Por: Laclase.info
Este jueves 14 de mayo fue un día de auténtico carnaval en las inmediaciones de la inspectoría del trabajo “Pipo” Arteaga en la ciudad de Valencia. Cientos de trabajadores se concentraron en una emotiva expresión de unidad y fraternidad para celebrar lo que a su juicio es el inicio de un proceso irreversible de reinstalación a sus puestos de trabajo de los cuales fueron votados en forma arbitraria e ilegal, gracias al siniestro acuerdo pactado entre empresarios y burócratas sindicales pro-gubernamentales, los cuales fueron avalados por los funcionarios del Ministerio del Trabajo.
Con fuertes abrazos los trabajadores de Chrysler, General Motor, Coca-Cola, Filtros Wix, Ajeven, Vicson, y Polar planta de cereales se daban ánimo y se auguraban que muy pronto estarían de nuevo en la producción. Un lindo espectáculo de hermandad y de genuina alegría como hacía mucho tiempo no se observaba, toda vez que en los últimos años la clase trabajadora venezolana -en particular la de la zona industria de Valencia-, ha sido duramente castigada con el desconocimiento de sus organizaciones sindicales, con las negativas a negociar contratos colectivos o la violación de los vigentes, la criminalización de la protesta, la pulverización de su salario y la violenta e inhumana acción de los despidos que condena sin piedad a miles de familias.
El motivo de esta inmensa alegría no era otro que el anuncio hecho por el Ministro del Trabajo, quien notificó a los representantes de los despedidos que había dado un plazo perentorio de quince días a los funcionarios de la Inspectoría Regional de Trabajo para que adelantaran los trámites administrativos correspondientes que conduzcan a la reinstalación a sus puestos de trabajo a los obreros víctimas de los despidos masivos. Mejor motivo para celebrar no podía existir.
¿Por qué se da la orden de los reenganches?
Al margen del emotivo y justo festejo de los trabajadores, es bueno preguntarse cuáles fueron
las razones de fondo que conllevaron a que el ministro Jesús Martínez se pronunciara a favor de los reenganches, cuando hasta hace muy poco esa cartera ministerial alentaba los laudos arbitrales y guardaba un silencio que rayaba en la complicidad con los funcionarios regionales de la Inspectoría del Trabajo a quienes todos los trabajadores de la región catalogan como corruptos, y sobre todo cuando Saúl Ameliach, Alto Comisionado designado por el Presidente Nicolás Maduro para negociar en nombre del gobierno con los patronos de la industria automotriz, nunca le interesó la suerte de los trabajadores, siempre los excluyó de cualquier escenario de discusión acerca de cómo superar la crisis del sector y jamás se pronunció sobre los despidos.
Efectivamente se ha producido un giro significativo, inexplicable para muchos analistas políticos, representantes gubernamentales y burócratas sindicales gobierneros que hasta hace poco afirmaban que el reintegro de los afectados era una tarea demasiado difícil, toda vez que los despidos estaban blindados bajo la figura de los laudos arbitrarles, decisión que con toda seguridad sería ratificada por los Tribunales como ha sido la tradición de actuación de esta instancia judicial que siempre termina favoreciendo a los poderosos o al gobierno en contra de los trabajadores y el pueblo.
Obviamente la poderosa razón que explica este cambio es que los trabajadores despedidos
La lucha de los trabajadores despedidos adquirió mayor contextura cuando fue reforzada con los 466 trabajadores de la ensambladora General Motor, despedidos siguiendo el mismo formato utilizado en la multinacional Chrysler. Así las cosas, la situación laboral en la zona industrial de Valencia empezó a desbordarse configurando un caótico escenario que definitivamente no puede ser soportado por el gobierno, precisamente en esta coyuntura nacional de gran complejidad económica, política y social.
Así las cosas, la lucha de los despedidos se coló por las fisuras que hoy están presentes en un gobierno desgastado por la grave crisis que azota al país, induciéndolo a modificar, así sea momentáneamente su actitud en un esfuerzo por desactivar la peligrosa situación laboral en esta parte del país. Cambio que también refleja de una u otra forma el fuego cruzado entre distintas facciones burocráticas de gobierno que intentan reacomodarse de cara a la crisis y de las futuras elecciones a la Asamblea Nacional pautada para este fin de año.
Lucha de poder inter-burocrática que se hace evidente con la fuerte patada que el ministro del Trabajo y un sector de diputados del Psuv interesados en posicionarse hacia las próximas elecciones, le propinan a la Mesa de Diálogo y los acuerdos estratégicos que propician el Alto Comisionado Saúl Ameliach y su hermano, el gobernador del Estado Carabobo Francisco con las multinacionales, especialmente con la Ford, incentivando la dolarización de la economía. Sin duda alguna, reversar los despidos ocurridos afectará el curso de las negociaciones con las multinacionales y contendrá los nuevos despidos anunciados en las plantas de la Ford, Mitsubishi, Toyota, Pirelli, Good Year, Firestone y multitud de empresas del sector autopartista.
Obviamente, no se puede llegar al equívoco de creer que las contradicciones inter-burocráticas son irreversibles. Por nada del mundo se puede olvidar que son sectores burocráticos motivados por la persecución de lucro económico y político personal y con intereses irreconciliables con los de la clase trabajadora y el pueblo venezolano. Pero si es importante saber que la lucha de los trabajadores seguirá detonando nuevas y más profundas contradicciones que resquebrajarán más al gobierno y el entramado institucional, que abrirá las puertas para nuevos avances y nuevos triunfos y que colocará sobre el tapete con mayor claridad ante los ojos del pueblo, la necesidad de postular una nueva opción de oposición al gobierno, desde la izquierda y desde la trinchera de la verdadera revolución social a favor de las amplias mayorías.
Esta es la lección más importante que nos está dejando por ahora los avances parciales que está logrando la clase trabajadora venezolana. Es deber de los verdaderos revolucionarios alentar la lucha directa, las movilizaciones, los paros y la confrontación y derrota del anti-popular y anti-obrero plan de ajuste que implementa el gobierno del Presidente Maduro y del Psuv y sus aliados.
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