J.R. López Padrino
El pasado domingo 30 de julio, el régimen del iletrado Maduro realizó su fraudulenta e impopular maniobra electoral a fin de perpetuarse en el poder. Farsa electoral corporativista que no tuvo nada de democrática y menos de libre y soberana y que lamentablemente produjo el asesinato de 16 personas a manos de la pestilente bota militar y sus secuaces paramilitares.
Lo vivido el domingo fue una situación vergonzosa para el régimen y sus acólitos, vimos poquisima movilización popular, centros de votación vacíos y luego el anuncio infame por parte de las madamas del Consejo Nacional Electoral (CNE) de una participación fantasiosa de más de 8 millones de votantes. Sin embargo, fabricar 8 millones de votantes no fue tarea simple y sobre todo cuando los medios de comunicación fueron testigos del ausentismo electoral en los centros de votación a nivel nacional. En su intento por ocultar el megadesastre electoral las pranes del CNE "nuclearon" centros de votación (caso de La Rinconada), los electores pudieron sufragar en cualquier centro del municipio donde estaban registrados, no se usó tinta indeleble, sin embargo, todo ello fue insuficiente, no pudieron ocultar la dimensión del naufragio. Fue imposible convertir a una microminoría en mayoría.