miércoles, 27 de marzo de 2013

Ciudades seguras para las niñas

El acoso y la violencia sexual son una realidad cotidiana que acecha a las mujeres y las niñas en los espacios públicos y que en general se ha desatendido. Aquéllas que viven en situación de pobreza podrían exponerse a un riesgo mayor si tienen que transitar por zonas inseguras para llegar a la escuela o al trabajo

Teresa Sosa

Palabra de Mujer


Tanto la amenaza de la violencia como su realidad limitan la libertad de las mujeres para ejercer sus derechos a la educación, al trabajo, al esparcimiento, a la expresión política y como ciudadanas de igual condición.




Aunque cada vez es más patente que las ciudades que son seguras para las mujeres y las niñas lo son para todos, los planes municipales de desarrollo y seguridad a menudo obvian riesgos que amenazan en concreto a las mujeres y las niñas.

Entre las iniciativas concretas adoptadas cabe destacar la organización Espacios Seguros, creada en Kenya en 2008 por Peninah Nthenya Musyimi, la primera niña del barrio de tugurios de Nairobi de Mathare que se graduó en la universidad, y que actualmente es una defensora de los derechos de la mujer.


El cometido de esta organización es crear unos entornos seguros para las niñas adolescentes que habitan en los barrios de tugurios, proveyéndoles de espacios para el ocio, de servicios de tutoría y de un foro para el debate. Biruh Tesfa (futuro brillante) es un programa estatal dirigido a las niñas de los barrios de tugurios de Addis Ababa, Etiopía, que corren riesgo de sufrir explotación y maltrato.

Este proyecto beneficia a niñas de entre 10 y 19 años, en su mayoría inmigrantes que viven lejos de sus familias y que no asisten a la escuela. Gracias a este programa pueden disponer de un espacio para construir redes de apoyo entre compañeros, y reciben formación sobre técnicas de vida, alfabetización, salud reproductiva y medios de subsistencia.

Sólo podremos gozar de unas ciudades más accesibles si las niñas participan en su creación. Expertas en la realidad de sus ciudades, las niñas pueden contribuir activamente al diseño de las zonas urbanas y a la toma de decisiones a escala municipal; un proceso que a su vez puede capacitarlas para convertirse en las dirigentes municipales del futuro.

Espacios seguros para jugar

Los juegos, tanto espontáneos como organizados, son parte esencial de un crecimiento saludable. Cuando los niños y niñas juegan se benefician de practicar ejercicio físico, adquieren aptitudes motoras avanzadas y se liberan de la ansiedad y el estrés. Además, jugando, los niños y niñas aumentan sus capacidades cognitivas, creativas y sociales.

Facilitar el esparcimiento puede, además, contrarrestar los índices crecientes de obesidad y sobrepeso en la infancia, que dimanan no sólo de los cambios en el régimen alimentario sino también de la adopción de un estilo de vida sedentario relacionado a su vez con la pérdida de oportunidades recreativas.

Los niños y niñas discapacitados corren un riesgo mayor de padecer obesidad; uno de los principales motivos de ello es que tienen más dificultades para llegar a practicar el ejercicio físico necesario.

La OMS recomienda al menos una hora de ejercicio físico al día para los niños y niñas de entre 5 y 17 años. Los responsables de la planificación urbana y otras autoridades pueden favorecer la participación de la infancia en actividades físicas creando espacios seguros y accesibles para el esparcimiento y diseñando vecindarios, calles y espacios exteriores que alienten el transporte activo, por ejemplo, a pie o en bicicleta.

Jugando, los niños y niñas aumentan sus capacidades cognitivas, creativas y sociales. En los entornos urbanos, los espacios públicos para jugar podrían contribuir a mitigar los efectos del hacinamiento y la falta de intimidad en el hogar

Es posible crear espacios para jugar en los vecindarios con una ayuda material modesta por parte de los gobiernos locales. Con esta ayuda, los miembros de las comunidades pueden, idear soluciones entre todos para la creación de pequeños espacios de juego entre las viviendas. Los niños y niñas precisan también del contacto con la naturaleza.

Numerosos indicios apuntan que la cercanía con los árboles, el agua y otros aspectos del paisaje natural influye de forma positiva en la salud física, mental, social y espiritual de niños y niñas. Se ha constatado que el contacto con la naturaleza puede restablecer la capacidad de concentración de los más pequeños, que es la base para mejorar la cognición y el bienestar psicológico.

FUENTE: Informe Estado Mundial de la Infancia 2012. Unicef. Febrero 2013

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