Por Esperanza Hermida
En medio de la retórica
característica del gobierno de Chávez, el alzamiento de los presos del “Rodeo”
le estalló como una granada en la cara, a los funcionarios de la justicia
venezolana, que cacareaban sobre un supuesto plan de humanización carcelaria.
El motín y toma del control de las instalaciones de este penal por parte de los
reos, evidenció la inexistencia absoluta de tal plan de humanización y la total
incapacidad de las autoridades gubernamentales para ejecutar cualquier medida orientada
a resolver el dantesco panorama penitenciario venezolano. A escasas horas de la
rendición de los detenidos del “Rodeo II”, luego de la batalla campal que
protagonizaron durante casi un mes, las mafias carcelarias por una parte y los
cuerpos de seguridad del Estado, por la otra, no hay un solo rostro
gubernamental, que pueda explicarle al país, qué fue lo que se solucionó con
el diálogo, en la peor crisis de la justicia penal en la historia
contemporánea de Venezuela.
Ni Chávez puede explicar cómo
un capo de esta prisión, imputado por el delito de homicidio (entre otros
cargos), cuyo nombre es Yorvis López, alias “Oriente”, mantuvo secuestrados más
de 1.000 presos, actuando en alianza con otros jefes mafiosos de esta cárcel y utilizando
su importante poder de fuego. Tampoco puede explicar que se haya comunicado con
un importante diario de circulación nacional para anunciar públicamente su
rendición y además, que se haya fugado por las alcantarillas, junto con un
grupo de escoltas personales, también privados de libertad, burlando el cerco
sostenido por 2.000 efectivos de la Guardia Nacional. “Oriente” tiene 26 años
de edad.
Ni el surrealismo puede
explicar lo ocurrido el 13 de julio de 2011, con Yoifre Francisco Ruiz Estanga,
alias “El Yoifre” (socio de “Oriente”), quien fue recibido al entregarse, nada
más y nada menos que por el Ministro de Interior y Justicia, Tareck El Aissami
y por Diosdado Cabello, ex Presidente de CONATEL, Ministro de la Secretaría,
Vicepresidente de la República, ex Gobernador de Miranda, Ministro de
Infraestructura y actualmente, Diputado a la Asamblea Nacional. “El Yoifre”
tiene 20 años de edad, está imputado por homicidio, entre otros delitos y
reivindicó la acción que mantuvo en vilo a buena parte del país, a través del
canal de televisión del Estado…
Pero tampoco existe un solo
rostro gubernamental que pueda explicar, en medio de este caos de la administración
de justicia penal venezolana, con que moral se justifica la grosera decisión de
los Magistrados del TSJ, aumentándose el bono de alimentación (cesta ticket) a
Bs. 10.000,00 mensuales. No hay un solo vocero gubernamental capaz de explicar el
entramado de corrupción que permitió los altos volúmenes de ingresos de armas,
alcohol y drogas a “El Rodeo I y II”, donde estarían involucrados el Capitán de
la G. N. Camargo Gómez y los Directores de ambos recintos penitenciarios,
Cecilio Hernández y Luis Aranguren Castillo (ahora detenidos). Lo más difícil
del supuesto plan de humanización carcelaria, es que no se pueden ocultar los
hallazgos de droga -especialmente cocaína de alta pureza-, licores de alto
precio y el comercio de armas de fuego: innumerables
granadas, 25 fusiles R15, 2 rifles con mira telescópica, 200 pistolas 9 milímetros, 2
ametralladoras y 2 Kalashnikov (según cifras oficiales).
Más
de 3.000 personas estaban en “El Rodeo I y II” cuando comenzó el motín.
Evacuados 1.800 reos por la intervención militar, quedaron secuestrados durante
casi 3 semanas, más de 1.000 presos, bajo las órdenes de “Oriente” y “El
Yoifre”. En ese lapso de tiempo, los voceros del Gobierno de Chávez
responsabilizaron del mal manejo de la crisis penitenciaria, a los
medios de comunicación social y acusaron de instigación para delinquir a
representantes de organizaciones de Derechos Humanos. Fotos, videos y mensajes
provenientes de esta cárcel, empezaron a circular por las redes, dándole una
triste vuelta al mundo. En el contexto del alzamiento carcelario, cual película
del cineasta español Luis Buñuel, se celebró el Bicentenario de la
Independencia Nacional y regresó recuperado de salud, el Presidente de la
República.
Pero
además, aumentó la inflación, afectando la mayoría de los rubros alimenticios,
lo que significó un duro golpe para el poder adquisitivo del salario de los
trabajadores. En Julio, el aumento salarial decretado en Mayo, dejó de existir,
pues con más dinero se compró menos. Por ello, desde una perspectiva clasista
debemos denunciar que mientras la locura y el envilecimiento del ser humano es
lo que reina en el país que sufre prisión, otro tanto acontece afuera de las
cárceles. Otros derechos son también violados, pues el Gobierno no discute contrato
colectivo alguno. Tampoco, reconoce la legitimidad de las organizaciones de los
trabajadores, el fuero sindical o el derecho al trabajo. Para colmo, no garantiza
la vida, ni la integridad física de los directivos sindicales, pues el
sicariato y la intimidación violenta son la respuesta a los sectores laborales
combativos, como en el caso de Guayana, de Rubén González –detenido durante 18
meses, por defender los derechos que el Estado les niega- y del Sindicato de
Ferrominera. El Ejecutivo Nacional, a través del Ministerio del Trabajo y de
todas las Instituciones que integran el sistema de administración de justicia
(Policía, Fiscalía, Defensoría del Pueblo, Ministerio de Interior y Justicia,
Tribunales), guardan silencio frente al asesinato y a la persecución, impunemente
perpetrados por colectivos organizados, contra la clase trabajadora.
Los
trabajadores universitarios protagonizaron en las últimas semanas, una serie de
movilizaciones exigiendo al Gobierno el cumplimiento de sus derechos, al igual
que los trabajadores del INCESS. Una huelga nacional de médicos, obligó a
Chávez a decretar un aumento salarial, que sigue dando hambre. Trabajadores de
varias empresas privadas del Estado Miranda, marcharon hasta el MINPTRASS, exigiendo
la destitución de los Inspectores del Trabajo de Los Teques y Valles del Tuy,
por sus actuaciones a favor de los intereses del empresariado. En ninguno de
estos casos, las autoridades gubernamentales han dialogado en paz con la clase
trabajadora. Despidos, represión, desconocimiento de las directivas sindicales
y “gas del bueno”, es la fórmula de Chávez para atender las demandas laborales.
Por eso en este contexto, es imposible un plan de humanización carcelaria, pues
las soluciones a la problemática que generan la delincuencia y la violencia
social, están en la reducción de la pobreza, el desempleo y en el respeto a los
derechos humanos a la clase trabajadora. El sistema capitalista crea las
condiciones para que crezcan y se desarrollen los “Oriente”, los “Yoifre”, los
“Makler” y las mafias que trafican armas y drogas en la GN como entre los
administradores de justicia y que la proveen a los penales. De allí que los farsantes
Ministros del Gobierno de Chávez, prefieren negociar con sus engendros
delincuentes, protegiendo la red de corrupción instalada en las cárceles del
Estado Burgués, antes que dialogar con los sindicatos y propugnar por una
equitativa distribución de la renta petrolera. ¿Como explicar que a Makler, lo
han traído a Venezuela para tenerlo herméticamente cerrado, mientras el
“Oriente” convenientemente desaparece, para que igual guarde silencio?
La
cuenta se ha perdido en las distintas denuncias que el actual mandatario
nacional, ha presentado sobre los centenares de intentos magnicidas. Los
pinchazos y grabaciones telefónicas se han desplegado como mecanismos para
demostrar las supuestas “conspiraciones” y se ha desarrollado un gran
despliegue tecnológico para resguardar la vida del jefe del Estado, incluyendo el
uso de CONATEL, CANTV, MOVILNET y
servicios satelitales, entre otros. Durante la crisis del Rodeo, los
reos seguían siendo puntos fijos, y en ese momento con poca posibilidad y acceso
a un móvil, lograron sin embargo, “burlar” todo cerco comunicacional y enviaron
mensajes de texto a sus seres queridos y a las redes sociales. Solo falta
saber, si también los internos tienen intervenidos los teléfonos de los Ministros.
Tanta audacia por parte de estos detenidos, ridiculiza y desnuda el papel del Estado.
El Ministro
de Interior y Justicia, Tareck El Aissami durante
los días de la crisis, calificó a los reos de “líderes negativos”, y acusó a
los medios de estar al servicio del mal y de prestarse a hacer apología del
delito, por difundir las noticias provenientes de los PRANES. ¿Cómo se puede
calificar a un gobierno que desde sus más altas esferas atacó a los medios, pero
que se contradice en la práctica al asumir públicamente la existencia de estas
mafias y se sienta a negociar con ellas, “una salida” a esta crisis? El
Gobierno descalificó todas las intermediaciones, buscando centralizar todo el
proceso de negociación y ante el resultado alcanzado, no hay otro responsable
que el mismo Gobierno. Queda evidenciada ante la opinión pública, que en las mismas
entrañas del Gobierno y las instituciones del Estado, están gran parte de los
responsables en la penetración de las armas y las drogas, a un mercado seguro:
las cárceles. ¿Donde queda entonces, el plan de humanización?
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