Osmary Escalona, despedida del Hospital Pastor Oropeza, Edo Lara |
La frase utilizada por la reina de corazones del conocido cuento infantil, permite simbolizar una política de Estado en Venezuela: la persecución contra la gente que defiende derechos. Este mecanismo –históricamente inútil- apenas si llega a acallar temporalmente las demandas sociales, ya que no resuelve el problema. Un ejemplo de ello es la salud pública.
Frente a la crisis del sector, las denuncias de la población usuaria y de quienes laboran en centros de salud, el Estado niega la realidad al tiempo que implementa el despido o la “jubilación" del personal y la criminalización de sindicalistas. Lo acertado y responsable sería investigar, adoptar los correctivos y no atacar al mensajero.
Hay varios casos de violación al derecho al trabajo, a exigir derechos y a la libertad sindical, en el sector salud. Uno es el del médico Huníades Urbina, jefe de servicios de urgencia del emblemático Hospital JM de Los Ríos, en Caracas. El otro es el de la trabajadora y sindicalista Osmary Escalona, quien laboraba en el Hospital Pastor Oropeza de Barquisimeto.