechos de enorme repercusión política y social, como lo fueron los paros patronales de 2001-2002, el golpe de Estado de abril de 2002 perpetrado por Fedecámaras, los militares, la CTV y la Iglesia; y el paro-sabotaje petrolero de 2002-2003. Esas jornadas que marcaron el tono y parte del contenido de la política venezolana de los años posteriores, que propinaron una importante derrota al golpismo y llevaron al gobierno a hacer concesiones en materia de asistencia social, han dejado como remanente también la alineación de importantes sectores de la población con el gobierno y con los sectores patronales y pro estadounidenses que promovieron el golpismo.
Sin embargo, con los años la situación cambió de manera importante. A partir de 2004 el gobierno emprendió un acercamiento a los sectores empresariales que apoyaron el golpe, siendo un paso decisivo el acuerdo alcanzado en la reunión tripartita entre el presidente Chávez, el magnate Gustavo Cisneros y el ex presidente yanqui Jimmy Carter. El aparato militar quedó totalmente bajo control del gobierno. A partir del año 2007 muchas de las conquistas sociales del período posterior al golpe empezaron a retroceder significativamente por los recortes en el gasto social y el giro regresivo de la política laboral. Se detuvo la disminución de la pobreza. Las empresas petroleras transnacionales pasaron a ser socias de Pdvsa a través de empresas mixtas, en primer lugar la yanqui Chevron. En el año 2009, el gobierno aplicó un severo ajuste, devaluando la moneda, subiendo el IVA, congelando contratos colectivos, y aumentando los subsidios a empresarios. Los medios de comunicación, mayoritariamente alineados con la oposición en 2002, hoy están en su mayoría en manos del Estado y de empresarios aliados al chavismo.
Mientras tanto, la oposición tradicional fue avanzando electoralmente, capitalizando el creciente descontento popular con el gobierno mediante el voto castigo, alcanzando casi la misma cantidad de votos que el chavismo en las parlamentarias de 2010 y las presidenciales de 2013.
La polarización quedó como un remanente altamente distorsionado de los hechos del 2001-2003 en la conciencia colectiva.
Rehenes de un discurso engañoso
La polarización no solo se retroalimenta mediante el discurso del gobierno y la actual MUD. La Ley Orgánica de Procesos Electorales, al instaurar un régimen de representación no proporcional y eliminar la representación de las minorías en los parlamentos municipales, regionales y la Asamblea Nacional, ha blindado electoralmente la polarización. Las condiciones de financiamiento y acceso a los medios de comunicación también apuntalan la continuidad del predominio de los dos bloques burgueses que copan la escena electoral.
No es poca la confusión generada por los discursos oficiales y de la MUD, los cuales disfrazan la disputa de dos aparatos políticos altamente corruptos y descompuestos por el control del Estado y la renta petrolera, representándola como la pugna entre proyectos y valores absolutamente contrapuestos. En la representación de la polarización que hace el discurso chavista, se trata de la lucha entre el socialismo y el capitalismo, la izquierda y la derecha, la patria y el imperio, la revolución y el fascismo, el pueblo y la burguesía. Un presente de construcción del socialismo enfrentado al pasado de la “Cuarta República”. Según la MUD, la confrontación es entre democracia y socialismo, pluralidad y autoritarismo, moderación y extremismo, inclusión y exclusión, un futuro de progreso y un presente de estancamiento y decadencia. En general, los seguidores del gobierno y de la MUD comparten y reproducen estas nociones. Lo singular es que estas representaciones de la polarización por sus actores, más allá de sus falsificaciones demagógicas y maniqueas, es que se diluyen en generalidades vacías de todo debate político concreto. De esa manera se intenta impedir que la población decida su adscripción política racionalmente, comparando programas políticos.
¿En qué se diferencian y en qué coinciden los programas del gobierno y la MUD?
En materia petrolera, ambos bloques están a favor de un modelo que implica la participación del Estado y de capitales transnacionales en la industria. La MUD solo se diferencia al defender una mayor participación del capital privado nacional. En materia financiera, el gobierno y la oposición de centroderecha abogan por la participación de bancos privados y estatales en un marco de cierta regulación estatal, pero con márgenes para amplias ganancias para los bancos y aseguradoras privadas. De hecho, el gobierno “socialista” ha favorecido a los banqueros privados convirtiéndolos en uno de los sectores capitalistas de mayor crecimiento en la última década.
En materia agraria, el gobierno ha promocionado una supuesta “revolución agraria”, pero en la práctica el 2% de los fundos acumulaban el 50% de la tierra cultivable, según el último censo oficial realizado. Ello da cuenta de la inexistencia de una política de democratización de la tenencia de la tierra. La MUD, por su parte, plantea la devolución de tierras a grandes propietarios objeto de expropiaciones o confiscaciones.
En cuanto a la asistencia social, ambos sectores plantean modelos de corporativismo y clientelismo. El gobierno a través del llamado “Estado comunal”, basado en los consejos comunales bajo control del Psuv, y la MUD reivindicando el “modelo brasileño” de bolsas de ayuda para familias en situación de extrema pobreza.
Tanto en Salud como Educación, el gobierno y la MUD defienden el negocio privado de clínicas, seguros médicos, universidades, liceos y colegios privados. El gobierno “bolivariano” otorga enormes subsidios a aseguradoras y clínicas privadas en desmedro de la salud pública, mientras los hospitales se hunden en la desidia y la desinversión.
Ambos sectores están de acuerdo en mantener el salario mínimo por debajo de la mitad del costo de la canasta básica oficial. Ante la crisis económica actual, están a favor de un ajuste por vía inflacionaria, con devaluación monetaria, despidos, aumentos importantes en los precios de los alimentos, aumento del transporte y otros servicios públicos, disminución o eliminación de subsidios como el de la gasolina, de tal modo de asegurar el pago de la deuda externa y seguir subsidiando a la burguesía nacional y transnacional con asignaciones de divisas y exenciones de impuestos. La MUD plantea que las medidas de ajuste deben aplicarse con mayor celeridad y profundidad, y que deben encaminarse gradualmente a la total liberalización de los precios de los alimentos y del intercambio de divisas.
Pese a pretender representar la contraposición de capitalismo y socialismo, tanto el gobierno como la MUD defienden, con diferencias de grados y matices, economías capitalistas con participación mixta del Estado y las empresas privadas, basadas en la continuidad de la condición semicolonial y dependiente del país, y la transferencia de la renta petrolera a sectores empresariales nacionales y transnacionales.
Una alternativa revolucionaria a la polarización
Los intereses de la mayoría de la población no están representados en la confrontación entre la burguesía tradicional alineada principalmente con la MUD, y la burguesía emergente que dirige el aparato del Estado y el partido de gobierno. Ante la cada vez mayor despolitización del debate público, hay que promover una discusión seria sobre el programa con el cual se enfrentará la peor crisis económica de los últimos cincuenta años.
Está plenamente justificada la construcción de un bloque político que exprese la resistencia contra el ajuste del gobierno y los empresarios, que rompa con la distorsionada polarización del Psuv y la MUD, que pesa sobre la conciencia de millones de personas que se creen condenadas irremediablemente a escoger el menor de dos males. Pero también hay que advertir que la pertinencia de dicha alternativa depende de que efectivamente presente un programa contrapuesto al del gobierno y la oposición puntofijista. En tal sentido quedan descartadas las variantes disidentes de la MUD y del GPP que solamente impugnan los métodos o los liderazgos impuestos por esos aparatos, pero no su política, o los grupúsculos de extrema derecha de inspiración perezjimenista.
Contra el saqueo petrolero, nacionalización de la industria petrolera, sin empresas mixtas ni transnacionales, y que los recursos del petróleo se utilicen para salarios, jubilaciones, salud, educación e inversiones productivas. Contra el latifundio y la improductividad del campo, que implican una severa dependencia respecto de la importación de alimentos, una reforma agraria que garantice tierras a los campesinos y el desarrollo de una agroindustria estatal bajo control democrático de sus trabajadores. Por salud y educación pública universal, gratuita y de calidad. Contra la superexplotación que ha resultado de la política laboral del gobierno, un aumento general de salarios sobre la base de un salario mínimo igual a la canasta básica oficial, lo cual implica un aumento de más del 100% al piso salarial y un ajuste periódico de acuerdo con la inflación. Contra la LOPE que impide la representación proporcional de las distintas fuerzas políticas, un sistema electoral que adjudique los cargos de manera proporcional, y que garantice igualdad de condiciones a todas las candidaturas.
Todas estas son propuestas tendentes a evitar que la crisis la paguen las mayorías trabajadoras. Adicionalmente hay que realizar una auditoría pública del manejo de las divisas en el marco del régimen cambiario inaugurado en 2003, y que permitió un saqueo colosal de recursos mediante fraudes en los procesos de importaciones. Las empresas involucradas en este desfalco deben ser objeto de confiscaciones para resarcir al Estado las divisas robadas, los burócratas corruptos involucrados en estos crímenes deben ir a la cárcel junto con sus socios del sector empresarial, y debe terminar la práctica de subsidiar al sector importador mediante la entrega divisas provenientes de la industria petrolera. El cese del pago de la deuda externa y la nacionalización de la banca también son medidas de emergencia para enfrentar la descomunal crisis generada por una política económica al servicio de los grandes capitales y la nueva burguesía. Este es el programa que el Partido Socialismo y Libertad (PSL) ha presentado de cara a las elecciones parlamentarias, en las que participa con candidaturas en la mayoría de los estados del país.
El Psuv y la MUD son aparatos al servicio de la boliburguesía y Fedecámaras. Es necesario construir una alternativa de las organizaciones populares y obreras sobre la base de un programa como este, concebido para ordenar la lucha contra el ajuste y por una salida de los de abajo a la crisis del capitalismo venezolano. Todos los que se reivindican revolucionarios y socialistas tienen la responsabilidad de sumar esfuerzos en esta dirección.
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