lunes, 24 de febrero de 2014

Protestas estudiantiles y movimiento de los trabajadores


Héctor Lucena 
22.02.2014 

Nos ubicamos en el contexto actual de intensa movilización opositora, a partir de la convocatoria de la marcha de los jóvenes estudiantes con motivo del Día de la Juventud -12 de Febrero-. Nos referimos a la convocada por los jóvenes; que además atrajo un volumen considerable de participantes más allá de los mismos estudiantes, ya que se agregaron ciudadanos de distintas condiciones socioeconómicas. El desenlace de esta marcha en la ciudad de Caracas con saldo de muerte y heridos, dio lugar a reacciones que aún hoy diez días más tarde se mantienen activas, inflamadas con el combustible de la represión.




En estos días se ha observado particularmente un fenómeno relacionado con el sector laboral que exponemos para su análisis. Se trata de convocatorias de sectores laborales en actitud competitiva o casi de provocación a las manifestaciones de origen estudiantil. Una de ellas en Caracas, la convocatoria de una marcha de trabajadores petroleros asociadas con la firma del convenio colectivo petrolero, justo el mismo día de otra masiva convocatoria opositora. Otro caso fue una marcha de trabajadores en Ciudad Guayana, señalando como ruta justamente una que llevaba a transitar, por el mismo lugar en donde desde fecha previa se mantenía una vigilia por parte de estudiantes.

Las actuaciones del movimiento de los trabajadores en momentos complejos como los que se han observado en estos días son muy importantes, porque pueden inclinar hacia un lado u otro la puja de poder que un conflicto supone. Además su participación es entendida con los elementos propios de un movimiento popular y civil, es decir con las armas de la razón, la identidad y la movilización.

Mirando otros momentos críticos de la historia moderna venezolana, en el año 1957 unas reacciones estudiantiles en Caracas en noviembre y en el mismo mes protestas obreras en la zona industrial de La Yaguara, prendieron la mecha para que menos de dos meses más tarde un levantamiento militar completara, junto a una rebelión civil la caída del régimen militar de entonces.

Lo que estamos viendo en el presente no necesariamente se asemeja a lo señalado en el anterior párrafo. Pero lo que se quiere destacar es el peso e importancia de las protestas tanto estudiantiles como obreras cuando apuntan a un mismo propósito. En el caso que señalamos de estos días, más bien son acciones con componentes confrontativos entre una y otra protesta, es decir más que sumar, son orientadas para restar. Aunque hemos de considerar que las acciones obreras no provienen de un proceso de desenvolvimiento autónomo, ya que el modelo de relación Estado y Movimiento de los Trabajadores es de subordinación a los intereses de aquél. Sobre el particular ver
http://hectorlucena.blogspot.com/2013/09/una-revolucion-que-desconfia-del_15.html

De nuevo mirando nuestra historia, en la convulsa primera mitad de la década de los años sesenta, de intensa protesta estudiantil tanto por razones de política interna como externa, la participación obrera a cargo de la conducción de liderazgo cetevista estuvo centrada en confrontar con las protestas estudiantiles, al tiempo que los órganos de seguridad y policiales se encargaban de reprimir tanto a líderes estudiantiles como obreros de izquierda. A la larga las protestas estudiantiles fueron derrotadas, y más temprano que tarde parte de su dirigencia optó por el camino de la rebelión y subversión.

Hay que reconocer que para entonces ya la dirigencia alta y media del movimiento sindical estaba incrustada en posición institucional comprometida en el ejercicio de poder en el país. El modelo de relación movimiento sindical y Estado era el determinante para garantizar un peso favorable del movimiento que encabeza la CTV en las grandes decisiones de política que en el país se tomaban. Se ha hablado de corporativismo para caracterizar la relación que se construyó entre el gobierno y los líderes sindicales afines. En el caso presente, un contraste es el hecho de que el papel de las organizaciones sindicales en la conducción del gobierno es marginal. La política laboral no privilegia que los sindicatos tengan organizaciones vigorosas, con capacidad propia de movilización, sino más bien organizaciones subordinadas a las exigencias de un gobierno con predominio creciente de lo militar, que es equivalente a desconfianza con los movimientos laborales. La ausencia de diálogo no es sólo un reclamo que proviene del movimiento de los trabajadores en general, sino que también muy particularmente de aquellos sectores laborales afines con el gobierno.

hector.lucena@gmail.com
@hl_lucena

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