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jueves, 2 de junio de 2016

¡¡No a la injerencia de la OEA y el imperialismo!!


Sólo al pueblo y los trabajadores 
venezolanos les corresponde sacarse 
de encima al gobierno anti-popular 
anti-democrático de Nicolás Maduro

Partido Socialismo y Libertad

Todo hacía presagiar que Luis Almagro, Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA) y tras de él todos los integrantes de este “ministerio de las colonias”, terminarían metiendo sus sucias manos en la vida política venezolana. La intensa y continua polémica del Secretario General de la OEA con el Presidente Nicolás Maduro, sólo podía llevar a la activación de la famosa “Carta Democrática” que no es otra cosa que la cláusula que le asegura al imperialismo norteamericano y a los gobiernos serviles del continente, presionar, chantajear e intervenir directa y descaradamente en los asuntos internos de las naciones.

Ninguna preocupación por el “pueblo venezolano” conmueve al imperialismo norteamericano, a Luis Almagro, o a los gobiernos de Argentina, Chile, Colombia y Uruguay que secundan esta descarada injerencia política. Sólo les intranquiliza que sea el pueblo venezolano, quien en forma soberana y pasando por encima del gobierno, del PSUV y de los partidos de la MUD, labre su propio destino. Ese es el espanto que les unifica y así lo han hecho saber por todos los medios posibles. Lo ha dicho Enrique Capriles, lo ha dicho el Presidente Maduro, lo han dicho los diputados de la MUD en la Asamblea y lo dicen a diario los dirigentes de la cúpula podrida del PSUV. No quiere un “estallido social”, que para ellos es sinónimo de peligro porque puede desencadenar una profunda revolución social y económica, verdadera, que supere el fraude del chavismo y su modelo económico y político de socialismo del Siglo XXI que sólo sirvió para engendrar una capa chavo-burguesa, crear una casta de parásitos burócratas que medran de los recursos de la nación, y que durante 18 años estuvieron al servicio de las grandes multinacionales ligadas a los hidrocarburos, los minerales y los ricos y variados recursos forestales y pesqueros, entre otros, con que cuenta el territorio venezolano.

Es obvio que el pueblo venezolano no soporta más al gobierno del Presidente Maduro, del Psuv y del Gran Polo Patriótico, porque su modelo económico condujo al empobrecimiento de más del 80% de la población y convirtió a la clase obrera en la peor paga del mundo junto a la de Haití y China. Millones nos debatimos a diario en la angustia de no conseguir en el mercado los artículos básicos de la canasta familiar ni tener la suficiente capacidad de compra para adquirirlos. Es evidente que la inmensa mayoría del país no queremos saber nada de un gobierno que nos ha estafado políticamente, que se ríe cínicamente en nuestra cara, que recorta las libertades democráticas, que persigue, que reprime y que justifica sus acciones con mentiras alevosas como decir que la crisis es producto de una supuesta “guerra económica” y además trata de explotar los sentimientos nacionalistas alertando sobre peligros de invasiones.

Pero también es claro que buena parte de la población que quiere sacarse de encima al gobierno no confía en la MUD. Saben que ya ellos gobernaron en el pasado y que hoy están al frente de alcaldías, gobernaciones y la Asamblea Nacional demostrando que gobiernan igual o peor que el Psuv. Los trabajadores intuyen que la oferta política de la MUD es igual de engañosa que la del Psuv, ya que han oído a los dirigentes de la oposición anunciar que para salir de la crisis habría que privatizar las empresas, dar apertura a la economía permitiendo la inversión extranjera, profundizar el endeudamiento externo, y reconstruir los acuerdos leoninos con el FMI, el Banco Mundial y demás organismos financieros imperialistas, como los sufrimos en el pasado.

Ni el gobierno ni la MUD son la alternativa

El pueblo y los trabajadores nos encontramos frente a una encrucijada ante la cual no nos podemos dejar seducir ni confundir. No se puede creer que el gobierno de Maduro enfrentará a la OEA o al imperialismo porque precisamente fueron los representantes venezolanos en ese organismo los que hicieron el cabildeo para que Luis Almagro ocupara el cargo que hoy ostenta. Fue el gobierno venezolano el que más fichas movió para que el cadáver de la OEA resucitara y actuara en la crisis política de Honduras. Es el gobierno de Venezuela el que respeta los acuerdos y compromisos pactados hace más de 30 años. Es el delegado del gobierno venezolano el que hoy hace esfuerzos desesperados para que algunos gobiernos suscriban un acuerdo de respeto a nuestra nación en semejante antro que es la OEA.
El gobierno de Maduro habla mal de la OEA, vocifera contra ella, pero a cada paso que da la legitima; esa es la tragedia y por tal razón debemos tener claro que el gobierno nunca enfrentará consecuentemente al imperialismo, porque cada vez depende más de él política y económicamente y cada vez confía más en que mediante diálogos y acuerdos cupulares y antidemocráticos por arriba podrá sostenerse en el poder. Esa es su vocación y su verdadera intención.

La MUD tampoco lo hace nada mal. Le tiene pánico al pueblo movilizado y por ello recurre a la injerencia externa. Ellos validan completamente el papel de ministerio de las colonias de la OEA y están dispuestos a vender su alma al diablo para que sean otros los que suplanten el papel del pueblo venezolano. Definitivamente la palabra soberanía e independencia política no existe en el vocabulario de la oposición. Llegado el caso, ellos gobernarían de la mano de la OEA, la ONU, Unasur, Mercosur, el FMI, el Banco Mundial y obviamente todas las multinacionales como lo hicieron en el pasado.

Por una salida soberana, democrática y revolucionaria

La historia siempre nos ha dicho que los levantamientos, las rebeliones, los estallidos y las revoluciones no se decretan, no se programan ni mucho menos transitan estrechos senderos leguleyos. Las explosiones sociales son simple acumulación de angustias y combinación excepcional de factores que empuja a millones a salir a la calle a derribar los obstáculos y enemigos que se le coloquen al frente, para alcanzar sus objetivos de bienestar económico, de reconocimiento social y de inclusión política para la toma de decisiones.

En contravía a los procesos objetivos el PSUV y la MUD quieren moverse en el estrecho marco de una salida consensuada y limitada como lo es el revocatorio, el “quítate tú para ponerme yo”. El gobierno lo pretende impedir cercenando el derecho democrático de la población y por su parte la MUD la tiene como su única carta, para así evitar que sean los de abajo los que encuentren el sendero para la salida de fondo a sus problemas. Lo cierto es que ambos pretenden encubrir la realidad que se cocina por abajo y apuestan a resolver por “arriba” la crisis, mediante diálogos y acuerdos de cúpula, bien sea en el marco de la OEA o en las reuniones de República Dominicana. Esos son los verdaderos objetivos de las cúpulas.
Sin embargo la realidad es tozuda. Todos sabemos que en Venezuela se está incubando un estallido, porque millones nos sentimos despojados de nuestros derechos y estamos dispuestos a desarrollar acciones de movilización independientes, soberanas y sobre todo revolucionarias para enfrentar y superar de raíz los problemas que nos aquejan. El pueblo quiere avanzar, no quiere retroceder a tiempos vividos hace 30 ó 40 años atrás, ni mucho menos seguir bajo esta farsa de socialismo que promueve el gobierno.

Los revolucionarios agrupados en el Partido Socialismo y Libertad–PSL- aplaudimos y apoyamos ese sentimiento que se está instalando en la inmensa mayoría de la población de querer movilizarse para reclamar mejoras salariales, estabilidad laboral, freno a la inflación, la devaluación, la especulación, el endeudamiento externo y la entrega de nuestros recursos naturales a las multinacionales.

Y también coincidimos con el pueblo y con los trabajadores en que no es suficiente reclamar reivindicaciones a un gobierno que ni quiere ni está en capacidad de satisfacer nuestros derechos, ni que tampoco se puede confiar en la MUD que defiende los intereses de los empresarios nacionales e internacionales y está dispuesta de vender al mejor postor nuestra soberanía e independencia como nación.

Confiamos al igual que el pueblo trabajador que no existirá OEA, “Carta Democrática”, Unasur, Mercosur, Constitución, convenios internacionales o acuerdos cupulares que pueda detener la acción insurgente de nuestro pueblo cuando tome la decisión de sacarse de encima en forma soberana, democrática y revolucionaria a un gobierno mentiroso, estafador, que explota, reprime, humilla y lo entrega al domino de las multinacionales y el imperialismo.
Desde esa perspectiva, le decimos con claridad a todo el pueblo, a la clase obrera, al movimiento sindical, estudiantil, campesino y popular, a la mujer luchadora, a los profesores y docentes universitarios, a la intelectualidad, a los defensores de las libertades democráticos y los derechos humanos, que él único camino para salir de este gobierno será aquél que en forma soberana, democrática y revolucionaria. Soberana, sin injerencias externas sea la OEA, ONU, la nomenclatura castrista entregada al imperialismo, Unasur ni ningún otro organismo internacional; Democrática, en el sentido que será realizada desde abajo, debatida y acordada en asambleas de base en los centros de trabajo, en los barrios, en las comunidades campesinas e indígenas y en los centros universitarios entre otros; Revolucionaria, que no significa otra cosa que avanzar superando las frustraciones que nos ha dejado el pacto de Punto Fijo y el fraude del Socialismo del Siglo XXI. La salida de fondo al a crisis es una verdadera revolución, socialismo sin patrones ni burócratas y un gobierno de los trabajadores y el pueblo.

El PSL sólo confía en la movilización del pueblo. Con los trabajadores en la calle estamos dispuestos a jugarnos la suerte del país, porque será la clase trabajadora acaudillando al resto de la población, la única y real alternativa para salir del gobierno y construir un futuro luminoso que favorezca a la inmensa mayoría de la población venezolana.

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