Por: Simón Rodríguez Porras
Partido Socialismo y Libertad (PSL)
La Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que aglutina a las organizaciones políticas pro patronales y con vínculos con los gobiernos de los EEUU y la Unión Europea, empieza a recomponerse luego de la cuasi división sufrida como consecuencia de su derrota en las elecciones municipales de 2013 y de las orientaciones antagónicas adoptadas por sus dos principales corrientes en el marco de la crisis de febrero de 2014. Indudablemente el acicate de la descomposición económica, social y económica que atraviesa el país lleva a esas dos corrientes, encabezadas por Capriles y López respectivamente, a colocar sobre el tapete el derrocamiento del gobierno, a la par de una plataforma electoral común de cara a las parlamentarias.
La posición de la Iglesia Católica a través del comunicado de la Conferencia Episcopal, llamando a combatir “el comunismo” y el “socialismo marxista”, así como los pronunciamientos del jesuita ex rector de la UCAB Luis Ugalde, llamando a deponer al gobierno en el corto plazo, se suman al comunicado de Ledezma, Machado y López, en el que ratifican la consigna de “La Salida”, mientras Capriles se reubica y plantea en una rueda de prensa que es posible derrocar a Maduro manipulando las exigencias sociales de la población. Sin embargo Fedecámaras, no está planteando la salida del gobierno ya que recibe concesiones del gobierno a través del aval de los despidos en muchas empresas, aumentos de precios y acceso a divisas.
Ciertamente, ningún venezolano de las mayorías trabajadoras y explotadas puede depositar la más mínima confianza en que un gobierno de la MUD, de cualquiera de sus sectores, significaría una mejoría en términos económicos o de libertades democráticas. Todo lo contrario, los políticos herederos del puntofijismo buscan hacerse por cualquier vía del control del aparato estatal y de la renta petrolera, pero están de acuerdo con el ajuste que aplica Maduro contra el pueblo trabajador. Su única crítica en ese campo es que el gobierno no va más a fondo y con mayor celeridad en la aplicación del ajuste antipopular.
Es necesario que los trabajadores y sectores populares pongamos en pie nuestra propia alternativa política, para combatir a la boliburguesía sin hipotecar nuestros esfuerzos a partidos y dirigentes políticos de la MUD que ya gobernaron este país, que de hecho siguen gobernando en decenas de alcaldías y gobernaciones, y que han demostrado ser corruptos, represores inescrupulosos y operadores de las grandes empresas y las transnacionales.
La Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que aglutina a las organizaciones políticas pro patronales y con vínculos con los gobiernos de los EEUU y la Unión Europea, empieza a recomponerse luego de la cuasi división sufrida como consecuencia de su derrota en las elecciones municipales de 2013 y de las orientaciones antagónicas adoptadas por sus dos principales corrientes en el marco de la crisis de febrero de 2014. Indudablemente el acicate de la descomposición económica, social y económica que atraviesa el país lleva a esas dos corrientes, encabezadas por Capriles y López respectivamente, a colocar sobre el tapete el derrocamiento del gobierno, a la par de una plataforma electoral común de cara a las parlamentarias.
La posición de la Iglesia Católica a través del comunicado de la Conferencia Episcopal, llamando a combatir “el comunismo” y el “socialismo marxista”, así como los pronunciamientos del jesuita ex rector de la UCAB Luis Ugalde, llamando a deponer al gobierno en el corto plazo, se suman al comunicado de Ledezma, Machado y López, en el que ratifican la consigna de “La Salida”, mientras Capriles se reubica y plantea en una rueda de prensa que es posible derrocar a Maduro manipulando las exigencias sociales de la población. Sin embargo Fedecámaras, no está planteando la salida del gobierno ya que recibe concesiones del gobierno a través del aval de los despidos en muchas empresas, aumentos de precios y acceso a divisas.
Ciertamente, ningún venezolano de las mayorías trabajadoras y explotadas puede depositar la más mínima confianza en que un gobierno de la MUD, de cualquiera de sus sectores, significaría una mejoría en términos económicos o de libertades democráticas. Todo lo contrario, los políticos herederos del puntofijismo buscan hacerse por cualquier vía del control del aparato estatal y de la renta petrolera, pero están de acuerdo con el ajuste que aplica Maduro contra el pueblo trabajador. Su única crítica en ese campo es que el gobierno no va más a fondo y con mayor celeridad en la aplicación del ajuste antipopular.
Es necesario que los trabajadores y sectores populares pongamos en pie nuestra propia alternativa política, para combatir a la boliburguesía sin hipotecar nuestros esfuerzos a partidos y dirigentes políticos de la MUD que ya gobernaron este país, que de hecho siguen gobernando en decenas de alcaldías y gobernaciones, y que han demostrado ser corruptos, represores inescrupulosos y operadores de las grandes empresas y las transnacionales.
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