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jueves, 21 de junio de 2018

El Frente Amplio de la MUD: un reciclaje fallido



Por Simón Rodríguez Porras (PSL)

La MUD lanzó el 8 de marzo el Frente Amplio Venezuela Libre (FALV), al que sumó sectores del chavismo opositor como el encabezado por el ex ministro Miguel Rodríguez Torres, actualmente preso, y el de Nicmer Evans, así como a las organizaciones sociales dirigidas por activistas de la MUD. Sin embargo, el FALV no ha tenido ningún impacto significativo. Mientras que la enorme mayoría del pueblo trabajador se reconoce como opositor al gobierno, más del 85% repudia a Maduro, ello no logra articularse en un movimiento de lucha, en parte debido al rol de la MUD.

¿Por qué se hundió la MUD?

Creada hace una década, la MUD capitalizó electoralmente el descontento con el gobierno desde el 2010, dando un gran salto en 2015 al alcanzar una mayoría de dos tercios del parlamento. Siempre canalizando un voto castigo, sin apoyo orgánico ni programático masivo. Sin embargo, entre 2016 y 2017 se hundió. Aceptó pasivamente la designación ilegal de nuevos magistrados del Tribunal Supremo de Justicia por parte del parlamento saliente. Ante las maniobras ilegales del gobierno para impedir la realización del referendo revocatorio, la MUD se enfrascó en un larguísimo proceso de negociaciones que no solo liquidó el revocatorio sino que culminó en una declaración conjunta sobre el compromiso a luchar contra “el sabotaje económico” que el gobierno le atribuía a la misma MUD. Además, zigzagueó ante la remoción ilegal de los diputados del estado Amazonas, con la que el gobierno anuló la mayoría parlamentaria opositora de dos tercios. En los hechos el gobierno anuló el parlamento en el transcurso del año 2016, sin reacción por parte de la MUD.


Luego vino la rebelión popular de 2017. Incapaz de impedir las protestas luego de que el TSJ emitiera un fallo en el que le otorgaba facultades dictatoriales a Maduro en marzo, la MUD hizo lo posible por limitarlas para presionar en función de su programa de “cuatro exigencias”: restitución de las competencias de la AN, liberación de presos políticos, elecciones generales y un “canal humanitario”. Ante la radicalización de la lucha en las calles de los barrios populares y por parte de sectores de la juventud a partir del 19 de abril, la MUD salió a condenar las formas violentas de protesta, llegando al extremo de exigir mayor represión a los saqueos. Espontáneamente se realizaban centenares de protestas con barricadas para defenderse de los paramilitares y la MUD convocaba a la Conferencia Episcopal a rezar. Mientras la protesta generaba la deserción de la Fiscal General y declaraciones cruzadas entre voceros militares, como el ministro de la Defensa criticando las “atrocidades de la GNB”; o incluso elementos de desmoralización en la base militar y policial, la MUD seguía apostando a la negociación. Luego de amagar con constituir un gobierno paralelo, aceptó la convocatoria a elecciones de gobernadores por parte de la ANC.

Ese nefasto rol le ganó un amplio repudio. Ahora su apuesta es a la presión de gobiernos extranjeros, encabezados por el imperialismo yanqui. Admitiendo su incapacidad para de enfrentar el fraude electoral, uno de los voceros de la MUD, Julio Borges, llegó al extremo de saludar la propuesta del gobierno ecuatoriano de realizar un referendo para validar la elección presidencial de mayo.

Es necesaria una alternativa

Centenares de cortes de calle y saqueos ocurren cada mes de manera atomizada. Las acciones nacionales de protesta de los trabajadores de la salud, de la educación universitaria y del sector eléctrico, marcan una incipiente tendencia a la realización de acciones de mayor alcance, que es necesario profundizar. Es necesario construir una coordinadora nacional de luchas y al calor de la protesta consolidar una alternativa política, con un programa para salir de esta debacle capitalista de hiperinflación, salarios de semiesclavitud, represión y liquidación de las libertades democráticas.

Por eso desde el Partido Socialismo y Libertad participamos en la Oposición de Izquierda en Lucha, que ha venido realizando protestas contra el pago de la deuda externa, el hambre y la miseria salarial, postulando un programa anticapitalista ante la crisis, comenzando por el no pago de la deuda externa y la nacionalización de la industria petrolera, sin empresas mixtas ni transnacionales, y que se empleen esos recursos para reorganizar democráticamente la economía sobre nuevas bases en el marco de un gobierno de las organizaciones obreras y populares.


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